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Maurice Sendak y las profundidades de la infancia

Maurice Sendak nació el 10 de junio de 1928 y fue uno de los más notables autores de literatura infantil del mundo. Sus libros rompieron con la idea de una infancia idílica. Además, lejos de ofrecer un refugio donde estar a salvo de todo, propuso a las niñeces una literatura cargada de audacia y emotividad.


N. de E.: Esta nota fue publicada originalmente en junio de 2012.

Amo a todos los hombres que se zambullen. Cualquier pez puede nadar cerca de la superficie, pero hay que ser una gran ballena para descender a una profundidad de cinco millas o más abajo.
Herman Melville

Maurice Sendak nació en 1928, el mismo año en que unos meses más tarde nacería Mickey Mouse, su héroe favorito de la factoría Disney, que lo convirtió en un gran coleccionista de toda la memorabilia relacionada, hasta que el personaje fue transformado en un inofensivo ícono de felicidad y comicidad, y perdió total interés para Sendak.

Los comienzos en Brooklyn

De niño le gustaba mirar a través de su ventana mientras dibujaba a sus vecinos y a los niños que jugaban en la vereda. Pasaba muchas horas bocetando y observando, y esos cuadernos borradores se convirtieron más tarde en materia fértil para su trabajo como ilustrador.

Maurice era el más pequeño de tres hermanos: Natalie, la primogénita, era nueve años mayor, y Jack le llevaba cinco años. La infancia de todos ellos transcurrió puerta adentro, escribiendo, dibujando y construyendo juguetes, en su modesto hogar del barrio de Bensonhurst, en Brooklyn. Sentían un gran apego fraternal el uno por el otro, lo que los marcó intensamente para toda la vida, y fue determinante para Maurice. Todas sus obras son reflejo de su especial fijación en la infancia y de los diversos modos en que persiste y se transforma en sus historias.

Su papá, Philip Sendak, era polaco y había llegado en 1913 a los EE.UU. siguiendo la pista de una joven de la que estaba perdidamente enamorado. Cuando arribó a América ya era demasiado tarde, porque la muchacha había contraído matrimonio. Al poco tiempo, conoció en un casamiento a otra jovencita que también había llegado a los dieciséis años sin su familia a ese nuevo país. Sara Schindler atrajo su atención cuando él la escuchó leer, como parte de la ceremonia, un fragmento en yiddish del escritor Scholem Aleijem.  Philip y Sara se casaron, y como muchos otros inmigrantes judíos se establecieron en Brooklyn.

Philip trabajaba como sastre y por las noches sacaba a relucir sus dotes de extraordinario narrador oral. Le gustaba contarles a sus tres hijos anécdotas sobre los tiempos en su Polonia natal, cuentos de la tradición popular europea y del folklore judío. Nunca omitía las partes escabrosas porque no pensaba que hubiese cuentos inapropiados para los niños si eran buenas historias. Muchos de esos relatos fueron recogidos en el libro In Grandpa's House (Harper & Row, 1985), con textos de Sendak padre e ilustraciones de Maurice. Generalmente eran historias de miedo que hacían poner los pelos de punta, otras absurdas y cómicas. Sus hijos las amaban porque alimentaban su imaginación.

Niño sentado leyendo un libro grande.

Ilustraciòn de El gran libro verde, de Robert Graves y Maurice Sandak.

Aunque no comprendiera absolutamente todo, al pequeño Maurice le fascinaban los cuentos de su padre. Recuerda Sendak (1):

Cuando mi padre me leía, me recostaba sobre él y yo pasaba a formar parte de su pecho o su antebrazo. [...] Cuando no solo oyes un cuento entrañable, sino que además eres abrazado por la persona más importante en el mundo para ti, la conexión que se establece dura toda la vida.

En la escuela la lectura implicaba cruzarse de brazos y mantenerse inmóvil escuchando al maestro, que leía desde una tarima. De salud frágil, Maurice pasaba mucho tiempo en la cama, y sus hermanos le leían o contaban historias para entretenerlo. Los viernes acostumbraba a ir con su hermana a la biblioteca pública del barrio para pedir en préstamo libros que leían durante el Shabat, porque era la única actividad permitida. De esa época recordaba muy especialmente las ilustraciones de un cuento llamado Chicken little; A Child's Garden of Verses, una colección de poesía infantil de Robert Louis Stevenson. Entre los libros atesorados en su memoria también figuraban Príncipe y mendigo junto con otras novelas de Mark Twain como Las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn; también Canciones de inocencia y de experiencia, de William BlakeAt the Back of the North Wind de George MacDonald; y por supuesto Moby Dick y Pierre o las ambigüedades, de su adorado Herman MelvilleSendak por entonces ya era consciente de que la lectura era una experiencia sensorial con un objeto, en la que todos los detalles tenían mucha importancia: el olor, la textura, los colores, etc. Estos libros, junto con Mozart Shakespeare, fueron el mejor de los remedios para todos sus males.

Corrían los años 30 y 40, la edad dorada del cine. Buster KeatonChaplin, las películas del Gordo y el Flaco, King Kong, Fantasía, el music hall, Ginger Roger, Fred Astaire, Busby Berkeley. La radio formaba una parte importante de la vida cotidiana en el hogar, la prensa gráfica estaba repleta de anuncios publicitarios realizados por grandes dibujantes, y existía una gran variedad de revistas dedicadas a los cómics. Cruzar el puente de Brooklyn hacia Manhattan significaba para Maurice ingresar a la tierra de Oz.

Una prima suya fue la primera en animarlo a ver más allá de la estrecha vida en su barrio. Sus padres le tenían prohibido reunirse con ella porque era comunista. Sin embargo, él y su hermana se escapaban para verse con esta joven que tempranamente había descubierto el talento de Sendak para el dibujo.

Ilustraciòn en la que un un león y una serpiente muestran sus bocas abiertas a una reina sentada en un trono. Sobre el león hay un niño con capa y espada.

Ilustración del libro Pierre: un cuento con moraleja en cinco capítulos y un prólogo, de Sendak.

Cuando solo tenía quince años y estaba en la secundaria hacía historietas para el diario de la escuela. También se ocupaba de dibujar fondos, diagramar y adaptar la popularísima tira cómica Mutt and Jeff al formato libro para All American Comics, una conocida editorial especializada en el género.

Primeras oportunidades como ilustrador

Sendak nunca fue un alumno demasiado aplicado. En 1947 su profesor de Física le prometió aprobarlo y pagarle cien dólares en efectivo si aceptaba ilustrar el primer libro de física que él había escrito. Por supuesto, Maurice aceptó ilustrar Atomics for the millions y gracias a ese trabajo no solo concluyó el bachillerato en la Lafayette High School sino que también se pudo mudar de Brooklyn al West Village.

Foto de Sendak y su hermano Jack.

Sendak y su hermano Jack.

Maurice disfrutaba haciendo las veces de aprendiz de su hermano. En 1948, Jack le propuso colaborar con él en la realización de unos juguetes mecánicos de madera. El trabajo de Maurice consistía en lijar y pulir las figuras y los diseños que Jack tallaba. Llevaron algunas muestras de los juguetes terminados a la casa FAO-Schwartz y gustaron mucho, pero no tenían capacidad para fabricarlos en cantidad. En cambio, le ofrecieron a Maurice un trabajo como ayudante del decorador de vidrieras de la famosa juguetería de la casa FAO-Schwartz, en Manhattan.

Hasta entonces se había formado como ilustrador de manera autodidacta. Por esa época asistió por primera vez a un curso en el Arts Studium League, donde estudió con el pintor John Groth y se formó durante dos años en pintura, composición, dibujo, etc. En lugar de ir con su porfolio de una editorial a otra sin demasiada suerte, Maurice tenía a su disposición nada menos que toda la vidriera de Schwartz, en la esquina de la Cincuenta y nueve y la Quinta Avenida para dar a conocer su trabajo. Frances Chrystie, encargada del departamento de literatura infantil y juvenil (LIJ) de la tienda donde él trabajaba lo introdujo en el universo de los libros ilustrados y fue ella quien, sabiendo de su interés y deseo de trabajar como ilustrador de libros para niños, en 1951, le presentó a Ursula Nordsthom, la legendaria editora de la sección de libros infantiles de la editorial Harper & Row. Al día siguiente Nordsthom le encargó las ilustraciones para The wonderful farm, una antología de cuentos de Marcel Aymé. Así comenzó Sendak su promisoria carrera profesional como ilustrador de libros de reconocidos autores. En 1952 ilustró A hole is to dig: A first book of first definitions, a pedido de Ruth Krauss, autora del texto, con quien colaboró en otros seis libros.

Ilustraciòn de una niña arrodillada en el borde de una cama. En el fondo solo se ve una ventana abierta.

Ilustraciòn del libro Kenny's window, de Sendak.

En 1956 la editorial Harper & Row publicó Kenny's window, su primer libro como autor integral. El núcleo de su ópera prima giraba alrededor de un niño que afrontaba el desafío de responder correctamente siete preguntas que le planteaba un gallo para poder acceder a un mágico jardín. Su reputación como ilustrador comenzaba a hacerse conocida y se iniciaba su etapa más prolífica como ilustrador de libros para niños.

En 1957 Sendak empezó a ilustrar la serie de Osito, escrita por Else Holmelud Minarik, una saga compuesta por cinco títulos. Historias sencillas y breves que narraban las aventuras de un pequeño oso y que hablaban de los lazos afectivos en el entorno familiar más cercano, así como también con otros animales.

Ilustración en la que un oso dibuja sobre un lienzo apoyado en el tronco de un árbol una figura con la las manos levantadas y la boca abierta mostrando los dientes.

Ilustración del libro Osito, de Sendak.

Los 60: su etapa más prolífica

En 1960 publicó El letrero secreto de Rosieun libro que refleja con mucha fidelidad hasta dónde pueden llegar los chicos a través del juego y la imaginación. Está protagonizado por un grupo de niños que inventan historias y juegan a ser otros en las calles de Brooklyn. En el festejo del 80º aniversario de Sendak, la actriz Meryl Streep hizo una encantadora interpretación de este cuento –que se puede ver y escuchar aquí–. El tributo completo organizado por 92Y y con la participación de muchas celebridades puede verse aquí (incluye la lectura de La cocina de noche, a cargo del actor James Gandolfini).

En 1962 publicó la Minibiblioteca, un conjunto de cuatro libritos que incluía los siguientes títulos: Miguel, un cuento muy moral en cinco capítulos y un prólogoSopa de pollo con arroz, el libro de los mesesEl uno era Juan, el libro de los números y Lluvia de cocodrilos, un alfabeto. Estos libritos eran una recreación de los chapbook, ediciones de tamaño de bolsillo muy populares desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX, algunos de los cuales contenían poemas y cuentos breves.

El desobediente Miguel ya presentaba muchos rasgos en común con su siguiente criatura: Max, el héroe de Donde viven los monstruos, obra que marcaría una bisagra en la trayectoria de Sendak

Fotografía de Maurice Sendak junto a otros jóvenes.

Fotografía de Maurice Sendak junto a otros jóvenes.

El 1964 la Association for Library Service to Children le otorgó el Randolph Caldecott Medal, uno de los premios más prestigiosos, que se entrega cada año al ilustrador norteamericano del libro álbum más sobresaliente. Sendak lo recibió por su libro Donde viven los monstruos, publicado en 1963. A pesar de las resistencias que despertó entre algunos padres y pedagogos porque consideraban que era una historia que podría resultar confusa y atemorizante para los chicos, el libro cosechó grandes premios y la inmensa aceptación de los niños. El New York Times Book Review lo consagró como uno de los mejores libros infantiles de la época. Sendak adquirió renombre internacional y su obra se transformó en una referencia obligada en la historia de la LIJ. Su obra desplazó a la LIJ de un mundo entre algodones, un refugio seguro donde estar a salvo de todo, para proponer una literatura cargada de intensidad y emotividad. Sendak supo captar y reflejar la complejidad de sentimientos que experimentan los niños.  En sus libros la infancia resulta un territorio de sueños y deseos, también oscuro y plagado de miedos.

Ilustración de un perro sentado a la mesa en la que hay un plato de comida y una taza de té. En el fondo un cuadro de una mujer.

Ilustración del libro ¡Dídola, Pídola, Pon!, de Sendak.

Tras la muerte de su perrita Jennie, en 1967, mientras estaba de viaje en Inglaterra, Sendak sufrió un infarto. Su editor, Michael di Capua, cuenta que enterada de la noticia la autora Else Holmelud Minarik se puso a escribir Un beso para osito, un nuevo título de la saga de Osito, porque pensaba que de esa forma mantendría con vida a Sendak y lo ayudaría a reponerse más rápido. Sorteado este trance en su salud no solamente hizo los dibujos para este nuevo título de la serie; también publicó ¡Dídola, Pídola, Pon!, un libro encantador dedicado enteramente a su querida mascota Jennie, que combina de manera muy original elementos de diversos géneros literarios.

Simultáneamente Sendak continuaba ilustrando la obra de otros autores como: El gran libro verde, de Robert Graves (1962); Sr. Conejo y el regalo sorpresa, de Charlotte Zolotow (1962); La familia animal, de Randall Jarrell (1965); El murciélago poeta, de Randall Jarrell (1964); Volar de noche, de Randall Jarrell (1976); La princesa ligera, de George MacDonald (1977), entre otros.

Posteriormente publicó La cocina de noche (1970) y Outside over there (1981), obras que junto con Donde viven los monstruos completaban una trilogía de su autoría.

También produjo dos libros que rescatan la obra de la pareja de hermanos más famosa del romanticismo alemán: la antología El enebro y otros cuentos de Grimm (1973) y Querida Mili, de Wilhelm Grimm (1988), un texto desconocido que data de 1816 y del que recién se tuvieron noticias en 1983, a través del New York Times. Las ilustraciones creadas por Sendak para este relato, de por sí bastante oscuro, están repletas de alusiones relativas a los niños que padecieron el Holocausto. Asunto que volvería a aparecer en Brundibar (2003), obra en colaboración con el dramaturgo y guionista Tony Kushner basada en la ópera para niños creada en 1938 por el compositor Hans Krása, que representaban los niños deportados al campo de concentración de Theresienstadt (Checoslovaquia) y luego, aunque de manera menos perceptible, en Bumble-Ardy (2011).

Tres libros suyos revisitan poemas de la tradición oral infantil anglosajona: Héctor Protector y cuando yo iba por el mar (1965); We Are All in the Dumps with Jack and Guy: Two Nursery Rhymes with Pictures (1993) y I Saw Esau, editado por Iona Opie y Peter Opie (1992). Las ilustraciones creadas por Sendak dan cuenta, muy especialmente en estas obras, de su extraordinario manejo del humor negro, la mordacidad y el simbolismo, despojado de toda clase de reparos y prejuicios respecto de la conducta esperable de niños y mayores.

Ilustración de personas entrando en una figura con forma de boca abierta.

Ilustración del libro We Are All in the Dumps with Jack and Guy: Two Nursery Rhymes with Pictures, de Sendak.

Algunos estudiosos señalan una segunda trilogía conformada por: Querida Mili (1988); We Are All in the Dumps with Jack and Guy: Two Nursery Rhymes with Pictures (1993) y Brundibar (2003). Todos estos libros están atravesados por las miserias de la guerra y la pobreza. Si la primera trilogía evocaba las experiencias y sentimientos de un niño judío en el Nuevo Mundo, la segunda se focaliza en la memoria del pasado de sus ancestros en el Viejo Mundo. Sendak solía decir que él era «un niño del Holocausto». Para el autor no fue necesario haber vivido en la Europa de sus padres, ni haber sufrido en carne propia los horrores exterminio nazi para sentir como propias las secuelas de ese trauma humano y cultural.

Es inevitable asociar el nombre de Sendak a su libro más popular: Donde viven los monstruos, uno de los pocos títulos de este artista que hoy pueden conseguirse en las librerías. Sin embargo, su obra completa es muy vasta y encierra una belleza y una riqueza incomparables.

A través de sus historias, Sendak rompió con la mirada de los adultos a una infancia idílica y candorosa. Sus obras nacieron desde una concepción de la literatura infantil como zona franca de la moral y el deber ser, donde la ambigüedad, lo indómito y lo onírico tuvieron una importancia crucial en su lenguaje expresivo, su rasgo más característico. Sus libros habilitaron para los niños la lectura como una experiencia de goce emocional y estético muy fuerte.

Él llamó a su particular forma de trabajo ilustraciones interpretativas. Pensaba que más que clarificar el relato, las ilustraciones tenían que agregarle misterio a la historia.

En 1970 fue el primer ilustrador norteamericano en recibir el Premio Hans Christian Andersen, en reconocimiento a su obra completa. Más tarde continuó recibiendo importantes premios: el Laura Ingalls Wilder Medal (1983) por su contribución a la LIJ norteamericana; el National Medal of Arts (1996) por su vasta obra literaria, distinción entregada por uno de sus antiguos lectores, el por entonces presidente Bill Clinton, que lo llamó «el rey de los sueños». Además fue galardonado con el Astrid Lindgren Memorial Award (2003), premio que compartió con la escritora austríaca Christine Nöstlinger.

Sus influencias. Toda una pinacoteca personal

Tratándose de un notable ilustrador –al que la revista Time bautizó como el Picasso de los libros para niños–, no le faltaron referentes visuales, exponentes de todas las épocas y estéticas, tal como puede apreciarse en sus propias palabras:

Fotografìa de Maurice Sendak.
Fotografía de Maurice Sendak.
Muchos de los artistas que influyeron en mí eran ilustradores que encontré por casualidad. Yo conocía los cuentos de hadas de los hermanos Grimm ilustrados por Georges Cruikshank. Fui detrás de todo lo que caía en mis manos ilustrado por Cruikshank y copié su estilo.  Fue tan simple como eso. Quise sombrear como él, usando tramas cruzadas. Entonces encontré a Wilhelm Busch y empecé otra vez.  Pero felizmente Wilhelm Busch también sombreaba como sombreaba Cruikshank, así que yo no había perdido el tiempo. Es así como un artista crece. Me incliné muy fuertemente hacia esta gente. Desarrollé el gusto por estos ilustradores. (2)

Más adelante, precisa su pasión por la ilustración inglesa, sobre todo de la época victoriana:

Alrededor de 1860 fue la época de los grandes ilustradores ingleses, conocida como 'los sesenta' por los admiradores de los libros con ilustraciones victorianas, a los que tanto deben mis obras. La influencia de los artistas victorianos como Georges Pinwell y Arthur Hughes, por nombrar solo a dos de ellos, es evidente en las ilustraciones que creé para '¡Dídola Pídola Pon!' (Harper & Row, 1967), 'Cuentos judíos en la aldea de Chelm' (Harper y Row, 1966) y 'Un beso para osito' (Harper & Row, 1968). También aprendí  de otros artistas ingleses. Randolph Caldecott me mostró por primera vez el empleo sutil del ritmo y la estructura en un libro ilustrado. 'Héctor Protector y cuando yo iba por el mar' (Harper & Row, 1965) es un homenaje intencionalmente deliberado a este querido maestro. Como otros bellos puntos de referencia en la realización de libros ilustrados estudié las obras de Beatrix Potter y William Nicholson. 'The Pirate Twins', escrito por Nicholson, seguramente influyó en 'Donde viven los monstruos' (Harper & Row, 1963). Una muestra retrospectiva de mi pasión inglesa puede encontrarse en 'Lullabies and Night Songs' (Harper and Row, 1965). Las ilustraciones para este libro, que saltan de Rowlandson a Cruikshank, a Caldecott y aun hasta Blake, son un pastiche bullicioso de estilos, no obstante yo creo que ellos resuenan con mi propio sonido particular. 'El Señor Conejo y el regalo perfecto' (Harper & Row, 1962) es –al menos conscientemente– el único libro que hice en el que se revela mi admiración por Winslow Homer. (3)

Luego explica cómo Winsor McCay, el conocido historietista estadounidense, lo condujo a un reconocimiento de sus raíces ancladas en el arte popular americano.

Aproximadamente dos años y medio después de la publicación de 'Donde viven los monstruos' finalmente tomé conciencia de mi interés por reavivar el arte que había vivenciado y amado de niño. El disparador fue una exposición (en el Metropolitan Museum) de las páginas de 'Little Nemo in Slumberland', la famosa historieta de Winsor McCay que se publicó en el diario entre los años 1905 y 1911. Antes de esa exposición yo ignoraba la genialidad de este popular artista americano para la fantasía gráfica. Esto me llevó a mirar hacia atrás con nuevos ojos el arte popular de mi propia niñez. Este reconocimiento de mis raíces personales de ninguna manera representa una revelación jactanciosa o un esnobismo inverso, más bien intento exponer mis tempranas y más refinadas influencias. Lo que aprendí de los artistas ingleses así como franceses y alemanes, a mi modo, fue muy absorbido por mi psiquis creativa, mezclándose y conviviendo pacíficamente con una parte de mi pasado. Pero desde luego todo esto sucede de manera natural o no sucede en absoluto. (4)

Mirar la infancia con nuevos ojos

Más allá de las múltiples fuentes que inspiraron la obra de este talentoso creador, quizás sea su particular mirada del universo infantil lo que lo llevó a distinguirse del resto de los autores de libros para niños. Nunca le preocupó obedecer los mandatos de los adultos bienpensantes y bien intencionados. Desde sus primeros trabajos como ilustrador se manifestó a favor de una literatura infantil honesta, capaz de transgredir los límites de aquello que se consideraba adecuado narrar y leer a los niños. Estas convicciones ya aparecen de forma muy clara y contundente en 1964, en su discurso de aceptación del Randolph Caldecott Medal, por su impactante y polémico Donde viven los monstruos. Principios que sostuvo y fortaleció con el correr del tiempo. Así se expresaba sobre este asunto: «La verdad de la vida –tanto de la vida de fantasía como los hechos reales de la vida– es la base de todo gran arte». (5) Y continúa en Notes on Books and Pictures:

Las realidades de la niñez avergonzarían a la mitad las concepciones que sostienen algunos libros para niños. Estos ofrecen un mundo dorado, sin sombras, sin la menor referencia de conflicto o de dolor, un mundo fabricado por los que no pueden -o no les preocupa- recordar la verdad de su propia niñez. Su visión expurgada no tiene ninguna relación con la manera real de vivir de los chicos.[...] Supongo que estos libros tienen algún objetivo; ellos no asustan a los adultos que adhieren a la gran fantasía del siglo XIX que pinta a la niñez como un paraíso eternamente inocente. Los así llamados libros para niños se publican bajo colores engañosos, ya que solo sirven para complacer a los adultos. Pasan de un adulto a otro, porque solo pueden gustarles a las personas mayores que tienen un falso recuerdo sensiblero de la infancia. Mi sospecha personal es que ellos clavaron sus colmillos en los niños. La popularidad de tales libros es la prueba de la constante negación de los aspectos difíciles de vida de los niños, rechazo que intenta justificarse recordándonos que no debemos atemorizar a nuestros niños. Desde luego debemos evitar asustar a los niños, si esto significa protegerlos de las experiencias que están más allá de su capacidad emocional; pero dudo de que esto sea lo que la mayoría de las personas piensan cuando dicen: 'Nosotros no asustamos a nuestros niños'. En la necesidad de libros evasivos está la más obvia intención del deseo común de proteger a los niños de sus miedos y de sus preocupaciones cotidianas, un deseo desesperado que niega la lucha eterna del niño con sus emociones inquietantes.  (6)

Ilustración de un personaje navegando en un barco. Otros personajes lo observan.

Ilustración del libro, Max en el barco con miedo, de Sendak.

Se hace hincapié acerca de que los niños son miedosos, como si nosotros los adultos no nos asustáramos. Por supuesto que nos asustamos. Yo me asusto cuando miro un programa de televisión sobre vampiros. No puedo dormirme. Esto nunca se acaba. Nosotros nos hacemos mayores, conocemos más cosas, y sin embargo tenemos miedo. (7)

Y continúa, más adelante, destacando la imaginación como herramienta catártica:

Ciertamente, nosotros queremos proteger a nuestros niños de las nuevas y dolorosas vivencias que están más allá de su comprensión emocional y de la angustia intensa; al punto de querer impedir su prematura exposición a tales experiencias. Esto es obvio. Sin embargo, lo que es obvio –y que muy frecuentemente se pasa por alto– es el hecho de que durante los primeros años de vida los niños conviven familiarmente con las emociones perturbadoras; el miedo y la angustia son una parte intrínseca de su vida diaria, ellos sobrellevan continuamente la frustración como mejor pueden. Y es a través de la fantasía que ellos pueden hacer catarsis. Es el mejor medio que tienen para dominar sus cosas salvajes. (8)

En busca de otros horizontes artísticos

En 1978, cuando había cumplido medio siglo de vida, Sendak estaba buscando nuevos desafíos. Ya había probado, en 1975, con Really Rosie, una adaptación para televisión basada en las historias y los personajes de sus libros El letrero secreto de Rosie y la Minibilioteca, una especie de comedia musical animada, con canciones interpretadas por Carole King.

El mundo de la edición de libros para niños estaba cambiando, los grandes grupos editoriales apuntaban hacia libros que les garantizaran una rentabilidad inmediata y no se mostraban tan interesados en proyectos innovadores de artistas de su talla. Frank Corsaro le ofreció entonces otro reto a su vocación artística: diseñar la escenografía y el vestuario de la ópera La flauta mágica, de Mozart. Sin ser un músico dotado, Sendak era un apasionado oyente de música clásica, así que tuvo la oportunidad de trabajar para un género que había sido uno de sus amores primigenios y que siempre le había resultado muy inspirador para su labor como ilustrador de libros infantiles.

La música lo ayudó a improvisar en su arte visual; pruebas de esa conexión están a la vista en todos sus trabajos: desde las cubiertas de discos (como la Sinfonía el Nº 3 en Do Menor, de Mahler y Diario de un desaparecido, de Leoš Janácek); las impresionantes ilustraciones a color que hizo en 1965 para acompañar las canciones de Alex Wilder en Lullabies and Night Songs; la puesta en escena y la producción del vestuario para El Cascanueces (1983), de E.T. A. Hoffmann, con música de TchaikovskyEl amor de las tres naranjas (1984), de Prokofiev,  y Hansel y Gretel (1997) de Grimm y Engelbert Humperdinck; la portada de la biografía de Mozart escrita por Wolfgang Hildesheimer; hasta la figura de Mozart que vemos a lo lejos en la puesta de El Cascanueces y en los libros Querida Mili y en Outside over there. Iniciados los 80, participó en la producción de las óperas de dos de sus libros: Donde viven los monstruos y ¡Dídola Pídola Pon!, ambas en colaboración del compositor británico Oliver KnussenDonde viven los monstruos también dio lugar, en 1996, a una adaptación para ballet, realizada por el coreógrafo Randall Woolf.

Sendak reveló:

De hecho, la música es esencial para mi trabajo. Siento una fuerte afinidad entre la forma de una frase musical y la forma de trazar una línea. Bocetar con música es un maravilloso estímulo para mi imaginación, y a menudo una pieza musical me da la pista de la apariencia y el color de una imagen. (9)

Una vida dedicada a los libros álbum

Sendak trabajó por más de cinco décadas en el campo de la edición de libros para niños lo que sin duda le daba una perspectiva inmejorable de la evolución de los libros infantiles. En algunas entrevistas recientes, y consultado por el estado del género declaró:

Con los libros actuales, no siempre estoy seguro si son verdaderos o fieles con lo que les pasa a los niños. Si usted mira el trabajo de Tomi Ungerer es apasionado, es personal, es maravilloso y es el cuco; esa es la clase de veracidad de la que siempre está hecha la buena literatura para niños [...] Hay una cierta pasividad, un regreso a la niñez inocente en la cual nunca creí lo suficiente. Evocamos la niñez como un asunto muy sentimental, triste, tonto, cómico. Yo enseño. Enfatizo: 'el personaje, el personaje, el personaje'. Y les insisto a los autores: 'Vayan donde quieran ir ustedes; vayan donde quieran. Los niños irán por todas partes'." (10)

En las declaraciones realizadas en la última etapa de su vida Sendak recapitula y hace un balance final sobre su labor creativa:

En el texto del anuncio honrándome con este premio asombroso me elogian como un autor que produjo 'libros para niños de una calidad artística absolutamente superlativa y con un espíritu humanista semejante al de Astrid Lindgren'. Las palabras 'espíritu humanista' son las que más me movilizan. Ser elogiado por mi devoción de toda la vida hacia los niños, la defensa de los niños y la vinculación de mi nombre con el de Astrid Lindgren me da un placer muy profundo –quizás con un poco de culpa–. Aquella sombra de culpa viene de mi absoluta certeza de que mi combate por los derechos y los privilegios de los niños ha sido una batalla personal desde mi propia niñez hace mucho tiempo. Simplemente, yo dediqué toda mi vida a hacer la única cosa para la que estaba preparado y era capaz de hacer. No había otra manera de que yo pudiera hacerlo. Este premio me llega en el momento más afortunado de mi existencia. (11)

A través de diversas declaraciones que Sendak realizó en su vida mantuvo una férrea coherencia en sus convicciones, por lo que probablemente tuvo que soportar la etiqueta de tipo difícil y de mal carácter. Hace pocos meses en una entrevista en la que hizo gala de su punzante y brillante humor, ante la pregunta acerca de por qué escribía para chicos, él respondió artero al periodista Stephen Colbert: "Yo no escribo 'para' chicos. Yo simplemente escribo, y son los demás los que dicen: 'Esto es para chicos'."

En el documental Tell them anything you want se explaya sobre este asunto de forma todavía más honda:.

La única verdadera felicidad en mi vida es dibujar. Todo lo que me atormenta se desvanece cuando lo hago, porque es lo que quiero hacer y sé que lo hago bien. Por qué quedé fijado en la niñez, no lo sé. Quizá porque en el fondo no creo en esa demarcación, o porque creo que [a los chicos] se les debe hablar de otra manera, se les puede decir cualquier cosa mientras sea verdad. O quizá porque, supongo, que es en la infancia donde se quedó mi corazón. (12)

Sendak abrió una vena rica de posibilidades para otros artistas a quienes él inspiró, que crearon su propio lenguaje simbólico y visual. Una muestra de la admiración que sienten otros ilustradores por él y una prueba de la huella indeleble que dejó en ellos la lectura del más célebre de todos sus libros se puede apreciar visitando aquí el sitio creado por Corey Godbey, que rinde tributo a sus encantadoras criaturas salvajes.

Desde 1972 se había instalado en Ridgefield, un pequeño pueblo del estado de Connecticut, irónicamente el lugar de nacimiento de Samuel Griswold Goodrich (1793-1860), probablemente el escritor más influyente en la literatura infantil del siglo XIX, radicalmente en las antípodas del espíritu de la obra de Sendak. El paisaje alrededor de su cabaña, un bosque frondoso, rodeado de colinas, tenía un aspecto de cuento de hadas, y conservaba cierta familiaridad geográfica con la Selva Negra o algún posible rincón europeo, donde estaban las raíces de su familia. Vivió allí hasta su muerte en compañía de su perro, el pastor alemán Herman, así bautizado en honor a Melville, uno de los autores preferidos de Sendak.

Falleció el 8 de mayo de 2012, en el Hospital Danbury, de Connecticut (EE.UU.), a raíz de un derrame cerebral.

Notas al pie

(1) Stories my father told me, por Maurice SendakEn: HomeArts Magazine (1998).

(2) The Art of Humorous Illustration, por Nick Meglin (Watson-Guptill Publications, 1973). Citado enhttp://www.johncoulthart.com/feuilleton/2012/05/09/maurice-sendak-1928-2012/

(3) Ibídem.

(4) Ibídem.

(5) Caldecott & Co.: Notes on Books and Pictures, por Maurice Sendak (Harper & Collins, 1988), pág. 149.

(6) Ibídem, pág. 153.

(7) Let the wild rumpus start!, por Ramin SetoodethEn: Newsweek (8-10-2008)

(8) Ibídem, pág. 151.

(9) Ibídem, pág. 146.

(10) On the phone with Maurice Sendak, por Pamela PaulEn: The New York Times (16-09-2011)

(11) Maurice Sendak Acceptance Speech of The Astrid Lindgren Memorial Award (2006)

(12) Tell them anything you want: A portrait of Maurice Sendak , dir. Spike Jonze y Lance Bangs (EEUU, 2009, 39 min.)

Ficha

Publicado: 03 de julio de 2023

Última modificación: 13 de julio de 2023

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Superior

Categoría

Entrevistas, ponencia y exposición

Modalidad

Todas

Formato

Texto

Etiquetas

Maurice Sendak

literatura infantil y juvenil

Autor/es

Mónica Klibanski

Licencia

Creative Commons: Atribución – No Comercial – Compartir Igual (by-nc-sa)


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