Psicofilosofía

Me doy cuenta de que mucho de lo que propongo hacer en la necesaria transformación de la materia Filosofía tiene un sesgo psicológico. Cabe la pregunta: ¿no se trata de perspectivas e iniciativas que tendrían su lugar más bien en la materia que lleva ese nombre, en vez de en la nuestra?

Creo que la diferencia está en que la filosofía vivida y no estudiada (debemos lograr precisamente esa modificación en el enfoque) implica la vivencia del pensamiento y esta, de manera natural y obvia, involucra al ámbito de la experiencia personal a la que se suele considerar propia del terreno psicológico.

Pero no hay pensamiento posible si no hay involucración personal, y no es cierto que la psicología sea la dueña de la intimidad. La persona capaz de «comportarse psicológicamente» en cualquier ámbito de su realidad es la que logra que la densidad emocional (fuente de todo sentido) se manifieste y se haga más fuerte y densa. El mundo sin sentido es el mundo visto desde la personalidad contenida, ahorrada, la posición depresiva que se expresa luego como escepticismo o idolatría de la crítica. Y el sentido real no es nunca una construcción racional, sino una expresión espontánea y auténtica del ser que expresa su deseo en un mundo concreto.

En Filosofía, entonces, es pertinente partir de ese universo psicológico personal, porque en él no se manifiesta solamente una verdad propia del universo individual, sino también una verdad elemental del ser. Como nos recuerda Georges Bataille en su libro El erotismo, es absurdo reflexionar sobre el ser independientemente del movimiento pasional que anima a los seres determinados. Hacerlo no es hacer filosofía rigurosa, es simplemente alejarse de la vida.

Todo trabajo que en el aula indague la dimensión psicológica del individuo y la de las relaciones entre ellos es un trabajo filosófico de primer orden, entendiendo que la filosofía es precisamente un deseo o necesidad de conocimiento y de reflexión capaz de abordar las cuestiones más generales y con la mayor libertad posible.

Es también la manera más efectiva de entrar en las cuestiones más abstractas o clásicamente filosóficas, la puerta de entrada en el diálogo fructífero que es nuestro objetivo elemental en las clases de filosofía.