La escuela en la radio: cien años no es nada

Por Celina Cappello

El problema de escuchar 

La primera transmisión de “los locos de la azotea” cumplió cien años este 27 de agosto. Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica no imaginaron los mundos que seguiría abriendo esa tecnología un siglo después. La radio estimuló la imaginación a través de la escucha. Algunos ven goles por los oídos, otros conocen las problemáticas de la ciudad y hoy, cuarentena mediante, la utilizan estudiantes que recorren el barrio y habitan la escuela desde las voces de su comunidad educativa.  

Cecilia es docente de Artes Visuales y, en esta pandemia, se descubrió como locutora de No queda otra, el programa de radio que la Secundaria Técnica UNSAM emite diariamente por FM 89.5. “La idea es agitar un dispositivo de escucha”, nos dice. El programa no tiene el objetivo de dar tareas, pero sí de intensificar la presencia de la escuela y el lazo con la comunidad educativa y el barrio. Esta propuesta, desde una pedagogía comunitaria, no se desentiende del objetivo tradicional de la escuela: el programa se anuda con los espacios curriculares de las y los docentes que usan alguna entrevista o fragmento en sus clases y, con lo trabajado, arman una nueva columna para la radio. La escucha se vuelve un campo de acción, como una cinta de Moebius en la que docentes, estudiantes, familias y agentes del barrio habitan la escuela porque son parte de ese territorio que, desde la escucha, encontraron un espacio de encuentro. 

La escuela y los entornos virtuales  

Los dispositivos para pensar una educación virtual no estaban desde antes de la pandemia. El equipo docente tenía experiencia en inventar formas de comunicación contemporáneas en espacios donde priman los faltantes. Al ser la secundaria de una universidad nacional, la jurisdicción es un terreno bastante gris. A veces, las virtudes de la política pública tardan más en llegar allí pero, a la vez, acceden a otros recursos. 

Sabían que WhatsApp sería el canal que les permitiría llegar a sus estudiantes: es una aplicación que la mayoría tiene y no consume datos. Ante la virtualización, empezaron sosteniendo el lazo a través de cuatro encuentros sincrónicos a la semana que, rápidamente, pasaron a ser cinco: un encuentro diario. Al mes de la cuarentena, se sumó el de Artes a trabajar como un sexto espacio, a contraturno. “El formato nos dejaba un sin sabor”, confiesa Cecilia. “La escuela siempre tuvo proyectos interdisciplinarios que nacían del ‘pasilleo’", nos cuenta. Fue necesario olvidarse de la escuela edificio para entender cómo las voces faltantes en los pasillos encontraban su espacio en la radio; fue necesario pensar la escuela como territorio. Esta diferencia es fundamental para entender una educación que promueve el desarrollo comunitario. 

En Cómo vivir juntos, Marcela Martínez afirma que la escuela como territorio abre un escenario, en principio, indeterminado. El territorio no es una locación, es una trama relacional. No se sabe cuál es el territorio de una escuela porque se define por las relaciones que es capaz de desplegar. La propuesta de la radio nació de una frustración: los grupos del WhatsApp mantenían a “les pibes”, como dice Cecilia, haciendo tareas pero faltaba el vínculo entre docentes y familias en la nueva aula inmaterial. El trabajo socioeducativo, tan característico de esta escuela, se sostenía desde los coordinadores y sentían necesario reforzarlo con la presencia pedagógica de los docentes. 

La escuela hacía rato tenía un taller de cine y la idea de abrir uno de radio resonó varias veces en aquellos breves encuentros de pasillo que los docentes aprovechan para activar propuestas conjuntas. “Un profe es ‘crack’ de radio pero tenía otras funciones en la escuela”, nos cuenta Cecilia. El vínculo de la UNSAM con Radio Reconquista, es estrecho. Es la radio comunitaria de José León Suarez que está al aire desde 1988 recorriendo y accionando por el barrio. Las limitaciones del WhatsApp hicieron la magia de anudar estos componentes y el equipo de Artes arremetió con esa idea que le picaba hace rato. 

Experiencia de una radio en pandemia 

“Gracias por tu voz y tus palabras”, dice el avatar de No queda otra en su página de Facebook. Su imagen de portada, invita: “¿Nos encontramos?” Elegir la radio, no significó evitar las redes sociales. Al contrario, es un medio que se amplifica cada vez más. Con o sin datos, el programa se puede escuchar por FM, por Spotify, por Radiocut. Y lo encontrás en casi todas las redes que te llevarán a un enlace para abrir esa maravillosa caja de Pandora. 

Desde el 26 de mayo el programa se emite de lunes a viernes de 16 a 16.30 hs y fue desplegando su trama relacional día a día. Invitan a personalidades del barrio como a Carolina Pedelacq que, además de profesora, es concejala del partido de General San Martín; o en el programa #77 entrevistaron a Delia Giovanola, una vecina que es una de las fundadoras de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo. Abrieron el micrófono a Mariano Salamone, referente de la Sedronar en el territorio; a Christian Lusñak, entrenador del Club Malvinas. También agrandaron la mesa para estudiantes y familias de la escuela: entrevistaron a Gadiel, a su mamá y su papá para que compartan cómo afrontar la cuarentena; a Claudia, mamá de Alan que participa en ollas populares y lleva adelante un taller de costura. Compartieron recetas de todo tipo y, por ejemplo, la vecina Zunilda enseñó al aire cómo hacer hamburguesas de arroz yamaní y quinoa. 

La invitación se extendió también a nuevos locutores: el 17 de septiembre, Lucas de 6° se sumó a liderar el programa para saludar a los profes en su día; y, al poco tiempo de empezar, Luis y Luisito, padre e hijo, empezaron a presentar los viernes musicales. Un espacio que comenzó con un minirecital de León Gieco o “nos hizo bailar en pantuflas”, dice Cecilia, con la Delio Valdez en el programa #24. Viernes a viernes, Luis y Luisito fueron sumando sus intereses musicales, hasta que la sección cambió de nombre para llevar el de ellos. 

Marcela Martínez, en Cómo vivir juntos, nos plantea ciertas figuras docentes. Por ejemplo, el maestro armador de juego es quien explora los intereses presentes en el aula para proponer y marcar otros recorridos. Es quien se aventura en el terreno pantanoso de planificar sabiendo que llegará a un destino que no puede prever. 

El equipo docente, devenido en productor radial, permanentemente propone a sus estudiantes a ser quienes llenen el aire radial. Saben que es necesario sostener la invitación, mostrarse presentes, abrir temas, bucear e indagar sobre todo lo que recuerdan del aula para tantear qué contenidos y de qué formas arman juego con “les pibes”, como dice Cecilia. Como docentes, proponen: a veces se arma, a veces no. Así mismo, también aprenden del ensayo para futuras propuestas. 

En el programa #7 fue la primera vez que sintieron el poder de armar juego. Dedicado al “Ni una menos”, “laburamos colectivamente con todas las profes”, dice Cecilia, para reflexionar sobre el feminismo. “Un pibe se copó y mandó un audio”, nos cuenta, y quedaron maravilladas con la propuesta de su estudiante de 14 años: armar un círculo de charla entre varones. “Incluso le puso nombre”, agrega Cecilia, “que se llame ‘Ponete pillo’, dijo al aire”. 

El docente armador no espera un respeto a priori, no da por sentado recibir la atención de sus estudiantes. Es un docente que amplía su tarea: enseñar también implica tener que generar las condiciones para poder hacerlo. En la Secundaria Técnica de UNSAM esto lo saben. Y agregan un condimento necesario: la tarea es colectiva. 

Referencias: 

Martínez, M. (2016) Cómo vivir juntos, la pregunta de la escuela contemporánea. Eduvim, Villa María, Córdoba.  

No queda otra. https://anchor.fm/noquedaotra