El programa como elemento estratégico
El programa es el eje del trabajo del aula, el esquema que permite pensar el despliegue temporal de la serie de actividades y la forma detallada de lograr la consecución del objetivo que cada docente se plantea. Para que el poder y la plasticidad del programa puedan hacerse notar, sin embargo, es necesario reparar en el rol activo que cada docente debe tomar en relación con él: es necesario que el docente se apropie del mismo para que este sea algo más que un esqueleto sin vida.
Un docente pasivo respecto del programa tenderá a requerir de los alumnos la misma pasividad en la que aceptó encerrarse. La fuerza que da plasticidad a la estructura de este equeleto necesario es el trabajo del docente en la reformulación total o parcial del programa de clases. El lema que Tom Peters propone para las tareas productivas vale también como estímulo para el trabajo de todo profesor o profesora: "Reenfoque y reformule: nunca acepte un proyecto o una tarea tal como se la dieron". ¿La razón de esto? Lograr que la tarea sea representativa de la visión personal, y de esa forma involucrarse con ella de una manera especial.
Se sobreentiende que hay un programa formal que debe ser (la mayor parte de las veces, pero no siempre) tenido en cuenta. Tener en cuenta un programa, una determinación que proviene del ministerio o de la institución en la que la clase ocurre, no quiere decir escuchar su propuesta como una orden terminante: siempre cabe sumarle actividades paralelas que lo enmarquen en otro contexto o que le den un sentido faltante que el docente considere valioso. Los programas no deben ser acatados, deben considerarse el primer objeto de trabajo.
Muchos docentes dicen sentirse constreñidos por el carácter o las indicaciones del programa sin darse cuenta de que es posible enfocarlo invirtiendo la energía disponible en su corrección, modificación o aprovechamiento antes que en la esterilidad de la crítica y la queja. No hay situación pedagógica en la que la creatividad se encuentre absolutamente limitada, aunque hay muchos docentes -o momentos en todos los docentes- que puedan sentirlo así. El programa es el primera campo de batalla, la primera obra, y las soluciones que no aparecen de inmediato pueden aparecer tras un tiempo de pensamiento e invención. ¿Cabría incluso convocar a los alumnos, en las primeras clases, a diseñar el plan de trabajo de manera conjunta, bajo la guía del profesor/a?
El programa debe ser pensado y diseñado, es un elemento estratégico fundamental para el despliegue del trabajo anual, y conviene concebirlo como la herramienta que permitirá equilibrar requisitos institucionales con factores novedosos y personales. El programa es también el trazado de un camino, la sucesión de experiencias tendientes a construir el objetivo. Tenemos que ser conscientes del valor de la programación, aprovechar la perspectiva de diseño de clases y experiencias que el armado del programa nos ofrece para articular objetivos complejos y balanceados. El programa permite abrir el objetivo en varios sub objetivos parciales, ayudándonos a pensar un sistema de acción más complejo y desarrollar nuevas eficacias.
Ficha
Publicado: 21 de julio de 2009
Última modificación: 27 de marzo de 2025
Audiencia
Docentes
Área / disciplina
Filosofía
Nivel
Secundario
Categoría
Entrevistas, ponencia y exposición
Modalidad
Todas
Formato
Texto
Etiquetas
programa
Autor/es
Alejandro Rozitchner
Licencia
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