José Antonio Millán: sobre internet, lenguaje y otros temas (segunda parte)
«El siguiente paso es el cruce de los videojuegos con el mundo físico a través de los sistemas de satélites de localización: superponen sobre tu ciudad un argumento de videojuego mientras tú vas recorriéndola e interactuando al tiempo del mundo real».
Por Cecilia Sagol
Presentamos la segunda parte de la entrevista a José Antonio Millán, que fue realizada en el marco de un evento público en la sede de educ.ar, con la participación de especialistas de distintas disciplinas. En esta parte de la charla Millán se refirió a varios temas relacionados con el lenguaje y las tecnologías: el hipertexto, los enlaces en la red, el libro digital y las licencias Creative Commons fueron algunos de ellos, en los que el entrevistado mostró profundidad de análisis y una mirada innovadora. Como en la transcripción de la primera parte de la charla, cuando nos fue posible mencionamos el nombre de la persona que hizo la pregunta.
Especialista 1.— ¿Se enseña a utilizar internet en las escuelas de España? No hablo de la capacitación sobre cómo usar un weblog o ese tipo de cosas, sino de utilizar la lógica de internet, utilizar comandos de búsqueda para su propia formación. ¿Qué tan buenos usuarios de internet –por lo que aprenden en la escuela– son los chicos españoles?
J. A. Millán.— Yo veo que no tienen una importante información en lo que se llama alfabetización digital, salvo en colegios muy pioneros. Lo que sí se ve es que por una parte ellos se van autoformando, autoorganizando con temas a veces laterales, por ejemplo búsquedas de trucos para subir de nivel en ciertos juegos. Pero en los colegios lo que se empieza a ver es que dan instrucciones a la gente de que enseñe Google a sus alumnos, para que busquen material. Eso no me parece que sea muy educativo porque el niño pone la palabra y copia y pega, y –en la práctica- el profesor no trabaja con los chicos sobre crítica de fuentes u otras cosas interesantes como estrategias de búsqueda, etcétera. Me parece que han cogido internet por el lado fácil, porque internet es un buen almacén de documentación, pero no le están sacando partido didáctico.
Diego Levis (escritor).— ¿Qué impresión te da la naturaleza de los videojuegos? ¿Creés que se trata de narraciones hipertextuales?
J. A. Millán.— Yo tengo una cierta decepción con la narración hipertextual porque prometía bastantes cosas -desde la muerte del autor, hasta la muerte del lector, pasando por estadios intermedios- y al final da lugar a obras que no tienen gran interés. Hay como cuatro o cinco fetiches que son objeto de una producción académica de comentarios, sobre todo en los Estados Unidos, pero yo nunca he visto nada que me interesara especialmente.
Diego Levis.— Pero la estructura de los videojuegos ¿te parece que es una estructura hipertextual?
J. A. Millán.— Sí, de hecho los videojuegos son uno de los elementos más interesantes de lo que se está generando, por los conceptos que surgen a partir de ellos, como por ejemplo los juegos en red, la participación de distintos jugadores, que va creando unas dinámicas muy interesantes, y el siguiente paso que es el cruce de los videojuegos con el mundo físico a través de los sistemas de satélites de localización, que superponen sobre tu ciudad un argumento de videojuego mientras tú vas recorriéndola e interactuando al tiempo del mundo real. Todo esto da lugar a cosas que son bastantes nuevas y por otra parte muy interesantes. A mí particularmente son los extremos los que me llaman más la atención de las nuevas narrativas.
Diego Levis.— Yo te hice la pregunta porque -como vos decís- hace tiempo que los especialistas americanos hablan de hipertexto en general y se ponen a dar vueltas alrededor de algo que en realidad es pobre, aburrido y de poco interés. Creo que esto es porque están agarrados a la palabra, al lenguaje verbal. Sin embargo, detrás de un videojuego, antes de la puesta en imágenes hay algo parecido a un guión. Hay que alejarse de las posturas que ven el hipertexto desde la narración literaria y entender que es otro medio, que ese otro medio tiene características determinadas que permiten utilizar otros lenguajes, y que esos lenguajes dan pie a un tipo de narración hipertextual o no...
J. A. Millán.— Claro, o hipervisual...
Alejandro Piscitelli.— Volviendo a algo que dijo Diego y a lo que decías antes, es probable que todas las promesas de la aventura hipertextual se hayan frustrado, primero porque prometían demasiado y después porque fueron colonizadas, en los Estados Unidos, solamente por los departamentos de estudios literarios. No casualmente George P. Landow es el tipo que manejó siempre estas cosas. Algo curioso del tema del hipertexto es probablemente la limitación conceptual, y además el hecho de que las herramientas son malas. ¿Qué herramientas de hipertexto tenemos? Hipercut no es una herramienta de hipertexto; la web no es una herramienta de hipertexto, el único de los hipertextos más o menos serio es el Storyspace, pero tiene un problema: que es básicamente textual y hay que pensar todo en términos de lexias y de cajas dentro de cajas. Es difícil, pero nadie hizo el esfuerzo. Entonces el fracaso es por sobrepromesa, pero también por algo que acá llamamos “tecnofiaca”. (Risas).
J. A. Millán.— Bueno, sí, quizás una vez que ya no se hagan más promesas puede empezar el momento de crear una nueva generación, porque se han trivializado mucho vía web.
Alejandro Piscitelli.— Mañana vas a dar una charla que se llama “La sutura del hipertexto, el link como medio de creación” y uno de los hilos conductores de la charla es ¿para qué sirve un link?, ¿qué dice su existencia?, ¿qué aporta a la macroestructura del sitio y a su microestructura y a la propia página? Mi propuesta es que hablemos de los links. Los links de la web no son links porque en realidad la web es unidireccional: la única forma de volver es con el back. Además, los links no tienen calidad semántica: cuando se vinculan dos links puede ser por distintos motivos (por ejemplo porque a la persona le guste determinada página); en realidad los links son de página a página, no son de microestructura. Son difusos.
J. A. Millán.— Sí, efectivamente, es así como dices, esto es lo que algunos llaman la retórica del link, que se ocupa de qué es lo que te dice el link, cómo te seduce. Realmente en su estado actual son de una tosquedad flagrante.
»En mi propio sitio hice unos intentos de ver si se podía introducir cierto orden. Empecé a trabajar un poco en la subcategorzación de links marcando de forma diferente los ajenos y los propios. Luego intenté distinguir los que eran links con contenido sustantivo de los que eran desvíos laterales. Luego intenté crear una superestructura por encima que separara los links de documentación de los microtextos o de los elementos, que fuera uniendo las páginas a otro nivel más explicativo, etcétera. El problema es que no sabes bien qué subclasificaciones hacer porque quizás estés complicando la cosa en vez de estar ayudando, y luego que tampoco tiene mucho sentido, salvo que tu prédica empiece a cundir y la semilla fructifique. Si eres el único que en tu sitio estás haciendo estas divisiones al final es una triste victoria. Pero en resumen es un problema interesante, aunque no sea más que por pensar en la pérdida de tiempo cada vez que haces clic en un sitio y no te sirve para que lo que creías.
Paula Tizzano (traductora).— Cambiando de tema, Martínez de Sousa dice que el punto debe estar adentro de la comilla. ¿Qué opinás?
J. A. Millán.— Yo aprendí la puntuación, sobre todo en cuestiones editoriales, de una persona que fue jefe de producción en la editorial en la que estaba y que era un “teclista” de vieja formación. Me dio dos consejos muy bonitos que yo mantuve de memoria desde entonces: uno era sobre la forma de partir los títulos de capítulo o los títulos de libro cuando se necesita más de una línea: me dijo que había que hacer de tal forma que quedara como una poesía, un consejo que es inmejorable. Y otro consejo es que toda oración debía estar cerrada por un punto y que si había comillas estaban dentro, si había un numerito volado de una llamada o una nota también. Pero lo que me quedó claro y que yo he ejercido es que todo párrafo cierra con un punto, porque visualmente o conceptualmente es una uniformidad que va a favor de la calidad del texto. Pero este es un tema muy debatido y ha habido influencia de otras lenguas, como por ejemplo el alemán y el inglés, que tienen distintos usos de las comillas.
»Yo creo que hay que seguir el corazón y a José Martínez de Sousa también. (Risas). Martínez de Sousa es como yo una persona que ha aprendido por trasmisión oral profesional directa, y de esa gente es de la que yo más me fío, porque sabe mucho.
»Pero bueno, ya esté adentro o fuera el punto lo que no hay que hacer es en la misma página ponerlo una vez de una forma y otra de otra.
Paula Tizzano (traductora).— ¿Se conocen iniciativas para que los diseñadores de programas de procesador de texto trabajen en coordinación con la normativa oficial? En general todos los correctores tenemos que cambiar el diccionario y convertirlo a un uso de la profesión, pero me pregunto hasta qué punto Microsoft conoce el proceso de normativización del español, porque el inglés no tiene una agencia oficial de normativización del idioma y la normativa del inglés está dada por las grandes editoriales. En el caso del español sí hay un ente oficial que regula el idioma, cosa que no sucede en otros idiomas, y yo no tenía registrado que Microsoft trabajaba con la Academia; es más, pensaba lo contrario.
J. A. Millán.— Según a qué nivel, cuando hablamos a nivel del diccionario de Word, por ejemplo, se supone que está hecho con asesoría de la Academia. Trabajan con la Academia hasta tal extremo que hicieron un acuerdo, pero aparte de que Microsoft accede a los corpus de la Academia para hacer sus desarrollos, no se sabe nada más.
Virginia Avendaño (correctora).— ¿La profesión del corrector está de capa caída también en España?
J. A. Millán.— Pues sí, porque han desaparecido de muchas editoriales. En la prensa escrita han desaparecido del todo, han sido suplantados por el software propio, y además antes estaba el corrector del periódico, el jefe de sección que echaba un segundo ojito, y había así un par de filtros. Ahora los periodistas graban, sacan fotos con su cámara, lo mandan por e-mail corriendo, se lo maquetan ellos solos y al final están haciendo una cantidad de trabajo tremendo. Y ahí ha habido una pérdida clara de filtros de calidad. Un ejemplo curioso de una editorial en Barcelona, un ejemplo conceptual pero que lo refleja bien, es que la corrección tipográfica normal de cualquier libro antes estaba en el departamento editorial, ahora está en manos de producción. Entonces el editor entrega el texto y producción de lo más que se puede encargar es de la fidelidad al original, pero ante cualquier problema que plantee el texto no tienen herramientas para resolverlo, y encima está la prohibición de que se comunique producción con edición para que la salida no se retrase. Otra cosa que también está desapareciendo son los índices finales de las obras: de nombres, de conceptos, etcétera.
Alejandro Piscitelli.— Alguien te preguntó sobre el futuro de la puntuación. Por qué no hablamos más del futuro de la edición en el mundo digital y especialmente de una novedad muy inminente, como la tinta digital y el papel electrónico.
J. A. Millán.— Yo diría que hay un par de metas próximas que podrían revolucionar mucho este mundo. Una sería la tinta electrónica en soportes flexibles y renovables, como por ejemplo los e-books, que se van haciendo cada vez más legibles. Hay lugares como Japón donde ya están bastante introducidos en el mercado. Yo personalmente creo mucho en el “print on demand”, en la “impresión bajo pedido” porque me parece que una fórmula muy razonable para el futuro sería una máquina como las que venden tabaco con una pantallita con los libros y una ranura para poner un dinero y que luego caiga el libro. Y a mí particularmente este futuro de los libros me parece muy interesante. Como diría un amigo “la caspa de árboles encuadernada en vaca muerta era una exageración”...
Bibliotecaria y editora.— Quería saber qué opinión tiene Ud. sobre el movimiento de acceso abierto a la información y sobre las licencias Creative Commons que están funcionando en España...
J. A. Millán.— Lo interesante de estos movimientos es que en vez de ser una cosa binaria de “todos los derechos reservados” o “ningún derecho reservado”, lo que crean es la capacidad de que los creadores o los editores digan: “copia libre para uso no comercial”. Para los autores esto es muy importante, porque si hoy en día ves los libros que se siguen reimprimiendo desde hace décadas, verás son libros que están en el dominio público. Mientras que muchos de los libros que siguen vivos con copyright han muerto.
»Entonces si uno se preocupa por su supervivencia futura a lo mejor es interesante lanzarlos de otra manera. Y por otra parte hay experiencias de algunas editoriales que lanzan los libros con licencias Creative Commons y los venden al tiempo; los tienen de libre disposición en la red y los venden simultáneamente. De hecho, por ejemplo, la editorial Acuarela de Madrid ha vendido los libros que tiene en la web más que otros. Porque quizás sirva de promoción o porque realmente si te gusta leer y te gusta lo que has leído en la pantalla quieres a veces también comprarte el libro. Parece que estos sistemas son bastante beneficiosos para todo el mundo y sobre todo creo que es un deber ponerlos en práctica para los materiales generados con fondos públicos. Una universidad, por ejemplo lo mejor que puede hacer es colgar los materiales que genera en la red con una licencia abierta, como empezó haciendo el MIT y luego otras universidades de España y de otros países.
Fecha: octubre de 2005
Ficha
Publicado: 02 de noviembre de 2005
Última modificación: 12 de octubre de 2021
Audiencia
Docentes
Área / disciplina
Educación Tecnológica y Digital
Nivel
Secundario
Ciclo Básico
Ciclo Orientado
Categoría
Entrevistas, ponencia y exposición
Modalidad
Todas
Formato
Texto
Etiquetas
internet
lenguaje
videojuego
José Antonio Millán
Autor/es
Verónica Castro
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