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Adolescentes, permanencia en pantallas y bienestar digital 

La adolescencia es una etapa de la vida marcada por grandes cambios estructurales y funcionales. Por ello, es muy importante conocer estas transformaciones para comprender cómo la exposición a numerosos estímulos digitales puede afectar las emociones y la toma de decisiones en los jóvenes.


La adolescencia es un período de transformación tanto física como emocional. Durante esta etapa de transición entre la infancia y la edad adulta, el cerebro de los adolescentes experimenta cambios particulares y complejos.

El cerebro adolescente es un órgano en constante evolución. Aunque llegamos a esta etapa con un cerebro en un estado de gran desarrollo, aún falta la última fase: la maduración. Durante este proceso, parte de la materia gris se transforma en materia blanca, se reorganizan las conexiones neuronales y se eliminan las sinapsis inútiles (poda sináptica).

El sistema límbico, compuesto por la amígdala y el hipocampo, entre otras estructuras, está implicado en las emociones y cobra un enorme protagonismo durante la adolescencia porque madura antes que la corteza prefrontal en el lóbulo frontal. Esto explica por qué pesa tanto lo emocional sobre lo «racional» en las decisiones de los adolescentes.

La corteza prefrontal, responsable de funciones ejecutivas como la toma de decisiones, el control de los impulsos y la planificación, demora más en su desarrollo. El proceso de maduración de la corteza prefrontal puede ser desigual, con la maduración emocional a menudo rezagada detrás de la capacidad cognitiva. Este desequilibrio puede explicar algunos comportamientos típicos de la adolescencia, como la toma de riesgos impulsiva, la imprudencia y la rebeldía sin causa aparente. Esto no quiere decir que no son conscientes de los riesgos que asumen, pero les dan más valor a las recompensas sociales.

Ilustración: Brightfocus.org

La sobreexposición a estímulos digitales puede afectar el cerebro adolescente en pleno proceso de cambio, más aún porque se encuentra dominado por las emociones. Pasar demasiado tiempo frente a pantallas altera la atención, la concentración, el aprendizaje y la memoria. Las redes sociales, omnipresentes en la vida de los adolescentes, pueden ejercer un impacto en su cerebro y en el bienestar emocional.

Algunos posibles efectos adversos de la sobreestimulación digital sobre la regulación emocional y el funcionamiento social en la adolescencia:

  1. Sensibilidad a las recompensas y castigos sociales: la interacción constante en plataformas como Instagram y TikTok, entre muchas otras, activan circuitos cerebrales relacionados con la recompensa. Los «me gusta», comentarios y notificaciones se convierten en estímulos que generan una respuesta emocional. El cerebro adolescente se vuelve más vulnerable frente a estas señales sociales, lo que puede afectar su autoestima y el estado de ánimo. Pero cuando las vías de recompensa se usan en exceso, se vuelven menos sensibles y se necesita más y más estimulación para experimentar placer.
  2. Comparación social y autopercepción: las redes sociales fomentan la comparación constante. Los adolescentes se miden a sí mismos en función de los logros, apariencias y popularidad de otros/otras. Esto puede generar ansiedad, inseguridad, insatisfacción, intolerancia y afectar la percepción de sí mismos.
  3. Efecto de dopamina: la anticipación de recibir varios «me gusta» o comentarios activa la liberación de dopamina en el cerebro. Este neurotransmisor ofrece una sensación placentera de recompensa que puede volverse adictiva y llevar a un uso excesivo de las redes sociales.

Imagen: Pixabay

Cerebro y presupuesto energético

El investigador Javier Tirapu Ustárroz, neuropsicólogo clínico y premio nacional de neurociencia clínica (España), explica: «El cerebro es una máquina predictiva encaminada a reducir la incertidumbre del entorno» y, para ello, debe manejar la información que recibe tanto del exterior (estímulos extrínsecos) como del interior del propio cuerpo (estímulos intrínsecos) y gestionar la energía que debe distribuir de acuerdo con lo requerido por cada acción y comportamiento.

A esta gestión energética para mantener el equilibrio dinámico del organismo frente al estrés y la adaptación constante a las demandas del entorno social y del ambiente, en general, se la denomina alostasis. En el caso de los y las adolescentes, este proceso es especialmente relevante debido a los cambios cerebrales y hormonales que caracterizan esta etapa.

El cerebro adolescente, como máquina predictiva, ajusta constantemente sus respuestas para mantener el equilibrio del organismo. La amígdala, una de las estructuras del sistema límbico, en particular, desempeña un papel crucial en la regulación de emociones, como el miedo y la ansiedad, la detección de amenazas y la activación de respuestas de lucha o huida. Por su parte, los llamados núcleos del rafe que están en el tronco encefálico, liberan un neurotransmisor denominado serotonina. Este neurotransmisor influye en diversas funciones cerebrales, incluyendo el estado de ánimo, el sueño y la regulación emocional.

Imagen: Psicoactiva.com Liberación de neurotransmisores durante la sinapsis.

En el cerebro adolescente, la serotonina desempeña varios roles:

  1. Regulación emocional: interviene en el estado de ánimo, la ansiedad y la felicidad. Cuando funciona de manera óptima, contribuye al bienestar emocional.
  2. Comunicación neuronal: la serotonina favorece las sinapsis y mejora la comunicación entre diferentes áreas del cerebro, lo que afecta el aprendizaje y la memoria.
  3. Plasticidad cerebral: la adolescencia es uno de los momentos de la vida con mayor plasticidad cerebral. Experiencias positivas y estimulantes pueden tener un impacto duradero en la formación del cerebro. Este desarrollo dinámico no solo configura la personalidad y la percepción del mundo de los adolescentes, sino que también establece las bases para la salud mental y el bienestar en la vida adulta.

La serotonina es esencial para el equilibrio emocional y el funcionamiento cognitivo en los adolescentes.

La sobreestimulación tecnológica y digital puede afectar la segregación de serotonina en el cerebro de los adolescentes principalmente de dos maneras:

  • Cambios en las redes neuronales: la adicción a internet y el uso excesivo de pantallas pueden alterar las redes responsables de la atención y la toma de decisiones. Ciertas regiones neuronales pueden presentar algunas interrupciones en adolescentes adictos a internet, lo que afecta su funcionamiento cognitivo y emocional.
  • Efectos psicofisiológicos: la sobreestimulación digital puede provocar estrés, ansiedad, trastornos del sueño y problemas depresivos en los adolescentes. Además, puede afectar la autoestima, la vinculación familiar y social.

Las alternativas saludables a la sobreexposición tecnológica son las actividades al aire libre, el ejercicio físico y los juegos presenciales. Estas actividades estimulan áreas motoras, cognitivas y emocionales, y promueven un equilibrio en el cerebro adolescente.

Imagen: Pixabay

Adolescencia y sueño

El uso prolongado de dispositivos digitales y la exposición a pantallas es una preocupación creciente, especialmente en adolescentes, cuya relación con la tecnología se ha intensificado en los últimos años. El tiempo extendido frente a pantallas puede afectar de manera significativa el sueño, un componente esencial para su desarrollo y bienestar.

Influencia del tiempo frente a pantallas en el sueño de los adolescentes:

1. Exposición a la luz azul y supresión de melatonina

Uno de los principales problemas asociados con el uso prolongado de pantallas antes de dormir es la exposición a la luz azul, un tipo de luz de onda corta que emiten dispositivos como teléfonos móviles, tabletas, computadoras y televisores. La luz azul tiene un efecto directo sobre el ritmo circadiano, que es el reloj biológico que regula el ciclo de sueño-vigilia. Durante la noche, la exposición a la luz azul inhibe la producción de melatonina, la hormona responsable de inducir el sueño.

En los adolescentes, cuyo ritmo circadiano ya es propenso a un retraso natural ―tienen tendencia a acostarse y levantarse más tarde― la exposición a la luz azul exacerba este retraso, lo que dificulta aún más la conciliación del sueño. Como resultado, los adolescentes que pasan tiempo prolongado frente a pantallas antes de dormir tienden a quedarse despiertos hasta más tarde y experimentan una reducción en la calidad del sueño y en la cantidad de horas de descanso.

2. Estimulación cognitiva y emocional

El uso excesivo de dispositivos digitales no solo afecta el sueño a nivel fisiológico, sino también altera el proceso de alostasis a través de la sobreestimulación cognitiva y emocional que generan. Actividades como jugar videojuegos, interactuar en redes sociales o ver videos de noche pueden activar el cerebro, aumentando el estado de alerta y la excitación emocional. Esta estimulación cognitiva puede hacer que los adolescentes tengan dificultades para relajarse y entrar en un estado mental adecuado para dormir.

Además, el contenido que consumen los adolescentes, en especial si es emocionalmente cargado o provocativo, puede llevar a un aumento en la ansiedad o en la excitación, lo que interfiere con la capacidad de desconectarse mentalmente y prepararse para el sueño. Esto provoca dificultades para mantener un sueño continuo a lo largo de la noche.

3. Impacto en la rutina de sueño y la disminución del tiempo de descanso

El tiempo que los adolescentes pasan frente a las pantallas también afecta su rutina de sueño al reducir el tiempo disponible para descansar. En muchos casos, el uso de dispositivos digitales desplaza las horas que deberían estar dedicadas al sueño. Por ejemplo, los adolescentes que utilizan sus dispositivos hasta altas horas de la noche tienen menos tiempo para dormir, lo que puede llevar a un déficit de sueño crónico.

Este déficit de sueño acumulado afecta diversas funciones cognitivas, incluyendo la concentración, la memoria y la capacidad de tomar decisiones, lo que tiene un impacto directo en el rendimiento escolar y la salud mental. Además, la privación crónica de sueño se asocia con un mayor riesgo de problemas de salud a largo plazo, como la obesidad, la diabetes tipo 2 y trastornos del estado de ánimo, que incluyen la depresión y la ansiedad.

4. Alteraciones en el ritmo circadiano

La exposición prolongada a pantallas también contribuye a la desincronización del ritmo circadiano en los adolescentes. El ritmo circadiano es el ciclo natural que regula las funciones biológicas en un período de 24 horas. Cuando este ritmo se ve alterado por el uso de dispositivos electrónicos, se producen desajustes en los horarios de sueño y vigilia, lo que conduce a un patrón de sueño irregular.

Los adolescentes que experimentan alteraciones en su ritmo circadiano debido al uso excesivo de pantallas a menudo tienen dificultades para despertarse por la mañana y pueden sufrir somnolencia diurna, lo que afecta su rendimiento en la escuela y otras actividades diarias. Esta irregularidad en los patrones de sueño también puede contribuir a la aparición de trastornos del sueño, como el insomnio y el síndrome de fase del sueño retrasada.

Imagen: Pixabay

Dado que el sueño es esencial para el desarrollo cognitivo, emocional y físico durante la adolescencia, es crucial que los adolescentes, junto con sus madres, padres, tutores y educadores, tomen medidas para limitar el uso de dispositivos digitales, especialmente antes de dormir y promover hábitos de sueño saludables.

El cerebro adolescente es un terreno fértil ―pero también vulnerable― para el aprendizaje y la adaptación. Como docentes, debemos guiar a nuestros jóvenes hacia un uso consciente de la tecnología, cuidando su bienestar mientras navegan por este mundo digital en constante cambio.

Ficha

Publicado: 20 de agosto de 2024

Última modificación: 25 de septiembre de 2024

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General

Área / disciplina

Biología

Educación Digital

Educación Tecnológica y Digital

Nivel

Secundario

Ciclo Básico

Ciclo Orientado

Superior

Categoría

Artículos

Modalidad

Todas

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Etiquetas

cerebro

adolescencia

estado de bienestar

educación digital

Autor/es

Carina Maguregui

Otros contribuyentes

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