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José Antonio Millán: sobre internet, lenguaje y otros temas (primera parte)

«...lo que creo es que ahora importa poco la clasificación que haga la persona que crea un sitio, porque hay varias formas de que se clasifique el material desde afuera, tanto por Google como por antologías clásicas...»


26102005Por Cecilia Sagol

Esta entrevista a José Antonio Millán tuvo un modo de producción diferente del que acostumbramos en este espacio. Fue realizada en forma pública, con la moderación de Alejandro Piscitelli, y con las preguntas de una serie de invitados de diversas disciplinas. Lingüistas, editores, técnicos, correctores, especialistas en medios entrevistaron a Millán en la sede de educ.ar, en ocasión de su visita a Buenos Aires.

Tal vez haya sido un formato más que adecuado para abordar a un entrevistado con el perfil polifacético que tiene Millán. De esta manera, preguntas y respuestas fueron y vinieron: desde cuestiones más tecnológicas a cuestiones más lingüísticas, la conversación fluctuó por los mil y un temas de su competencia: la puntuación, los videojuegos, la navegabilidad, el uso educativo de internet, la organización de los contenidos web fueron algunos de los puntos que se fueron planteando, analizando y vinculando en cada respuesta.

José Antonio Millán es lingüista, escritor y editor de libros y obras electrónicas. Forma parte del comité asesor de la colección TaurusEsDigital, junto con Manuel Castells, Juan Luis Cebrián y José B. Terceiro. Desde su creación en 1996 hasta noviembre de 1997 fue director del Proyecto del Centro Virtual Cervantes y a partir de 1994 forma parte del consejo científico de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Estos datos son apenas algunos de un currículum que se destaca por la variedad de intereses y por la intensidad de su producción. Su página web: www.jamillan.com –de una riqueza increíble– es una buena muestra de ello.

Visitó en Buenos Aires para presentar su libro Perdón, imposible. Guía para una puntuación más rica y consciente. Además dio charlas en la carrera de Edición de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y en la Fundación Telefónica.

Reproducimos aquí la primera parte de la conversación en educ.ar. Siempre que nos fue posible indicamos el nombre y la profesión del participante que hizo cada pregunta.

Gabriela Tenner (editora).— ¿Cómo empezó su actividad editorial?

J. A. Millán.— Llegué con la osadía típica de cualquier estudiante de filología hispánica. Empecé como traductor y lo de traducir me puso en contacto con las editoriales; entonces vi que había posibilidad de hacer algunos trabajitos.

Gabriela Tenner.— ¿Y cómo fue el camino hacia internet?

J.A. Millán.— Llegué a internet por una afición que tuve en el año 1972. Todavía estudiaba clásicas y me encontré con un compañero del colegio que estaba estudiando informática, y que me contó de internet. Yo estaba interesado por la métrica latina, por los hexámetros, y me interesaba un problema ―que desde luego no pude nunca aclarar― que era la relación entre el ritmo y los acentos prosódicos. Como los hexámetros latinos son al fin y al cabo una estructura formal, pensé que podía ser bueno para eso hacer una programación. Se usaba una máquina, grande como un camión, con tarjetas perforadas... Ahí fue que entré en el mundo digital, y como me gustó mucho luego continué y me encontré con internet.

Virginia Avendaño (correctora).— Mencionás cuestiones de métrica, como las que se plantean en la sección “Un soneto me manda...”, en la que proponés la creación colectiva de sonetos en un wiki...

J. A. Millán.— A mí los wikis me gustan mucho. Ahora, con el wikispam están entrando bots y borraron un montón de trabajo. Yo tenía dos proyectos en wikis que eran muy interesantes: uno era el de sonetos en colaboración ―que estaba ya generando una página sobre estudios rítmicos del endecasílabo―, que fue creciendo como crecen las cosas en la red, de forma bastante autónoma. También tenía otro proyecto muy bonito que era hacer una enciclopedia imaginaria de un país del que se decía nada más que el nombre, y entonces distinta gente iba creando su mitología, su geografía. Un juego bastante borgiano, que por desgracia hace unos meses se vio abortado por una serie de ataques que lo borraron todo.

Cecilia Sagol (editora).— Cambiando un poco el tema, me llama mucho la atención el diseño que tiene su sitio, una especie de estilo “casero” deliberadamente artesanal. Por ejemplo en esa pequeña animación que aparece, con un estilo gestual. ¿Qué significado tiene eso?

J. A. Millán.— Sí, efectivamente es hecho a mano; es una animación que remite al mito de Sísifo y la puse desde el principio, cuando inauguré el sitio, porque me pareció un emblema no sólo de mi sitio y de mí, sino del ser humano. Y como yo soy muy amigo de los gif animados porque me parecen un recurso muy ágil y barato y que sirve ―siempre que no se abuse de ellos―, lo puse. Como tag interno iba una frase de Quevedo que dice “Todo lo cotidiano es mucho y feo”.

Claudia Hartfiel (editora).— Yo tuve un encuentro casual con su sitio. Estaba investigando para un libro nuevo un tema referido a la edición y al uso de la informática en la edición, y me pareció interesantísimo y fascinante cómo va remitiendo de una página a otra a través de íconos, como un laberinto. Me costó entender la navegación, porque los simbolitos son muy sencillos, son signos casi esotéricos, pero...

J. A. Millán.— Son signos astrológicos...

Claudia Hartfiel.— Claro, pero ¿cómo pensaste la navegabilidad?

J. A. Millán.— No lo pienso, a veces intento crear algún orden, pero suele ser peor, porque hay cosas que son muy limítrofes. También intenté hacer un mapa, pero el mapa que había hecho era un mapa de mi mente; entonces intenté crear una guía visual, pero... Por suerte hoy día los buscadores externos e internos nos salvan. Las secciones ya no tienen tanta importancia. Mi sitio no es un ejemplo de navegabilidad... Conozco algo del tema de las folksonomías, de que las explicaciones de las nomenclaturas de los contenidos pueden ser intrínsecas, etc. Lo que ahora está de moda es que los usuarios clasifiquen las cosas desde afuera, entonces lo que creo es que ahora importa poco la clasificación que haga la persona que crea un sitio, porque hay varias formas de que se te clasifique el material desde afuera, tanto por Google como por antologías clásicas que hagan en otros sitios y te organicen tu material. Entonces desde ese momento ya te deja de preocupar la edición organizada y ordenada del sitio.

Paula Tizzano (traductora).— ¿Se puede predecir para dónde va la puntuación, se puede predecir una tendencia?

J. A. Millán.— En el caso del español, podría haber dos vías: una sería que se normativizara mucho, como ha ocurrido en lenguas como el alemán, y otra sería que siguiera la situación actual, que no es completamente pero sí bastante libre. Yo creo que hay una tendencia en el español a ir normativizando todo. Ahora la Academia lanzará el Diccionario Panhispánico de Dudas, que dedica una parte importante al tema de la puntuación, y quizás se vaya a generar un cuerpo de reglas un poco rígidas, cuando en realidad en la práctica de los escritores o la gente que escribe de forma no literaria hay una variabilidad buena y muy útil. Entonces no sé qué se ganará con los intentos de ir encorsetando el tema. Tal vez irán avanzando y en los colegios empezarán a hacer más hincapié en las reglas, pero supongo que el español seguirá siendo bastante variable.

Paula Tizzano.— Claro, hay un campo de subjetividad muy grande en la puntuación y pareciera ser que la manera de puntuar está bastante relacionada con la relación personal de cada uno con la lengua. Y quizás hay otras cosas que se pueden normativizar más, pero en lo que respecta a la puntuación, por ejemplo, diez personas distintas van a puntuar distinto...

J. A. Millán.— Sí, como en un caso que surgió en la presentación de mi libro. Lo presentó Ignacio Bosque, y contó un caso en el que incluso los profesionales tienen soluciones distintas. A mí me parece perfecto.

Paula Tizzano.— Y hay gente bastante interesada en el uso del lenguaje en los adolescentes y la puntuación del discurso. Contrariamente a lo que uno podría pensar: que hay una tendencia más despojada, más sintética, a utilizar enunciados más cortos, yo veo que es al revés. Por ejemplo, estoy viendo el tema del chat, que es una forma de comunicación que tienen los adolescentes de utilizar un lenguaje escrito con códigos del lenguaje oral, y lo que veo es el uso de oraciones largas llena de subordinadas, donde nunca se llega al punto, y hay un montón de muletillas y de elementos que funcionan como puntuación y no son puntuación. No sé si eso pasa en España como pasa acá...

J. A. Millán.— Yo creo que acá pasa un poco más porque, de hecho, el primer atisbo lo tuve cuando una madre argentina escribió a la sección de mi página sobre puntuación, diciéndome: «Los adolescentes de hoy en día puntúan utilizando ‘tacos’: utilizan la palabra boludo como si fuera una coma, intercalando». (Y ante la aclaración de Paula Tizzano de que ella es esa madre): Ahh, ¿eras tú? (risas).

Paula Tizzano.— Y no sólo las malas palabras, sino también otras construcciones, como «tipo que»...

J. A. Millán.— En el español de España no existen, pero ya nos va a llegar también...

Aurora Humarán (traductora).— El año pasado yo estuve averiguando en qué momento el español empieza a tener un nuevo arranque con respecto a los signos de apertura de interrogación y exclamación, pero todavía no encontré respuestas. ¿Qué va a pasar con eso? ¿Puede ser que no se use más en español el signo de apertura?

J. A. Millán.— Bueno, es un caso raro porque el español y el gallego normativo son las únicas lenguas que usan los signos de apertura. Y la razón que dieron los académicos que lo crearon fue que en español es muy difícil saber cuándo empieza una frase interrogativa, porque sintácticamente no tiene ninguna marca. Yo no sé si es que hubo algún debate en la época o si fue una ventolera que le dio algún académico y todos se quedaron encantados, porque la idea de inventarse un nuevo signo de puntuación y hacerlo oficial es muy tentadora. Es una pregunta que la gente me ha hecho muchas veces.

Cecilia Sagol.— ¿Qué sitios acostumbrás visitar en internet? ¿Estuviste visitando el portal www.educ.ar?

J. A. Millán.— Siempre que he llegado a educ.ar me he encontrado con datos bien apoyados y demás. En ese sentido tengo una visión fragmentaria, y como últimamente no he trabajado en portales educativos tampoco pude ir analizando bien las cosas. Yo tengo una visión muy particular de los sitios que me gustan. Los voy encontrando vía una serie de blogs. Es un filtrado de cosas interesantes, porque la ventaja de estar en conexión con dos o tres listas de distribución o de seguir ciertos blogs es que te permite una búsqueda rápida y las cosas que más me interesan me llegan pronto, aunque también esto te hace tener una visión un poco fragmentaria.

Mónica Klibanski (bibliotecaria).Me interesa saber algo sobre tu trabajo en la digitalización de grandes volúmenes de información.

J. A. Millán.— La digitalización del diccionario de la Academia la hicimos casi con tecnología industrial, a partir de las cintas de fotocomposición; en parte era una transformación de un material ya electrónico, al que había que limpiar. En otros sitios para los que he trabajado, que han partido de documentación física, hay un trabajo muy grande de escaneo, categorización, etc. Y ahora en el proyecto en el que estoy, un futuro portal sobre la Edad de Plata de la cultura española ―que va del 98 hasta la guerra civil―, ahí, aparte del escaneo físico el trabajo más grande es el de crear herramientas para la navegación de estos corpus documentales que pueden ser gigantescos en tamaño. Por ejemplo, en el archivo estamos haciendo la digitalización de una gran cantidad de cartas; entonces estamos investigando para crear una herramienta para la navegación de epistolarios, y para los materiales documentales de otro tipo estamos trabajando con ontologías y clasificaciones inteligentes, de forma que puedas preguntar a la base de datos por poetas andaluces ―aunque no tengas los términos― y los deduzca de los lugares de nacimiento, por ejemplo. Y unido a esto el problema mayor es crear herramientas visuales para la navegación por el corpus, que es una cosa que ahora se está trabajando bastante, porque una base de datos normal se queda corta para muchos usos, entre ellos los didácticos. Entonces estamos tratando de generar redes tridimensionales navegables, en las cuales voy saltando por obras, autores, fechas, lugares, etcétera.

Virginia Avendaño.— El Cervantes parece estar organizado en muchas subbibliotecas: por países, por temas...

J. A. Millán.— Tienen tal cantidad de cosas que ellos también están trabajando en la construcción de herramientas propias para navegar y buscar dentro del sitio. Y de nuevo es el mismo problema: cuando tienes tanta cantidad de información no solamente se trata de cómo los demás llegan hasta ella, sino además de qué hacer con ella y cómo ser informativo acercando lo que tiene tu sitio, y llega un momento en que es dificilísimo saberlo. En este sentido lo que propone el sitio Cervantes de ir por bibliotecas no me parece una mala fórmula.

Alejandro Piscitelli.— Antes Ud. habló de antologías: hace 10 años en la Argentina se hizo el primer CD Rom completo de las obras de Freud ―una biblia en nuestro país― y desapareció “la industria de los repetidores de palabras de Freud”. Cuando se tiene el corpus entero hay cosas que dejan de tener sentido, como esa exégesis de palabras, pero empiezan a aparecer otras, como por ejemplo: cómo Freud cambió su visión de tal idea, porque se puede saber qué dijo en 1898; son cosas interesantes porque nadie puede tener los 24 tomos de Anagrama en la cabeza. ¿Qué herramientas de informática se te ocurre que pueden surgir ahora y que podrían hacer una minería semántica de datos, no la minería para saber que en el supermercado tenés que juntar la cerveza con los pañales porque todos los que compran pañales tomar cerveza, sino una minería semántica?

J. A. Millán.— Yo me acuerdo de que cuando salió este CD Rom de Freud lo saludé con mucho placer porque realmente era otro mundo. Yo estoy trabajando en un proyecto lateral de crear un diccionario de sinónimos, de antónimos, etc., que permitiría búsquedas más refinadas, pero por otra parte va a plantear problemas que no son nada desdeñables, por ejemplo: si tienes corpus muy grandes y encima multiplicas las entradas con los hiperónimos, etc., llega un momento en que tienes demasiadas respuestas. Yo creo que al final es una mezcla muy curiosa, porque a lo mejor las etiquetas que ponen los usuarios pueden ir marcando cosas interesantes (como decía antes): los diccionarios que te ayudan a ampliar y a buscar de forma no literal, más el apoyo de una antología que te permita reconocer conceptos útiles para una época y que cabe en cierta estructura. Pero todo esto es muy complejo y tampoco hay una garantía de nada. Entonces lo que uno encuentra siempre es un problema monstruoso, lo de la “remixación” de la web: de golpe tienes unos algoritmos de filtrado y acogida de datos suficientemente fuerte y te resuelve de un plumazo y de forma muy pragmática algo que teóricamente habría supuesto mucho esfuerzo, ¡y a lo mejor también con lo que preguntas surge algo así que nos arregla la vida!

Fecha: octubre de 2005.

Ficha

Publicado: 26 de octubre de 2005

Última modificación: 12 de octubre de 2021

Audiencia

Docentes

Área / disciplina

Educación Tecnológica y Digital

Nivel

Secundario

Ciclo Básico

Ciclo Orientado

Categoría

Entrevistas, ponencia y exposición

Modalidad

Todas

Formato

Texto

Etiquetas

internet

lenguaje

José Antonio Millán

Autor/es

Verónica Castro

Cecilia Sagol

Licencia

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