Las virtudes del no saber
Texto donde se reflexiona sobre el valor que se otorga a emitir respuestas rápidas y correctas y el poco valor que se asigna al proceso por el cual se logra llegar a ella.
Tomado de: Eleanor Duckworth. Cómo tener ideas maravillosas y otros ensayos sobre enseñar y aprender.
Madrid: Visor, 1994.
En la mayoría de las aulas, lo que se aprecia son las respuestas rápidas y correctas. En general, conocer la respuesta con prontitud se valora más que la manera de llegar a ella.
De manera similar, la mayoría de las pruebas intelectuales pretenden establecer lo que los niños han llegado a dominar. Independientemente de que estas pruebas se centren en la aptitud verbal, la aptitud para las matemáticas, el razonamiento general, o lo que sea, la tarea que se le pide al niño consiste en rellenar un espacio en blanco y pasar al siguiente. Cierto es que las pruebas de inteligencia exigen averiguar determinadas cosas, pero esta averiguación no cuenta para nada. Si lleva a la respuesta correcta, es esta respuesta la que cuenta. Pero ningún examinador sabrá nunca, y ninguna prueba pondrá nunca de manifiesto, si la respuesta correcta era un triunfo de la imaginación o una osadía intelectual, o si el niño ya sabía la respuesta de antemano. Además, cuanto más tiempo tarda el niño en averiguar las respuestas de la prueba, menos tiempo tiene para consignarlas; es decir, cuanto más se piensa para obtener las respuestas correctas a una prueba de inteligencia, menos inteligentes parecerán los resultados.
Quisiera dedicar un poco de atención a lo que ocurre cuando la respuesta correcta no se conoce de antemano.
Las virtudes del no saber son las que realmente cuentan a la larga. En el análisis final, lo que hacemos cuando no sabemos algo determina lo que sabremos al final.
Además, es muy posible ayudar a los niños que desarrollen estas virtudes. Brindar ocasiones como las descritas aquí, aceptar las sorpresas, el desconcierto, la excitación, la paciencia, la precaución, los intentos honestos y los resultados equivocados como elementos legítimos e importantes del aprendizaje conduce finalmente a su desarrollo posterior. Y ayudar a los niños a que acepten honestamente sus propias ideas no es difícil de hacer.
La única dificultad es que raras veces se anima a los enseñantes a que actúen así, sobre todo porque las pruebas normalizadas desempeñan un papel predominante a la hora de determinar dónde deben enfocar su atención. En el mejor de los casos, las pruebas normalizadas sólo nos pueden decir si una información, una noción o una capacidad dadas forman parte del repertorio de un niño. A consecuencia de ello, los maestros se ven instados a buscar las respuestas correctas, tan pronto y con tanta frecuencia como sea posible, y todo lo que ocurra mientras tanto se trata como algo marginal.
Sería una contribución importante a la causa del pensamiento inteligente en general y al número de respuestas correctas que al fin y al cabo se conozcan, que se animara a los enseñantes a centrarse en las virtudes implicadas en el no saber, para que estas virtudes recibieran cada día la misma atención en las aulas que la virtud de conocer la respuesta correcta.
Ficha
Publicado: 25 de agosto de 2008
Última modificación: 23 de abril de 2025
Audiencia
Docentes
Estudiantes
Área / disciplina
Ciencias de la Educación
Nivel
Primario
Secundario
Superior
Categoría
Material pedagógico
Modalidad
Todas
Formato
Texto
Etiquetas
estrategia de aprendizaje
estrategia de enseñanza
Autor/es
Eleanor Duckworth
Licencia
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