Antártida: los 52 años de la Base Marambio
El 29 de octubre de 1969, personal de la Fuerza Aérea Argentina inauguró la primera pista de aterrizaje para aviones en este destacamento, y lo convirtió en una puerta de entrada al continente blanco. Una radiografía de cómo se vive y trabaja en el continente más frío, seco y ventoso de la Tierra.
Cada vez son más los turistas que eligen el continente Antártico para sus vacaciones. Algunos van a sacar fotos a los extensos glaciares, y otros van a observar las diferentes especies de pingüinos, ballenas y focas que pueblan sus suelos y mares. Viajar a la Antártida a bordo de un rompehielos o un buque polar puede tardar unos 12 días ―zarpando desde Ushuaia―, y solo se puede ir durante los meses de verano, cuando el estado de los hielos lo permite. Pero hay un grupo de personas que vive y trabaja todo el año en la Antártida: equipos de científicos y militares de los distintos países que tienen destacamentos en este continente. Los primeros se dedican a estudiar los cambios climáticos de la tierra y la atmósfera. Los segundos sirven de apoyo a las actividades científicas, ya que este continente ―según el Tratado Antártico firmado en 1959― solo debe usarse con fines pacíficos.
Aterrizar en la Antártida
La construcción de la pista en Marambio significó un hecho de trascendencia nacional, histórica y geopolítica, porque permitió hacer llegar diferente tipo de suministros ―materiales y víveres― a las bases argentinas. Marambio es una de las seis bases permanentes que tiene la Argentina en el Polo Sur, y recibe vuelos desde el continente durante todo el año. Esto permite romper el aislamiento y generar un puente aéreo con el llamado «sexto continente».
Los vuelos que aterrizan allí sirven para el traslado de carga y pasajeros ―que luego también pueden ser redistribuidos a otras bases, por otros medios―, y para el rescate y evacuación de enfermos al territorio continental.
Además de ser la única estación argentina con pista de aterrizaje, Marambio cuenta con un centro meteorológico antártico donde se realizan observaciones y mediciones, como con el caso de la capa de ozono. Los datos luego son enviados por satélite a la Organización Meteorológica Mundial, y contribuyen a un esfuerzo colectivo por preservar y mejorar el medio ambiente.
Las investigaciones científicas y el cuidado del medio ambiente son cuestiones fundamentales para todas las bases argentinas. En el caso de la base Esperanza, por ejemplo, se está realizando un experimento con una pila de hidrógeno y con molinos de energía eólica, con el objetivo de comenzar a sustituir el combustible fósil como fuente de energía. Y en la base San Martín, por ejemplo, se estudia el campo magnético y el comportamiento de la ionosfera, se analizan los ruidos cósmicos, y se realizan estudios glaciológicos.
Primera escuela en la Antártida
En 1978 se fundó la Escuela Nº 38 "Julio Argentino Roca" en la base Esperanza, una de las dos escuelas en todo el continente blanco y la más austral del planeta. Esto posibilitó que los hijos de los científicos y el personal militar ―que estudiaban a distancia, con apoyo de sus padres―, continuaran con sus estudios en forma presencial. Desde 1977, la escuela pasó a depender de la provincia de Tierra del Fuego y, desde entonces, un matrimonio de docentes viaja a la base para trabajar, ya sea en nivel inicial, primario o secundario en esta escuela.
El hecho de tener una escuela en la base Esperanza, hizo de esta base argentina la única preparada para albergar a las familias de las personas que allí trabajan.
Una reserva de agua potable
La Antártida alberga alrededor del 80 % del agua dulce del planeta. Está cubierta de hielo y contiene varias cadenas montañosas, donde los efectos del calentamiento global pueden observarse a través del retroceso de los glaciares. Actualmente, hay unas 100 bases científicas pertenecientes a distintos países del mundo, que se encuentran desparramadas en este continente.
La temperatura promedio en invierno ―según el Instituto Antártico Argentino―, es de entre 20 y 30 grados bajo cero, y en verano oscilan entre 1 y 2 grados bajo cero. Pero cuando se asocian a los fuertes vientos predominantes, producen una muy baja sensación térmica que puede traspasar los 60 grados bajo cero.
La luz es un factor muy importante para los que habitan en la Antártida. En pleno verano hay luz ―prácticamente― las 24 horas del día; mientras que durante el duro invierno, los días alcanzan solo cinco horas de luz diarias.
Muchas personas sueñan con pisar este lugar de condiciones extremas y develar algunos de los misterios del Polo Sur. Pero solo algunos pocos se animan a hacerlo realidad y deciden ejercer su profesión en unos de los lugares más misteriosos de la Tierra.
Actividades y recursos para el aula
- Mapoteca – Actividades Antártida Argentina.
- Mapoteca – Climas y biomas de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Fuentes: Instituto Antártico Argentino - Fundación Marambio - Facebook Base Marambio
Ficha
Publicado: 26 de octubre de 2012
Última modificación: 29 de octubre de 2021
Audiencia
Familias
Área / disciplina
Ciencias Naturales
Nivel
Secundario
Categoría
Experiencias pedagógicas
Modalidad
Todas
Formato
Texto
Etiquetas
Antártida
datos geográficos en la Antártida
Base Marambio
Autor/es
Inés Braceras
Fuente
Fundación Marambio
Licencia
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