Y/o
A la hora de transformar la estructura simplista del pensamiento del que siempre partimos en un esquema de pensamiento más complejo, filosófico, hay un truco mínimo, simplísimo y súper útil: consiste en suplantar a las dicotomías por integraciones a través del cambio de una vocal, la «o», por otra, la «y».
A la hora de transformar la estructura simplista del pensamiento del que siempre partimos (cada uno de nosotros en su propia vida, o la clase en su proceso de desenvolvimiento) en un esquema de pensamiento más complejo, filosófico, hay un truco mínimo, simplísimo y súper útil. Ya lo expuse en algunos libros que publiqué sobre otros temas, pero no puedo evitar repetirlo aquí, porque creo que en el ámbito de una clase de filosofía es especialmente aprovechable.
Lo explico: consiste en suplantar a las dicotomías por integraciones a través del cambio de una vocal, la «o», por otra, la «y». En las habituales formulaciones en las que nos planteamos la necesidad de elegir entre una cosa «o» su contraria, el truco consiste en analizar el tema entendiendo que se trata de una verdad que incluye una «y» la otra.
Uno podría por ejemplo plantearse la siguiente pregunta: ¿soy una buena persona, preocupada por los demás, o soy un egoista que sobre todo busca siempre su propia satisfacción? El pensamiento abcado a la exploración de algernativas intentaría entonces discernir si en nuestro caso se trata de una personalidad capaz de altruismo o de una que por el contrario adolece de una cierta insensibilidad respecto del otro. El debate íntimo en busca de una verdad clara podría en este caso ser torturante, al estilo de los monólogos internos de los personajes de Dostoievski. La opción integradora podría en cambio ofrecernos una formulación como la siguiente: Soy una buena persona, preocupada por los demás, y soy un egoista que busca sobre todo su propia satisfacción. En este caso el pensamiento se abre a la posibilidad de tratar con una realidad más compleja, en la que los términos supuestamente contradictorios pueden ser afirmados al mismo tiempo. Lo que se produce entonces no es un sinsentido lógico sino un crecimiento en las capacidades de pensar, un aumento en el refinamiento de la mirada. Ser una persona, podría entonces pensarse, es vivir esta dinámica compleja por la cual se poseen cualidades de sentido diverso, y es necesario tener en cuenta esta realidad, aceptarla, porque su comprensión es un paso para poder evitar la autopersecució metafísica de querer ser lógico allí donde se es humano, orgánico, complejo.
Se trata de mostrar que la estructura de la contradicción puede ser superada al captar el contínuo orgánico que integra ambos supuestos polos inconciliables. Trabajando con un esquema lógico identificaríamos por ejemplo las posiciones enunciadas en el caso mencionado como elementos excluyentes, posiciones extremas de una diferencia entendida como posición inamovible, cuando en el caso de la opción integradora se nos ofrece la posibilidad de entrar en el universo real, fluctuante, contradictorio y a la vez coherente en su contradicción. En la contradicción se trata menos de opuestos lógicos que de tensiones dinámicas, y una persona puede a la vez ser «buena» y «mala» sin que la lógica deba colapsar por ello. (La paradoja moral, como hemos señalado en otros textos de esta misma serie, consiste en que cuando menos «pura» sea la bondad de una persona más real y efectiva resulta ser).
Para aprovechar este truco en el aula podría procederse pidiendo a los alumnos, como primer paso, que enuncien problemas a través de la exposición de dos alternativas. Pongo algunos ejemplos:
- El colegio, ¿es una experiencia frustrante, una institución atrasada que no está preparada para ofrecer a los adolescentes una formación útil, o es un tramo necesario de la preparación de una persona para la vida, en donde además se establecen relaciones que serán importantes de por vida?
- La Argentina, ¿es un país pobre y mal administrado, o es un país lleno de oportunidades y con enorme potencial?
- El pensamiento positivo planteado a través de la idea de que una buena actitud produce resultados mejores que los esperables de una actitud desesperanzada, ¿es un planteo ingenuo y sencillista o un recurso básico de vital importancia a la hora de generar pensamientos plenos, vidas plenas que sepan tratar con la complejidad del mundo real?
- Mis padres, ¿están preocupados por mi bienestar y me ayudan a crecer o buscan básicamente que yo sea una parte de su mundo y no quieren que haga nada que no sea de su agrado?
O, para plantear casos más sencillos, de los que probablemente tenderán a aparecer en una clase de colegio secundario:
- Mi mamá, ¿es idiota o se hace?
- Los profesores, ¿son unos sádicos incapaces o quieren que seamos realmente personas bien formadas?
- Ir al boliche todas las semanas, ¿es una diversión peligrosa o es lo mejor que viví en mi vida?
Una vez planteadas una serie de dicotomías, e incluso habiendo desplegado la discusión acerca de cual de las opciones es verdadera, podría proponerse a la clase la aplicación del «truco»: ambas opciones son verdaderas.
Consignemos entonces también la opción integradora:
- Mi mamá es idiota y se hace.
- Los profesores son unos sádicos incapaces que quieren que seamos personas bien formadas.
- Ir al boliche todas las semanas es una diversión peligrosa y es lo mejor que vivimos en cierta época de la vida.
La verdad no es la forma pura de una realidad deseada, es la existencia compleja y problemática de las opciones que se superponen y se entremezclan obligándonos generalmente a ir más allá de nuestros esquemas simplistas.
Ficha
Publicado: 15 de julio de 2009
Última modificación: 09 de abril de 2025
Audiencia
Docentes
Área / disciplina
Filosofía
Nivel
Secundario
Categoría
Entrevistas, ponencia y exposición
Modalidad
Todas
Formato
Texto
Etiquetas
integración
dicotomía
Autor/es
Educ.ar
Licencia
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