VOLVER A FILTROS

La búsqueda de justicia por crímenes de lesa humanidad

Estas voces dan cuenta del largo y conflictivo proceso de revisión y juzgamiento del accionar de las Fuerzas Armadas durante la última dictadura militar y los crímenes de lesa humanidad que cometieron. En la temprana democracia el Informe de la CONADEP sería el punto de partida de un proceso judicial excepcional, donde se sentenció a las tres primeras juntas militares, condenas que las leyes de Punto Final, Obediencia Debida y los posteriores indultos intentaron dejar sin efecto. Pero una segunda etapa, todavía abierta, iniciada en 2003 con la derogación de aquellas leyes y profundizada en 2006, con la declaración de inconstitucionalidad de los indultos, volvería sobre la investigación de esos crímenes para habilitar nuevamente la acción de la justicia.


Ernesto Sabato entrega el informe de la CONADEP, 1984

ERNESTO SABATO: En nombre de la seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una categoría tétrica y fantasmal: la de los desaparecidos. Palabra, triste privilegio argentino, que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo.
Arrebatados por la fuerza, dejaron de tener presencia civil. ¿Quiénes exactamente los habían secuestrado? ¿Por qué? ¿Dónde estaban? No se tenía respuesta precisa a estos interrogantes. Las autoridades no habían oído hablar jamás de ellos, las cárceles no los tenían en sus celdas, la justicia los desconocía, y los habeas corpus solo tenían por contestación, el silencio.
En torno de ellos crecía un ominoso silencio; nunca un secuestrador arrestado, jamás un lugar de detención clandestina individualizado, nunca la noticia de una sanción a los culpables de los delitos. Así transcurrían días, semanas, meses, años de incertidumbre y dolor de padres, madres e hijos, todos pendientes de rumores, debatiéndose entre desesperadas expectativas, de gestiones innumerables e inútiles, de ruegos influyentes, oficiales de alguna Fuerza Armada que alguien les recomendaba a obispos y capellanes a comisarios, la respuesta era siempre negativa.
En cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, del oscuro temor de que cualquiera, por inocente que fuese, podía caer en aquella infinita caza de brujas; apoderándose, de unos, el miedo sobrecogedor, y de otros, una tendencia consciente e inconsciente a justificar el horror. «Por algo será.» Se murmuraba en voz baja, como queriendo así propiciar a los terribles e inescrutables dioses, mirando como apestados a los hijos o padres del desaparecido. Sentimientos, sin embargo, vacilantes, porque se sabía de tantos que habían sido tragados por aquel abismo sin fondo, sin ser culpables de nada. Porque la lucha contra los subversivos, con la tendencia que tiene toda clase de brujas o de endemoniados, se había convertido en una represión demencialmente generalizada. Porque el epíteto de subversivo tenía un alcance tan vasto como imprevisible.
En el delirio semántico, todo era posible. Desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas miserias para ayudar a sus oradores. Todos caían en la redada. Dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios. Muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil. Periodistas que no eran adictos a la dictadura. Psicólogos y sociólogos, jóvenes pacifistas. Monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables, y amigo de cualquiera de ellos, y amigo de sus amigos, gente que había sido denunciada por venganza personal o por secuestrado bajo tortura. En su mayoría, inocentes de terrorismo, y ni siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque estos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento, o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores.
Fuimos acusados de no propiciar la reconciliación nacional, de activar los odios y resentimientos, de impedir el olvido, pero no es así. No estamos movidos por el resentimiento ni por el espíritu de venganza. Solo pedimos la verdad y la justicia, tal como, por otra parte, las han pedido las iglesias de distintas confesiones. Entendiendo que no podrá haber reconciliaciones sino después del arrepentimiento de los culpables y de una justicia que se fundamenta en la verdad, porque si no, debería echarse por tierra la trascendente misión que el poder judicial tiene en toda comunidad civilizada.
Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras y, sin duda, el más terrible drama que en toda su historia sufrió la nación, durante el período que duró la dictadura militar –iniciada en marzo 1976– servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror. Y solo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana, únicamente así podremos estar seguros de que nunca más en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado.

Hebe de Bonafini a 10 años de la creación de Madres de Plaza de Mayo, 1987


[Comienza cortado]… y nos encontramos unas con otras:
–¿Quién te falta?
–Y, a mí un hijo.
–A mí me falta una hija.
–¿Cuántos meses?
–¿Dos meses? ¿Cómo vivís dos meses sin tu hijo? Yo me voy a volver loca.
–No, pero a mi hace cinco...
No se podía creer, no podíamos creer que se pudiera soportar la desaparición del hijo.
Y tuvimos que creerlo, que masticarlo, que mandarlo para adentro y seguir luchando.

El presidente Carlos Menem sobre el supuesto ataque al Ejército, 1994

CARLOS MENEM: Aquí hay, evidentemente, una campaña para desprestigiar a las Fuerzas Armadas, esto es evidente. Hay una campaña feroz para tratar de desprestigiar a la institución Fuerzas Armadas, y en este caso al Ejército. No es lo mismo que, si mañana o pasado tenemos problemas en el ámbito de otra institución, pretendemos descalificar a la institución. Se descalifica a los hombres, se investigan los hombres.

El presidente Carlos Menem firma decretos de indultos por delitos cometidos en la última dictadura, La Rioja, 1989

 He firmado los decretos de indulto para militares y civiles, de acuerdo a lo que venía anunciando desde hace un tiempo esta parte, a los efectos de que nos reconciliemos y pacifiquemos el país los argentinos.

El fiscal Luis Moreno Ocampo se refiere a la culpabilidad de las Juntas Militares, 1985

LUIS MORENO OCAMPO: Vamos a explicar por qué razón los acusados, que según la prueba realizada, no han disparado un revólver ni aplicado con sus manos la picana, son, sin embargo, responsables de todos los delitos por los que los hemos acusado. De los tormentos, los homicidios...y los restantes. En ese sentido, las leyes y reglamentos militares son sumamente claras y establecen la responsabilidad jerárquica del mando.
El 24 de marzo de 1976, al usurpar el poder, la Junta Militar dirigió una proclama al pueblo argentino. En esa proclama revolucionaria, los comandantes afirmaron, para justificar su accionar, que habían asumido la conducción del Estado frente a la falta de una estrategia global que, conducida por el poder político, enfrentara a la subversión. Se elaboró una nueva estrategia de operaciones cuya nota saliente fue actuar en la clandestinidad. Y por consiguiente, el plan también permaneció en las sombras y nunca fue reconocido. Este plan, aprobado por los comandantes y ordenado por ellos, no está agregado como una de las pruebas documentales a esta causa. Sin embargo, la Fiscalía afirma que la prueba que se ha producido permite tener plenamente acreditado que ese plan fue llevado a cabo en los siniestros años que aquí estamos investigando. Unos pocos, asesinatos o torturas, podrían ser considerados hechos aislados. Pero la cantidad de hechos que ha probado la Fiscalía, hechos coincidentes en su detalle, que sucedieron en todos los rincones del país y durante largos años, permiten demostrar, acabadamente, la existencia de un plan de operaciones que debe, indudablemente, haber sido dictado por quienes aquí están acusados.
Y bien señores jueces, no quiero extenderme más porque podríamos hablar, durante horas, de los enormes indicios y pruebas que acreditan la... el sistema ilegal que funcionó en la Argentina. Solo quisiera señalar que las únicas personas que tienen... tenían facultades para ordenar a sus tropas que actuaran de noche, que llevaran gente a lugares militares, que los torturasen, que luego los eliminasen; que las únicas personas que podían trasladar detenidos de una provincia a otra, que las únicas personas que podían pasar detenidos de la Fuerza Aérea a la Escuela de Mecánica Armada, o de ahí al primer cuerpo del Ejército y de ahí a la Perla. Que las únicas personas que podían prohibir a todos los integrantes de la Fuerza de Seguridad de todas las provincias, actuar cuando había grupos que tenían impunidad, que las únicas personas que podían prohibir recibir denuncias, que las únicas personas que manejaban todos los informes de inteligencia, que las únicas personas que controlaban lo que decidían los destinos, que las únicas personas que manejaban el aparato diplomático, que manejaban la prensa, que manejaban las campañas de acción psicológica. Esas únicas personas eran los integrantes de la Junta Militar. Y el escudo, que en aquella época utilizaban, en el cual entremezclaban los símbolos de las tres Fuerzas, son un fiel reflejo de por qué solo la Junta Militar pudo ser responsable de lo que aquí sucedió.

Secretario de Energía Conrado Storani sobre el juicio a miembros de las Fuerzas Armadas, 1984

CONRADO STORANI: Yo creo que hay que ejercer el poder, en plenitud. Por eso, Alfonsín dice con énfasis, sin soberbia pero con énfasis: El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas va a ser el Presidente de la Nación tal cual reza la Constitución Nacional, primer asunto, y el que se oponga a esto, se desmande de la ley, sin revancha, sin venganza, va ser objeto impasible de la aplicación de la ley, en cualquier latitud. Lo que pasa es que hay que aplicar la ley de inmediato... Cuando hay alguien quisiera trasponer los límites de la ley, el Ejecutivo no tiene que producir ningún hecho sino colocarlo en frente del juez.

Hebe de Bonafini sobre la querella del presidente Carlos Menem, 1990

HEBE DE BONAFINI: Estoy recién llegada de un viaje de mucha tarea. No sé si voy a poder hilvanar un discurso porque estoy muy, realmente, cansada. Pero hoy era un día que no podía faltar. Había pensado no venir, pero esta mañana cuando leí el diario....y vi que el señor Presidente, además de habernos acusado de traidoras a la patria, nos va a hacer una querella, dije: Ahí tengo que estar.
¿Qué es la patria, señor Presidente, para usted? Tenemos patrias diferentes, absolutamente diferentes.
Su patria son los milicos; es el dinero; es Estados Unidos; es la guerra; es el poder; a lo mejor la Ferrari.
La patria nuestra son los hombres y mujeres que dieron su vida por ella, son nuestros amados hijos; son los hombres y mujeres que trabajan; son los que están en la lucha; es la Plaza; es la vida; es la tierra. Somos, en definitiva, los que estamos luchando para hacer una patria diferente.
No la suya, señor Presidente, no la suya.
Por eso, porque tenemos patrias diferentes, tal vez usted sienta que está traicionando todos los días a los hombres y mujeres que lo votaron, que está vendiendo esa patria que dice usted, la de la bandera que suben y bajan, pero que también rematan con los pozos de petróleo o con la entrega de las multinacionales, a las multinacionales de lo mejor que tenemos. Tal vez la patria para usted es eso. Pero tenemos diferentes patrias.
Yo quiero decirle señor Presidente, qué quise decir cuando dije que usted es una basura. [Aplausos y ovaciones.] Quise decir... [sigue hablando entre aplausos.] Basura, dice el diccionario de la Real Academia Española de la 19.° edición, gracias Carlos por este papel: Inmundicia, suciedad, y especialmente, lo que se recoge barriendo, alfombra del imperialismo. [Aplausos y ovaciones.] Segundo: desecho, estiércol. Tercero: lo que repugna o lo que es despreciable. Tome de aquí, señor presidente, lo que más le guste, para mí, usted, son las tres cosas. [Aplausos.]

[Cantos de la multitud.]
Menem, basura, vos sos la dictadura, Menem basura, vos sos la dictadura, Menem basura, vos sos la dictadura, Menem basura, vos sos la dictadura.

HEBE DE BONAFINI: Como decía mi compañera recién, y para que vea el Presidente cómo somos las madres, una más una, más una, más una. Cada una más fuerte, cada una más firme, cada una con más ganas. Y ahora con los jóvenes: una más una, más una, más una, más una, más una; así, uniendo nuestras manos y haciendo cadena, por más que nos maten, siempre va a quedar uno, más una, más una y más una. [Aplausos y ovaciones.]

24 de marzo, el horror y la muerte se instaló en el país.
24 de marzo.
Cuántos de los que hoy están en el Congreso, golpearon la puerta de los cuarteles.
Cuántos de los que están en la Casa de Gobierno fueron por atrás a decirles: Vengan señores.
Cuántos de los que están en la Casa de Gobierno firmaron decretos para aniquilar a nuestros hijos.
Se creyeron que nos iban a poder. Es verdad, ellos no están. Pero no están físicamente, porque están marcando un camino; un camino muy largo y muy difícil, pero un camino que nadie podrá torcer, [sigue hablando entre aplausos] porque nadie se va a salir de él, porque es claro y es limpio y porque está marcado con sangre, por eso es un camino importante.

24 de marzo, muchos creyeron que iban a poder con todo. No contaron con las Madres. Y estamos aquí, desde hace casi 14 años, marchando, luchando, exigiendo, denunciando y, sobre todo, llamando a las cosas por su nombre. Y no en el exterior. Primero lo decimos aquí como corresponde y después recién vamos a decirlo afuera. [Aplausos y ovaciones.]
Pero también les queremos decir, que no es fácil el camino pero que nadie nos va a hacer salir de él, que no vamos a cambiar, que no importa que al presidente le preocupe qué es lo hacemos con los ferroviarios. Hacemos con los ferroviarios, lo que le correspondería hacer a todo el país: estar con ellos, [aplausos que se van intensificando con las palabras de Hebe] acompañarlos, reivindicarlos, apoyarlos, y sobre todas las cosas, hacer carne su lucha. Que la lucha de ellos sea la nuestra, que no esperemos a que los repriman, que no esperemos a que los persigan. Tenemos una obligación: quedarnos grupos de nosotros toda la noche con ellos, para apoyarlos y acompañarlos, para que no los vengan a reprimir, como seguramente pensarán que podrán hacer esta noche.

Estamos conectadas con el mundo compañeros ferroviarios, [aplausos] y no vamos a permitir que les pase nada, porque vamos hacer cadena en el mundo, para que no haya un solo reprimido más, porque ustedes tienen que ganar este conflicto. Porque con él vamos a ganar todos. Este es el conflicto del pueblo. Es la primera vez que un grupo de compañeros se rebasa de la burocracia, les pasa por encima, como corresponde, y hace un paro como corresponde, con dignidad, con honor, con altura, sin negociar, pensando en todos los compañeros. Y como dicen ellos, van a ganar porque esta vez dirigen las bases. No importa cuántas antenas parabólicas y cámaras nos filmen, que nos sigan filmando hasta que se pudran de filmar. Nosotros vamos a seguir en este camino. No nos interesa lo que piensa el Presidente, porque a él no le importa lo que piensa el pueblo. Él empezó por faltarnos el respeto a nosotros, [aplausos] así que cuando alguien nos falte el respeto, nosotros tenemos el derecho de hacer lo mismo.

Fiscal Julio César Strassera en el Juicio a las Juntas, 1985 (I)

JULIO CÉSAR STRASSERA: Particularmente deleznable resulta el argumento de la guerra sucia esgrimido hasta el cansancio como causa de justificación. Se nos dice así que esto es una guerra, a la que para conectar los inhumanos procedimientos utilizados en su desarrollo, se califica como no convencional y que en todas las guerras se producen episodios crueles, que aunque no queridos, son su consecuencia necesaria.
En primer lugar, creo imprescindible dejar claramente establecido, que aquí no hubo guerra. Tengo muy buenas razones en abono de esta afirmación y daré solo algunas pocas. Ninguno de los documentos liminares del proceso habla de guerra, y ello resulta por demás de significativo, porque resulta obvio, señores jueces, que si los tres responsables militares del alzamiento del 24 de marzo de 1976, hubiesen creído que estaban emprendiendo una guerra, cualesquiera fueran los calificativos que les mereciera, no hubieran omitido esa circunstancia en la proclama revolucionaria. Pero aceptemos ahora por vía de hipótesis la teoría de la guerra, tan cara a los acusados y comprobaremos que sus situaciones, lejos de mejorar, se ven moralmente tanto o más comprometidas. Porque, señores jueces, tal como es aceptado sin reservas por el orden jurídico internacional, cierta clase de hechos por su profunda inmoralidad y, fundamentalmente, porque exceden las necesidades del combate para convertirse en crímenes de lesa humanidad, no son permitidos ni siquiera en la guerra.

Alegato de Emilio Massera en el Juicio a las Juntas Militares, 1985

EMILIO MASSERA: No he venido a defenderme. Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa. Y la guerra contra el terrorismo subversivo fue una guerra justa. Sin embargo, yo estoy aquí, procesado, porque ganamos esta guerra justa.

Juez León Arslanián lee la condena a Jorge Rafael Videla, 1985

LEÓN ARSLANIÁN: Condenado al teniente general Jorge Rafael Videla como autor responsable de los delitos de homicidio agravado por alevosía, reiterado en dieciséis oportunidades. En concurso real, artículo 45 del Código Penal, con homicidio agravado por alevosía y por el concurso de tres personas, por lo menos, reiterado en cincuenta oportunidades. En concurso real, con privación ilegal de la libertad, agravada por amenazas y violencias, reiterado en trescientas seis oportunidades. En concurso real con tormentos, reiterado en noventa y tres oportunidades. En concurso real, con robo reiterado, en veintiséis oportunidades. A la pena de: reclusión perpetua, inhabilitación absoluta perpetua, accesorias legales, artículo 12 del Código Penal, accesorio de destitución, artículo 538 del Código de Justicia Militar y pago de las costas, artículo 29 inciso tercero del Código Penal.

El presidente Néstor Kirchner inaugura el Museo de la Memoria, 2004

NÉSTOR KIRCHNER: Queridos, Abuelas, Madres, hijos, cuando recién veía las manos… cuando cantaban el himno, veía los brazos de mis compañeros, de la generación que creyó y que sigue creyendo, en los que quedamos, que este país se puede cambiar. [Aplausos y ovación.]
Fueron muchas ilusiones, sueños… creímos en serio que se podía construir una patria diferente, y también cuando escuchaba a H.I.J.O.S. recién, también vimos la claudicación a la vuelta de la esquina, porque es difícil; porque muchos especulan; porque muchos que están agazapados y muchos esperan que todos fracasen para que vuelva la oscuridad sobre la Argentina, y está en ustedes que nunca más la oscuridad y el oscurantismo vuelvan a reinar en la Patria. [Aplausos y ovación.]
Las cosas hay que llamarlas por su nombre y acá, si ustedes me permiten, ya no como compañero y hermano de tantos compañeros y hermanos que compartimos aquel tiempo, sino como Presidente de la Nación Argentina vengo a pedir perdón del Estado Nacional por la vergüenza de haber callado durante veinte años de democracia [aplausos eufóricos]... de tantas atrocidades, y hablemos claro: no es rencor, ni odio lo que nos guía y me guía; es justicia y lucha contra la impunidad. Y a los que hicieron este hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentración como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino. [Aplausos y ovaciones.] Por eso Abuelas, Madres, Hijos detenidos desaparecidos y compañeros y compañeras que no están, pero sé que están en cada mano que se levanta aquí y en tantos lugares de la Argentina, esto no puede ser un tira y afloje entre quién peleó más o peleó menos, o algunos que hoy quieren volver a la superficie después de estar agachados durante años, que no fueron capaces de reivindicar lo que tenían que reivindicar. [Aplausos.]
Yo no vengo en nombre de ningún partido, vengo como compañero y también como Presidente de la Nación argentina, de todos los argentinos. Este paso que estamos dando hoy, no es un paso que debe haber sido llevado adelante por las corporaciones tradicionales que por allí vinieron especulando mucho más en el resultado electoral o en el qué dirán, que en defender la conciencia, o lo que pensaban o deberían haber pensado. [Aplausos.]
Por eso sé que desde el cielo, de algún lado, nos están viendo y nos están mirando. Sé que se acordarán de aquellos tiempos. Yo sé que no estuvimos por ahí a la altura de la historia, pero seguimos luchando como podemos, con las armas que tenemos, soportando los apretujones y los aprietes que nos puedan hacer, pero no nos van a quebrar, compañeros y compañeras. Aquella bandera y aquel corazón que alumbramos de una Argentina con todos y para todos, va a ser nuestra guía y también la bandera de la justicia y la lucha contra la impunidad y también dejar todo para lograr un país más equitativo con inclusión social, luchando contra la desocupación la injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esta lamentable década del 90, como epílogo de las cosas que nos tocaron vivir. Por eso, hermanos y hermanas presentes, compañeros y compañeras que están presentes, por más que no estén aquí, Madres, Abuelas, chicos, gracias por el ejemplo de lucha. Defendamos con fe, con capacidad de amar, que no nos llenen el espíritu de odio, porque no tenemos odio, pero tampoco queremos la impunidad; queremos que haya justicia, queremos que realmente haya realmente una recuperación fortísima de la memoria, y que en esta Argentina se vuelva a recordar y a recuperar y a tomar como ejemplo aquellos que son capaces de dar todo por los valores que tienen y hubo una generación en la Argentina que fue capaz de hacer eso, que ha dejado un ejemplo, que ha dejado un sendero, que ha dejado sus vidas, que ha dejado sus madres, que ha dejado sus abuelas, que ha dejado sus hijos. Hoy están presentes en las manos de ustedes.
¡Muchísimas gracias, muchísimas gracias, y abracémonos fuertemente por un país distinto! ¡¡Muchas gracias!! [Aplausos y ovaciones.]

Sobreviviente de La noche de los Lápices acerca de los desaparecidos, 1985

Muchas veces he preguntado: ¿Qué es un desaparecido en la Argentina? ¿Qué fue un desaparecido en la Argentina? Un desaparecido en Argentina fue, a uno que recibía constantemente torturas, la famosa picana eléctrica. Nos la pasaban por todo el cuerpo. A algunos nos arrancaron las uñas. Mientras que nos preguntaban, simplemente: Danos un nombre de otro chico. Y porque estábamos en un simple centro de estudiantes, porque estábamos participando, cuando sabíamos bien que no se podía hacer.

Las chicas sufrieron violaciones de todo tipo. Yo estuve compartiendo con ellos cuatro meses de desaparecido, en un campo de concentración que acá se llamó, tristemente, «El foso de Banfield», que era la Brigada de Investigaciones de la Policía de la Provincia. Estábamos atados con una soga al cuello, con las manos atrás, vendados. Teníamos algodones, después una cinta adhesiva. A los cuatro meses ya tenía los ojos podridos. Estuve mucho tiempo sin ver, estaba ciego.
¿Qué es un desaparecido? Un desaparecido es la peor bajeza. Es todo tortura, es todo dolor. Hoy los chicos no están, siguen desaparecidos. Lo que yo pido es justicia y castigo para todos los culpables, para los que la violaron.

Fiscal Julio César Strassera en el Juicio a las Juntas, 1985 (II)

JULIO CÉSAR STRASSERA: Ahora que el pueblo argentino ha recuperado el gobierno y el control de sus instituciones, yo asumo la responsabilidad de declarar en su nombre, que el sadismo no es una ideología política ni una estrategia bélica, sino una perversión moral.
A partir de este juicio y esta condena, el pueblo argentino recuperará su autoestima, su fe en los valores en base a los cuales se constituyó la Nación y su imagen internacional severamente dañada por los crímenes de la represión ilegal.

Señores jueces, quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más. [Aplausos y gritos.]

JUEZ: ¡Silencio en la sala! Personal policial, desaloje la sala.

Juez León Arslanián lee la condena a Emilio Massera, 1985

LEÓN ARSLANIÁN: (...) Condenando al almirante Emilio Eduardo Massera, como autor responsable de los delitos de homicidio agravado por alevosía, reiterado en tres oportunidades, en concurso real, artículo 55, con privación ilegal de la libertad, calificada por violencia y amenazas, reiterado en sesenta y nueve oportunidades. En concurso real con tormentos, reiterado en doce oportunidades. En concurso real con robo reiterado, en siete oportunidades. A la pena de: prisión perpetua, inhabilitación absoluta perpetua, accesorias legales, artículo 12 del Código Penal, accesorio de destitución, artículo 538 del Código de Justicia Militar y pago de las costas.

Estela de Carlotto acerca del Banco de Datos Genéticos, 1989

El tema del banco es la primera legislación que nosotros consideramos púnica porque, hay que marcarlo, es el único banco nacional de datos genéticos que existe en el mundo para estos fines. Es realmente un logro, del cual nos enorgullecemos porque fue un trabajo duro, pero salió bien. Y lo que estamos propiciando, y creo que algo se está preparando en el Congreso, es la eximición de la conscripción para los hijos de desaparecidos. Nosotros entendemos que estos chicos ya sufrieron bastante. Yo creo que ver un uniforme, para ellos, es revivirle el drama y el dolor de la desaparición de sus padres, y verles la cara todos los días a quienes quizá fueron los responsables es como someterlos a una tortura; eso es tortura que hay que eliminar. Darles el beneficio de no hacer la conscripción sería un logro grande, y que tendrían que trabajar las cámaras en esto.

El presidente Raúl Alfonsín recibe el Informe realizado por la CONADEP, 1984

RAÚL ALFONSÍN: El país necesitaba, en consecuencia, este ejemplo de ustedes. Así como necesita saber la verdad acerca de lo que pasó. Porque sobre la base de la mentira o de la oscuridad, no podemos construir la unión nacional. Y solamente, sobre la base de la verdad y de la justicia es que podemos encontrarnos en la reconciliación. Tomados, ¿por qué no?, de la mano de la bondad.
Yo creo que lo que ustedes han hecho, ya ha entrado en la historia de nuestro país. Constituye un aporte fundamental, para que de aquí en adelante los argentinos sepamos cabalmente, por lo menos, cuál es el camino que jamás deberemos transitar en el futuro. Para que nunca más el odio, para que nunca más la violencia perturben, conmueva y degrade a la sociedad argentina.
Yo sé muy bien que no todos van a estar conformes. Sé muy bien que es algo que sucede permanentemente a quienes actúan y pretenden actuar en el marco de la ley, en el marco del Estado de Derecho, con un sentido de justicia y no como una forma de venganza. Seguramente, haya quienes, de una parte y de otra parte, levanten sus voces reclamando otro tipo de acción. Pero tengo la más absoluta convicción de que, la enorme mayoría de los argentinos está, en estos momentos, agradeciéndoles el esfuerzo. Y tengo también la seguridad, que en el futuro, nuestros hijos, recordarán los nombres de cada uno de ustedes, porque a través de este esfuerzo y con el ejemplo han señalado, al mismo tiempo que el camino que no debía tomarse, también un ejemplo para cada uno, en cuanto a la necesidad de asumir responsabilidades, que es la forma de participación que reclama la democracia.

Palabras de Juan Cabandié nieto recuperado número setenta y siete, 2004

 En este lugar le robaron la vida a mi mamá, ella aún está desaparecida. En este lugar idearon un plan macabro de robo de bebés, acá hubo personas que se creyeron impunes, jugando conmigo y sacándome la identidad durante 25 años. Tuve mucho tiempo de búsqueda, y hace dos años, sin tener elementos fuertes, le puse nombre a lo que buscaba y dije: «soy hijo de desaparecidos», sin ningún elemento. Encontré la verdad hace dos meses: soy el número 77 de los hijos que apareció. Cuando el análisis de ADN confirmó que soy hijo de Alicia y Damián, ahora sí puedo decir «soy mis padres, soy Alicia y Damián, les pertenezco y tengo la sangre de ellos»: Gracias Estela, y a todas las abuelas.

Ficha

Publicado: 05 de agosto de 2013

Última modificación: 15 de diciembre de 2015

Audiencia

Docentes

Estudiantes

Área / disciplina

Ciencias Sociales

Historia

Nivel

Secundario

Superior

Categoría

Material de archivo

Modalidad

Todas

Formato

Audio

Etiquetas

Raúl Alfonsín

Juicio a las Juntas

indulto

ley de obediencia debida y punto final

derechos humanos

CONADEP

dictadura militar

Autor/es

Educ.ar

Licencia

Creative Commons: Atribución – No Comercial – Compartir Igual (by-nc-sa)


;