Tradición, ruptura y boom latinoamericano
Las actividades pueden realizarse individualmente, o en grupo a través de herramientas virtuales como mail, blogs o plataformas colaborativas.La materialidad de los cuentos y novelas de Juan Carlos Onetti se inscribe en la corriente de la nueva narrativa latinoamericana y sin duda rompe con la llamada novela de la tierra, cuyos exponentes más representativos son La vorágine, de José Eustasio Rivera, Doña Bárbara, del venezolano Rómulo Gallegos, y Don Segundo Sombra, del argentino Ricardo Güiraldes.Sin embargo, y si bien el mismo Onetti se define en varias entrevistas como arrastrado por el boom, su experimentación narrativa lo precede y puede vislumbrarse en obras como El pozo (1939) o Tierra de nadie (1941).En la primera actividad te proponemos un acercamiento a la obra de Onetti teniendo en cuenta sus condiciones de producción y el contexto social, político y cultural en los que se origina; en la segunda se plantea un abordaje posible para trabajar con la novela Los adioses.
Un cuadro puede resultar de utilidad para organizar la información. Tratá de organizar la información según: los principales exponentes, los principales temas, las principales obras y el período en el que se desarrollan los siguientes ítems: la novela de la tierra, la narrativa onettiana y el boom latinoamericano.Luego de la etapa de relevamiento, deberás leer al menos una obra y realizar un rastreo textual de los elementos antes señalados que se presentan en ella. También podés invertir el orden de esta actividad y construir el cuadro luego de la lectura de las obras.Te sugerimos para trabajar los siguientes cuentos y novelas:
Toda la óptica de la novela está teñida, entonces, por los prejuicios, por la mediocridad, por los temores y por las fobias del bolichero. Ese individuo, que también es un personaje, nos obliga a aceptar, nos impone su punto de vista y a la vez nos aconseja, muy a la sordina, que desconfiemos de lo que nos cuenta. Pero el lector no tiene otro camino que aceptar su versión. Y jugar al descarte. El lector tiene que meterse en la historia, tiene que participar, como se dice ahora, y nunca estará seguro de nada salvo de los hechos primarios. Pero ¿qué significan los hechos en su crudeza total, en su desnudez? Nada. Son simples gestos que es preciso traducir, descifrar, darles sentido. No hay trampa ninguna en la novela. El lector se convierte en cómplice.
Imagen: Creative Commons.Autor: Gonzalo Viera Azpiroz
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Publicado: 17 de septiembre de 2014 Última modificación: 07 de noviembre de 2014
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