María Cristina Ramos
Escritora y editora, recomienda El balcón en invierno, de Luis Landero.
Hola, soy María Cristina Ramos. Soy escritora, vivo en Neuquén y me invitaron del Plan Nacional de Lecturas, una invitación muy bonita para hablar un poco de libros en este día tan lindo de hoy, el Día del Libro. Agradezco la invitación. Está bueno, estamos en casa, estamos cuidando nuestra salud y, por eso, también leemos.
Yo estoy leyendo, en realidad estoy releyendo un libro muy hermoso que se llama El balcón en invierno, escrito por Luis Landero, un autor español de estos tiempos. Bueno, cumplo con la consigna, es un libro que habla de libros, pero, aviso, hay un capítulo en el que recupera la memoria de instantes de infancia en rueda de familia, donde la narradora era la abuela y luego los tíos, que contaban historias increíbles, hasta que los demás presentes intervenían y les corregían los argumentos, porque ellos también sabían que había ocurrido aquello de que se hablaba, que confrontado con la realidad era imposible. ¿Pero cómo va a ser imposible algo que realmente vivió el tío o el abuelo? Cosas apasionantes y temibles a veces, de esas que detienen el aliento y nos hacen acercarnos un poco más, estrechar la rueda de conversación, sumar una leñita al fuego.
Les leo un fragmentito, dice:
«Daba miedo pensar en esas cosas. Si tú dejabas un pelo de vaca en el charco de lluvia formado en la pisada de la vaca, a los quince días el pelo se había transformado en un ser vivo, una pequeña y delgada culebra del tamaño del pelo. No eran supersticiones ni artificios de brujos, no, eso lo habían visto con sus propios ojos mi tía Santa y mi primo Paco.
»¿Y la víbora? Eso también lo habían visto muchos, no se iban a poner todos de acuerdo en la misma mentira. La víbora, cuando va a beber, deja antes el veneno a buen recaudo en una piedra limpia para que no se le mezcle y se le rebaje con el agua, y después de beber vuelve a la piedra y recoge su veneno. Pero si entretanto tú vas y le pisas y le estropeas el veneno, ella entonces se pone rabiosa, enloquece, y se da de latigazos contra el suelo, y se retuerce hasta que se le parte el espinazo y se acaba muriendo. Y todo porque, sin su veneno, a la víbora no le sale a cuenta vivir. O, por ejemplo, el toro bravo. Si lo atas a la sombra de una higuera, en pocos días se vuelve manso como un perro».
Esto es un pedacito, ¿no? Estos relatos tomados de la oralidad también, según mi mirada, también fundan lectores y escritores. Lo hemos visto en Manuel Scorza, por ejemplo, y en otros autores latinoamericanos, en nuestro Héctor Tizón, en tantos.
Es la materia de la oralidad que queda como escrita en el aire y en la memoria de los que tenemos la gran oportunidad de escuchar esos relatos de la gente. Muchos de ellos van cincelando nuestra espera de lectores y ese imaginario social que nos sostiene entre la veneración de la palabra narrada y la duda, entre la duda y el convencimiento, entre la certeza y la maravilla.
Bueno, eso. Que tengan un lindo Día del Libro y que sean felices también los otros días.
Libro recomendado: El balcón en invierno, de Luis Landero (España, Tusquets, 2014).
Motivo: Recomienda específicamente un capítulo donde su familia narra historias, porque los relatos tomados de la oralidad también fundan lectores y escritores; ya que la materia de la oralidad queda escrita en el aire y en la memoria de los que tenemos la gran oportunidad de escucharlos.
Ficha
Publicado: 29 de julio de 2020
Última modificación: 21 de marzo de 2025
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General
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Lengua y Literatura
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Secundario
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Ciclo Orientado
Superior
Categoría
Literatura
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Todas
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Plan Nacional de Lecturas
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