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Propuestas para abordar los clásicos literarios con nuevos formatos

Entrevista a Cecilia Magadán en formato podcast, sobre cómo integrar libros clásicos literarios en el aula, utilizando los nuevos formatos que nos permite la tecnología. Ella es profesora y licenciada en Letras de la Universidad de Buenos Aires y autora de artículos académicos, libros y materiales didácticos, en particular sobre la integración de TIC en la enseñanza de lengua y literatura.


Cecilia Magadán sobre cómo trabajar clásicos literarios con TIC

¿Qué son para mí los clásicos? Hay un ensayo de Italo Calvino que justamente se llama Por qué leer los clásicos y no puedo olvidar citar o pensar en este libro para responder a esta pregunta tan difícil. En esas páginas Calvino intenta varias definiciones para describir qué es un clásico.

Entre todas esas ideas, que son muy muy inspiradoras ―es una lista larga, creo casi más diez―, destaco una que es muy interesante, que es la de las lecturas formativas. Los clásicos, dice Calvino, son formativos porque dan una forma a la experiencia futura. Nos sirven como modelos, como esquemas de comparación y también como paradigmas de belleza. Es decir, ¿qué es eso que nos va a parecer lindo después? ¿Qué nos va a parecer interesante después?

¿Por qué entonces deberíamos leer los clásicos? Busco en el libro de Calvino y voy a leer sus propias palabras porque lo va a decir más lindo yo. Dice él: «Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad».

Más adelante, agrega algo sobre la escuela que me parece clave: la relación entre la escuela y los clásicos, ¿no? Dice: «no se leen los clásicos por deber o por respeto, sino solo por amor, salvo en la escuela. La escuela debe hacerte conocer bien o mal cierto número de clásicos entre los cuales podrás luego reconocer tus clásicos». Y subraya ese «tus clásicos», estas lecturas entonces a las que llegamos a través de la escuela.

Pero también pienso en el papel que pueden jugar otros lectores, otros adultos o incluso compañeros de la misma edad, como cuenta Chambers, Aidan Chambers, en una linda memoria del lector que se llama Tom and Penguin y destaca esa figura de su amigo de su edad en ese momento, jovencito, que lo introduce en el mundo de los libros y de la biblioteca del barrio, pero también así él cuenta cómo llega a esta biblioteca Penguin, ¿no?

Bueno, estas lecturas de referencia, estos clásicos, van a estar siempre ahí como una suerte de ruido de fondo. Esta es otra figura también de Calvino en su ensayo Por qué leer los clásicos y ese ruido de fondo siempre nos va a servir para formar nuestro propio gusto de lecturas. Por eso, cada lector seguramente tendrá su propia lista de clásicos, sus propios clásicos, y por eso es muy difícil decir qué es un clásico y para quién es un clásico y para quién no.

Esos clásicos entonces nos van a ser siempre de faro, de guía ―pienso en mi propia historia como lectora― y nos sirven como punto de referencia para comprender, también para disfrutar esas otras nuevas lecturas que nos van llegando a lo largo de nuestra vida de lectores en diferentes momentos. Y volvemos a los clásicos, y pensamos, y medimos o evaluamos estas nuevas lecturas por oposición a los clásicos, por semejanza con los clásicos, por educación como nos recuerda este u otro o este tal libro.

Trabajar los textos clásicos en formato digital ofrece ventajas en muchos sentidos, a pesar de que siempre disfruto ese aroma a las páginas del libro clásico que uno olfatea en las grandes bibliotecas cuando entra a una biblioteca con historia o en las ediciones antiguas también. Como ventajas del formato digital pienso en primer lugar la portabilidad. Mis estudiantes, en general, pasan mucho tiempo del día viajando en colectivo, en subte, en tren, pero así pueden tener a mano y leer en cualquier momento un clásico, incluso varios, tenerlos a mano en el celular en una tableta.

También pienso en las aplicaciones que usamos, a las que recurrimos para leer estos clásicos en formato digital o los libros en formato digital ―particularmente a mí me gusta usar Google Libros― y ahí uno puede subir sus propias lecturas, armar su propia biblioteca digitalizada y textos digitalizados y tener también un diccionario integrado. Cuando tenemos conectividad accedemos a ese diccionario integrado. Los clásicos ofrecen una importante densidad de vocabulario, entonces tener ese diccionario integrado puede ser una gran ventaja.

También para buscar referencias sobre eventos o sucesos de una época determinada si tenemos una conexión móvil de 4G, de lo que fuere, podemos consultar que fue ese evento que se nombra en ese clásico o ese suceso, etcétera. Yo como lectora, por ejemplo, si encuentro alguna referencia geográfica que descubra como uno ficcional, que sea, que tenga una referencia en el mundo, me tiento y siempre salgo a buscar en el mapa. Me gusta mucho leer con los mapas y busco en Google Mapas para tratar de ubicar esos hechos en su sitio por decir así.

Y tampoco quiero olvidar que las plataformas de lectura de libros digitales nos permiten marcar, subrayar, comentar en los márgenes como si fuera nuestro lápiz en los libros de papel; esas anotaciones se pueden compartir con otros lectores también. Igual me gustaría hacer justicia y reconocer que, como analiza Sergio Chejfec en un libro muy interesante que se llama Últimas noticias de la escritura, que las materialidades de la escritura en la pantalla y en el papel no son exactamente equivalentes.

Las plataformas de audiolibros y el audio son recursos y formatos muy ricos para integrar en el aula y para promover lecturas autónomas, que yo llamaría lecturas por nuestra propia cuenta. En primer lugar, creo que el audio nos devuelve la posibilidad a los profesores de Lengua de trabajar con la oralidad, particularmente con una habilidad específica que es la escucha atenta, con la materialidad del habla. Estas prácticas suelo pensar que son muy frecuentes en las clases de Lenguas Extranjeras ―al menos en mi recorrido como estudiante y como profesora se encuentran en las clases de Lenguas Extranjeras―, pero no tanto en las clases de Lengua y o de Literatura.

El formato audio también nos devuelve como lectores el gusto de escuchar una buena historia, de crear y recrear las imágenes sin verlas, algo así como algunos hacemos cuando escuchamos un buen programa de radio o cuando escuchamos algunos escritores como Cortázar leer, contarnos sus propias historias con su propia voz.

Por último, también creo que incluir materiales de audio en las clases nos permite abordar la enseñanza de lengua tal como es. ¿Qué quiero decir con esto? Que la lengua tiene una dimensión multimodal, es multimodal, y no está hecha solo de escritura. Es también habla, es también imágenes, es movimiento, es gestos, es silencios. El silencio vuelve con el audio. Entonces un texto escrito o un texto oral espontáneo en su versión grabada o grabada en audio nos permite también recrear historias, opiniones, sonidos, volver a escucharlas. Y nos cuenta apelando a diferentes voces, matices, a ruidos, inclusive a música, a sonido ambiente. Una historia ¿no? y la podemos escuchar como dice la expresión de viva voz.

Ficha

Publicado: 16 de febrero de 2017

Última modificación: 05 de mayo de 2025

Audiencia

Docentes

Estudiantes

Área / disciplina

Literatura

Nivel

Secundario

Ciclo Básico

Ciclo Orientado

Categoría

Material pedagógico

Modalidad

Todas

Formato

Audio

Etiquetas

literatura

nuevas tecnologías

clásicos

literatura y escuela

Autor/es

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