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Antonio Di Benedetto: una voz secreta

Presentamos una nota para acercarse a la figura de este escritor mendocino. También incluimos una aproximación a su obra a partir de una imagen interactiva, con textos y videos.


Antonio Di Benedetto

Hay una primera noción que surge de la lectura de Antonio Di Benedetto: la de que llegamos tarde. Más allá de la obviedad de que se trata de un escritor fallecido hace tiempo (1986, dicen las necrológicas), se sospecha algo más. Su obra —que comienza en 1952 con los cuentos de Mundo animal y llega hasta bien entrados los ochenta— pareciera haber circulado durante años entre una exclusiva secta subterránea de iniciados. Se pueden seguir algunas pistas para este crimen: Di Benedetto desarrolla toda su carrera —literaria y periodística— en su Mendoza natal, y con un estilo alejado de las modas, corrientes y booms de la época. Se transforma así en un escritor corrido del centro (un ex-céntrico), al margen del reconocimiento público y de las bondades de la crítica. Cuando empezamos a seguirlo, a deslumbrarnos con su talento y originalidad, el autor ya se nos había escapado. Lo que se dice: un adelantado.

A fines de los años noventa aparecen las necesarias reediciones de su obra y florecen los estudios críticos. Se señalan sus vínculos con la novela existencialista, el protagonismo de los objetos, su trabajo en el diario Los Andes, y su persecución y apresamiento por la última dictadura militar. Sin embargo, lo que primero detecta el ojo del buen lector es su particular forma narrativa. Un estilo de una austeridad apabullante, de frases y diálogos construidos con la brevedad de una sentencia. Una voz propia que Di Benedetto parece haber modelado largamente en secreto y que lo vincula —casi sin escalas— con formas narrativas más modernas.

Nuevas formas de lo antiguo

Como piedra de toque de su obra podemos considerar su primera novela, Zama (1956), como el punto de partida de lo que luego se daría en llamar «trilogía de la espera», junto con El silenciero (1964) y Los suicidas (1969). La historia cuenta los vaivenes de un funcionario público del Virreinato del Río de la Plata, en eterna expectativa por un ascenso que se demora en llegar. Di Benedetto narra el cúmulo de sensaciones y pensamientos que se abren paso en la mente de don Diego de Zama como una sucesión de imágenes, impresiones y diálogos de una sencillez escandalosa. Pero claro que lo suyo no es vagancia, más bien se asemeja al trabajo de un escultor que va tallando la piedra hasta encontrar en su interior el sentido último. Como buen narrador, sabe que la palabra esconde tanto como lo que muestra, y el blanco del papel no hace más que dejarlo en evidencia. 



Alcanza con tomar cualquier fragmento de El silenciero y Los suicidas, y —sobre todo— el último tramo de Zama, para encontrar esa forma parca, que entrega las frases como con cuentagotas. Un estilo que aún hoy puede considerarse experimental y que conecta directamente con experiencias nacidas a la luz de internet. Novelas y cuentos escritos en formato de chat, o desarrollados a partir de los 140 caracteres por entrada que permite Twitter hacen también uso de esta brevedad y llevan el lenguaje a sus límites más sintéticos. 

La estructura de videoclip primitivo que se vislumbra —por momentos— en su prosa lo relaciona con el relato audiovisual, campo que tampoco le resultó ajeno. En ese sentido, vale destacar el cuento «Declinación y ángel», con descripciones de espacios y movimientos que remiten sin disimulo a las de un guión cinematográfico. Como si fuera poco, también fue un frecuente cultor del microrrelato, cuyo formato cobijó sus coqueteos con el género fantástico.

Sin embargo, la característica más notable de su obra reside en que la innovación en el estilo parece ir a contrapelo de los temas y ambientaciones de las historias. Zama no se aleja un instante de la vida en la época colonial; El silenciero es el derrotero costumbrista de un hombre en la búsqueda del amor y la tranquilidad del hogar. En sus cuentos más clásicos opera una fórmula semejante: «Aballay» es la crónica silenciosa de un gaucho condenado a cumplir una promesa; «Caballo en el salitral» cuenta cómo trata de sobrevivir el animal alejado de su dueño. En todos los casos prima la voz particular del autor por sobre la trama y nos revela, acaso con mayor esplendor, la originalidad de su mirada.

Di Benedetto en el cine (y viceversa)

La relación entre Di Benedetto y el mundo audiovisual va más allá de las reminiscencias que suscita su forma de contar. En su paso como jefe de redacción del diario Los Andes se desempeñó como crítico cinematográfico y también tuvo algunas incursiones como guionista. De esta experiencia vio la luz —o la oscuridad de la sala de cine— Álamos talados, filme coescrito en 1960 con Catrano Catrani y Abelardo Arias. Acaso por estar basada en la novela de este último, la película no pasa de ser un clásico melodrama para la tía solterona, con pocas o casi ninguna innovación en materia narrativa. 

los suicidas

Ya en el nuevo milenio, y a la luz del rescate de su obra, varios realizadores se hacen eco de sus historias. Así, en 2006 Juan Villegas lleva adelante una versión de Los suicidas protagonizada por Daniel Hendler y Leonora Balcarce. Y en 2010 Fernando Spiner vuelve a contar la historia de «Aballay» en clave de western gauchesco, con profusión de traiciones, disparos y dientes apretados. En 2014 se ha comenzado a rodar la versión de Zama, dirigida por la reconocida Lucrecia Martel
 

 


Desarrollada en la intimidad de la tierra mendocina, la obra de Di Benedetto circuló durante años como el rumor de una ola que fue creciendo y ganando intensidad. Como si se ensañara en acentuar el misterio, el autor solía repetir que amaba el silencio y la soledad, atributos que constituyen el núcleo central de muchas de sus historias. La lectura y la escritura están sin duda unidas por un ritual íntimo y silencioso. Pero aquello que vibra en nuestro interior con cada reflexión, cada metáfora y giro del lenguaje con que Di Benedetto nos deslumbra en sus páginas, difícilmente pueda callarse.

* Javier Hildebrandt es guionista y periodista especiallizado en historieta. También es miembro del consejo de redacción de la revista Comiqueando y columnista del sitio www.sobrehistorieta.wordpress.com. Publicó historietas y artículos en Comic.ar, Sudestada, La Revistería Press, Lule le lele, DedoMedio (Perú) y Mono (Italia), entre otras publicaciones. Forma parte del colectivo de historietistas Hotel de las Ideas.

 

 

Di Benedetto interactivo

Thinglink es una herramienta que permite insertar todo tipo de enlaces en una imagen. El resultado es una imagen interactiva en la cual se pueden insertar videos, notas de internet, páginas relacionadas con esa imagen, música, etcétera.

Es una herramienta online muy fácil de usar, dinámica y entretenida, que puede servir en el aula para todas las disciplinas: solo se necesita una imagen (de la PC, Facebook o algún sitio) y empezar a insertar links. Conocé más sobre su uso y potencial educativo.

 

 


Si registra problemas para visualizar los links/hitos interactivos, acceder al Thinglink sobre Di Benedetto desde aquí.


* Autora imágenes 3 y 4: Julia Ferrari.

 

 

Ficha

Publicado: 31 de octubre de 2012

Última modificación: 31 de mayo de 2021

Audiencia

Docentes

Estudiantes

Área / disciplina

Educación Tecnológica y Digital

Lengua y Literatura

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Secundario

Superior

Categoría

Artículos

Modalidad

Todas

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Etiquetas

literatura argentina

literatura argentina contemporánea

Antonio Di Benedetto

Autor/es

Javier Hildebrandt

Otros contribuyentes

Adriana Hidalgo editora

Julia Ferrari

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