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Los míticos refugios de la exploración de la Antártida se pueden recorrer en Internet

Son los que usaron los aventureros Robert Scott y Ernest Shackleton cuando intentaron llegar al Polo Sur, a principios del siglo pasado.


la cabaña de Scott
Las cabañas y su historia, disponible en castellano, ya se pueden visitar en el sitio Antartic Expedition Huts, Antarctica - Google Arts & Culture. Con una cámara sobre un trípode y con una lente ojo de pez se tomaron imágenes en 360 grados de las cabañas, lo que permite recorrerlas casi como si se estuviera allí.

Las expediciones del inglés Robert Scott y el irlandés Ernest Shackletonodas, narradas en el libro El peor viaje del mundo, no buscaban clavar una bandera sino conocer la naturaleza del continente blanco, de sus colonias de pingüinos, u obtener muestras geológicas desconocidas.

Pasó más de un siglo y las cabañas que construyeron en la Antártida como refugio y laboratorio de investigación siguen intactas. Ahora cualquiera podrá visitarlas y conocerlas en detalle a través de Internet.

En la cabaña de Scott se pueden ver latas de comida en las estanterías, una revista London Illustrated News sobre una mesa y el cuarto oscuro del fotógrafo de la expedición, con sus placas y productos químicos, y el equipo científico usado para medir la temperatura y las condiciones meteorológicas que los científicos están usando para conocer los efectos del cambio climático sobre la Antártida.

Ese polo inhóspito, siempre un lugar para valientes, ahora lo podrá visitar cualquiera desde la seguridad de unos clicks.

Robert Scott y Ernest Shackleton

La mítica expedición de Scott y sus cuatro compañeros, entre 1910 y 1913, fue una odisea. Instalaron su base en el Cabo Evans, en la Isla de Ross, y atravesaron una gran barrera de hielo, un glaciar gigantesco y la meseta antártica en ponis siberianos y trineos tirados por ellos mismos. Lograron llegar al Polo Sur después de cinco meses, pero un noruego llamado Roald Amundsen les acababa de ganar de mano: había llegado un mes antes y les había dejado su bandera y una nota . El equipo de Scott emprendió el regreso. Uno que vio que sus pies ya estaban congelados salió a 40 grados bajo cero para morir y no ser una carga para el resto. Igual, todos murieron en la carpa, sin víveres, sin combustible y presos de un clima extremadamente violento.

Shackleton había participado al mando de Scott en otra expedición, en 1901, hasta que armó su propio viaje. Quería cruzar la Antártida a través del Polo Sur y la leyenda dice que publicó un aviso en el diario en 1907 que decía: “Se buscan hombres para un peligroso viaje. Salarios bajos, frío intenso, largas horas de oscuridad total. Un regreso seguro es dudoso. Honor y reconocimiento en caso de éxito”. Con 28 voluntarios a bordo, el barco quedó triturado por la presión de los hielos, se hundió, perdieron el equipo y tuvieron que sacrificar a los perros para poder alimentarse y terminaron en una barcaza de 6 metros haciendo 1.280 kilómetros. Shackleton terminó yendo a buscar ayuda al otro lado de la isla y los salvó a todos. Por eso lo recuerdan como un ejemplo de trabajo en equipo y liderazgo. 

Fuente: Clarín

 

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Publicado: 24 de julio de 2012

Última modificación: 11 de septiembre de 2023

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Fabricio Espíndola

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