Con sus proyectos de robótica e inteligencia artificial, la artista canadiense Jessica Field ha desarrollado, durante más de diez años, un lenguaje particular para reflejar principios de la vida a través de sus robots. Estableciendo un paralelismo entre la inteligencia artificial de los robots y el comportamiento humano, pretende que aprendamos de estos seres mecánicos algo acerca de nosotros mismos.
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Graduada en la carrera de Nuevos Medios, de la Facultad de Arte y Diseño de Ontario, en Toronto, sus investigaciones y experiencias en el campo del arte la han llevado a dictar clases de Robótica y Electrónica tanto para adultos como para niños en el Children’s Technology Workshop, de Toronto.
Dos de sus obras más emblemáticas, Investigación semiótica en el comportamiento cibernético, de 2004, y Ecosistema desajustado, de 2008, premiadas en el Concurso Internacional de Arte y Vida Artificial VIDA, muestran la concepción creativa de Jessica Field.
En estas obras de teatro robótico, las máquinas son actores que Jessica puede dirigir a partir del software que ella diseña. En su análisis, la tecnología es al mismo tiempo la herramienta y el medio para reflexionar sobre las relaciones sociales.
En Investigación semiótica en el comportamiento cibernético, los robots Alan y Clara observan su entorno y lo analizan. El espectador que tienen frente a ellos se convierte en su objeto de estudio. Ambos modelos entablan una conversación en la que cada uno emite su opinión acerca de lo que ve, y espera que su compañero esté de acuerdo. Cuando la realidad se ajusta a sus expectativas —los espectadores se mueven como está previsto, por ejemplo—, su estado de ánimo refleja su grado de seguridad, se vuelven arrogantes y no son influidos por la opinión del otro. En cambio, si sucede algo inesperado, se ven dominados por la incertidumbre, la desconfianza y el temor. La conciencia de su error hace que la opinión del otro robot se vuelva importante. Lo que Alan y Clara no saben es que, en realidad, no perciben el entorno de la misma manera, ya que cada uno analiza aspectos diferentes del mundo que los rodea. La performance de Alan y Clara refleja la complejidad de las relaciones sociales y la influencia de los otros en lo que cada uno percibe.
Investigación semiótica en el comportamiento cibernético, de Jessica Field. Ecosistema desajustado es una obra formada por cuatro robots interdependientes. Se trata de un circuito de a pares que se retroalimenta. Llamémolos A, B, C y D. A y B desarrollan dos tareas diferentes e independientes de los demás robots: A busca líneas y B busca luz. Cuando cada uno encuentra alguno de estos elementos, emite una señal a C y D, respectivamente. Por su parte, C emite luz y D dibuja líneas cuando reciben el estímulo emitido por A y B. Por ejemplo: cuando A encuentra una línea, emite una señal a C. C, entonces, elige un nuevo lugar al azar para emitir un haz de luz. Por otro lado, cuando B encuentra un haz de luz, le envía una señal a D. Al recibirla, D dibuja una nueva línea. En este círculo vicioso, los cuatro robots interactúan de manera negativa en un ecosistema cerrado, sin una idea de cooperación entre ellos, y donde la ignorancia acerca de la presencia del otro vuelve infructuosa la tarea de cada uno.