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Berta Braslavsky

Berta Braslavsky fue una docente, pedagoga y académica reconocida internacionalmente como precursora en integración escolar, especialista en alfabetización y formadora de docentes. Esta biografía forma parte de la colección de podcast «Educadores y educadoras que hicieron escuela», elaborada por el Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD).


Instituto Nacional de Formación Docente presenta «Educadores y Educadoras que hicieron escuela»
Episodio 11: Berta Braslavsky
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Fue una docente, pedagoga y académica comprometida con una educación pública gratuita e igualitaria que llegara a los sectores más vulnerables de nuestro país.
Sufrió persecuciones, discriminación y el exilio pero siempre se mantuvo firme y coherente en sus ideas y convicciones.
Fue reconocida internacionalmente como precursora en integración escolar, especialista en alfabetización, promotora de la lectoescritura y formadora de docentes.
Una maestra de maestros que transmitía una férrea convicción «todas las niñas y niños pueden aprender».


Bertha Berenstein nació el 19 de julio de 1903, en Gobernador Sola, provincia de Entre Ríos.
Cursó la primaria en su pueblo natal hasta cuarto grado, donde tuvo su primera experiencia militante al conformar la Cooperativa Billiken, la manera que encontró junto al resto del grado de acceder a la lectura letrada de su tiempo.

TESTIMONIO [voz femenina]: Mi madre y padre eran inmigrantes judíos de la Rusia zarista. El mandato familiar para esa época era seguir el magisterio, esa era la gran aspiración para una hija. No lograron hacer la América pero mamá cumplió el sueño de que Bertita fuera profesora.

En 1922, su familia se mudó a Buenos Aires para que continuara estudiando en la Escuela Número 7, cuyos directivos y docentes habían egresado de la mítica Normal de Paraná -puntapié inicial del proyecto sarmientino.

TESTIMONIO [voz femenina]: Yo he recibido una formación pedagógica muy seria y muy nueva. Todo aquello del constructivismo como gran novedad, en contra de la escuela tradicional, estaba para nosotros muy presente. La actividad del niño y su producción. Nuestras prácticas en la escuela estaban orientadas a que fueran las y los alumnos quienes elaboraban el conocimiento y se nos evaluaba en la medida en que lo lográbamos.

En 1932, egresó con Medalla de Oro, lo que podría haber asegurado la concreción del sueño de Berta y su madre, pero terminó siendo una muestra de la censura y persecución que sufriría durante gran parte de su vida.

TESTIMONIO [voz femenina]: El primer choque que tuve fue porque pensaba que iba a tener un cargo inmediato, dado a que había ganado la Medalla de Oro, era lo que creíamos que daba ingreso a la docencia y no lo tuve. No sé si fue por mis hermanos socialistas o mis padres inmigrantes judíos bastante transgresores con sus posiciones religiosas. El caso es que me incliné mucho hacia la izquierda.
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Gracias a la intervención del entonces inspector Pablo Pizzurno, tiempo después se inició en la docencia como suplente y, en 1933, ingresó al profesorado de Física en el Instituto Nacional Superior Joaquín V. González donde conoció a quien consideró su primer maestro, Aníbal Ponce.
Berta se sintió atraída por la Revolución Rusa y la literatura de ese origen: Gorki, Dostoievski y Chéjov.
A los 22 años se había afiliado al Partido Comunista y su militancia, como la de muchos de sus camaradas, no fue bien recibida por las autoridades de la Década Infame.
A fines de 1936, mediante la aplicación de un decreto contra los centros de estudiantes fue expulsada del profesorado y expuesta a una humillación pública en el Congreso.
Deprimida se refugió en Córdoba, en una casa de la familia de su novio Lázaro Braslavsky, con quien luego se casó y tuvo dos hijas: Silvia y Cecilia. De él adoptó el apellido con el que se la reconoce y juntos apoyaron a los Republicanos contra Franco y a la Unión Soviética en el frente contra Hitler, entre otras luchas internacionalistas.
A pesar de la disposición del ministro De la Torre -que le prohibía seguir estudiando-, en 1937 se inscribió en la flamante carrera de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Aunque también intentaron echarla de allí, gracias a sus méritos académicos y la solidaridad de sus compañeros y compañeras, se recibió en 1946 con Diploma de Honor.
De todas formas, fue detenida incontables veces por la Sección Especial de la Policía contra el Comunismo.
Estaba marcada por el Estado y durante dos décadas no pudo acceder a una designación oficial, por lo que desarrolló su carrera académica e intelectual abriendo sus propios caminos.
En 1943, fundó el Instituto Argentino de Reeducación (el IAR), uno de los primeros establecimientos dedicados a trabajar con niñas y niños que necesitaban una planificación personalizada, apoyos y el respeto de sus propios tiempos en el proceso educativo.

TESTIMONIO [voz femenina]: Al no poder ejercer en ninguna institución pública necesitaba generar un lugar de aprendizaje privado. El IAR estaba destinado a niñas y niños con déficits sensoriales, mentales y corporales, aunque la mayoría de sus concurrentes tenía discapacidad intelectual. En cuanto a la orientación, era medio difusa. Estaba de moda el tema de la conducta pero, la verdad, es que no sabíamos exactamente qué queríamos hacer.

Así comenzaron a disputar las funciones psicopedagógicas a quienes las cumplían hasta ese momento, los médicos psiquiatras.
El plantel del IAR estaba integrado por profesionales de Pedagogía y Filosofía que se habían especializado en Psicología, dado que la carrera aún no existía en la UBA. De hecho el Instituto es considerado un antecedente fundacional de esa formación de grado.
Con la Ley de Enseñanza Privada que sancionó el primer gobierno de Perón y el acuerdo con las obras sociales, la institución llegó a tener hasta 200 alumnos, provenientes de la Argentina y de países limítrofes.
Entre el 48 y el 49, tras participar en Budapest del Primer Congreso Internacional de Mujeres por la Paz, realizó un posgrado con Henri Wallon en el Instituto de Psicobiología del Niño de la Universidad de París. Allí se nutrió con las técnicas más avanzadas en el diagnóstico de las problemáticas de la denominada «educación especial», así como también de los debates europeos sobre el desarrollo de la infancia y la adolescencia. Estos enfoques, combinados con los elaborados en su propia institución, le permitieron seguir tomando distancia tanto del modelo médico hegemónico de la discapacidad como de la homogeneización que implicaba la educación común.

TESTIMONIO [voz femenina]: En el caso de la dislexia, el maestro o maestra tiende a atribuirla a una dificultad general de comprensión, un error que puede tener consecuencias graves y estigmatizantes. La actividad desplegada en el consultorio externo de nuestro instituto nos permitió elaborar un juicio sobre la enseñanza de la lectura en general y acumular experiencia sobre la enseñanza de la lectura a las personas con discapacidad intelectual.
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Y es que una gran cantidad de estudiantes, con supuestas deficiencias o imposibilidades, podían mejorar sustancialmente su desempeño al contemplarse que tenían dificultades para adaptarse a los ritmos, intereses, métodos y prácticas que imponía la educación común.
El área pedagógica del IAR orientó su trabajo para que las y los alumnos no fueran expulsados del sistema educativo y pudieran integrarse a la vida social. Sus cursos de verano eran desbordados por cientos de docentes, mientras que estudiantes de Ciencias de la Educación de la UBA reclamaban la incorporación de Berta Braslavsky como profesora.

TESTIMONIO [voz femenina]: En 1957, los estudiantes estaban pidiendo cátedras paralelas. Cuando se abrieron me presenté, junto con una gran cantidad de aspirantes. No era una revancha sino una posibilidad de acceso.

En 1963, fue designada docente de la Universidad Nacional de La Plata y, un año después, de la UBA.

TESTIMONIO [voz femenina]: Cuando ganó Illia me llamó por teléfono Ricardo Nassif. Me ofreció la cátedra de  Psicología Educacional. Yo le dije: «no sé nada de Psicología Educacional». El caso es que armé un programa a mi manera que resultó muy bueno. La experiencia en La Plata fue una maravilla y al año siguiente se hace el concurso para Educación Diferencial y gané por el acuerdo de todos. Entonces, me llamaron de la Universidad de Buenos Aires, para Pedagogía Asistencial, y así empezó mi carrera docente universitaria. Yo ya tenía 50 años. Siempre le digo a la gente que se considera vieja que yo me inicié a los 50.
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A partir de entonces, Berta bregó por una distribución igualitaria de la alfabetización que contemplara que no hay acto educativo aislado de su contexto. Le preocupaba la impotencia de la escuela para difundir la lengua escrita y formar lectores, así como para revertir el aumento de la deserción y la repitencia. Por eso, hasta su última publicación siguió impulsando la lectura comprensiva, denunciando que su ausencia era tan preocupante como el analfabetismo y que su resolución debía ser una política de estado.

TESTIMONIO [voz femenina]: El rol del maestro es muy complejo y muy gratificante. Ante todo, debe ser una persona apasionada por la lectura de todos los géneros literarios, para transmitirle a los y las alumnas ese entusiasmo. Al mismo tiempo, debe tener una excelente formación profesional para conocer a los alumnos en su nivel evolutivo y las experiencias en el medio social, cultural y familiar de cada uno.

Su desempeño y producción académica comenzaron a trascender las fronteras y los organismos nacionales, expansión frenada por la intervención de las universidades de Onganía, en 1966, (la Noche de los Bastones Largos) que la llevó a formar parte de la renuncia colectiva, en la UBA. Dos años después intentaron sin éxito desplazarla de la Universidad Nacional de La Plata, bajo la denominada Ley de Defensa de la Democracia.

En los años 70 sostuvo una histórica polémica epistolar con el brasileño Paulo Freire, quien había publicado Pedagogía del Oprimido. Él sostenía que la alfabetización de los sectores vulnerables debía hacerse en sus propias comunidades, mientras que ella insistía en la importancia del aula escolar y la interacción docentes-alumnado. También por aquellos años la Unesco y otros organismos internacionales la convocaron como consultora y visitó distintos países de América Central, entre ellos, Cuba.
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En 1975, bajo el gobierno de María Estela Martínez de Perón, Berta fue echada de su cátedra platense, al tiempo que desvincularon a sus hijas -Cecilia y Silvia-, de la Universidad Nacional de Río Cuarto, donde ejercían como docentes. Las tres mujeres, Lázaro había fallecido en 1954, partieron al exilio.
Berta fue contratada por el Ministerio de Educación de Venezuela como asesora en temas de educación especial y alfabetización inicial, y también por el gobierno mexicano.

TESTIMONIO [voz femenina]: Volví del exilio en el año 79, una periodista me entrevistó a raíz de que el director general de la Unesco había afirmado que estaba aumentando el analfabetismo. Me pidió opinión y yo le dije: «¿pero cómo no va a aumentar si nuestro país está enseñando a leer con métodos prehistóricos?». A raíz de esa declaración terminé en una reunión con el, por entonces, Secretario de Educación de facto y todo su equipo, en la que me pidieron que les explicara por qué lo había dicho. Después de ese encuentro me invitó a que participara con ellos. Le pedí que me dejara pensarlo. Deseaba aceptarlo como un desafío pero era la época de la dictadura. Mis amigos me decían que sí, que me tenìan confianza. Entonces puse una condición, que me dejaran ir a las aulas. Accedieron y terminó siendo una experiencia riquísima.

Con el retorno de la democracia en 1983, volvió a sus cargos universitarios y creó el sistema de lectoescritura de las escuelas públicas porteñas.
En 1998, y hasta bien pasado sus 90 años, Berta fue referente del Programa Zona de Acción Prioritaria Maestro más Maestro, que apuntaba a evitar la repitencia en las escuelas de los barrios más vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires.
También se preocupó por la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación al proceso educativo.

Recibió los premios Konex, Andrés Bello (de la OEA), a la Trayectoria (de la Ciudad de Buenos Aires), Juntos Educar (del Arzobispado porteño) y el Golda Meyer (de la Universidad Hebrea de Jerusalén). Fue nombrada Profesora Honoraria de las universidades de Buenos Aires y de La Plata. Además, fue declarada Ciudadana Ilustre de la Capital Federal, incluida entre los Mayores Notables Argentinos, por la Cámara de Diputados de la Nación y, en el año 2004, designada Miembro de Número de la Academia Nacional de Educación, Por su parte, la provincia de Entre Ríos le puso su nombre a una de las aulas de la Normal de Paraná, la primera escuela de maestros del país.
Murió el 9 de septiembre de 2008, a los 95 años. Al día siguiente, en todas las escuelas porteñas se hizo un minuto de silencio en su honor.
Bertha Berenstein de Braslavsky fue una docente, académica, intelectual, pedagoga, investigadora y consultora, comprometida con facilitar e igualar los procesos de aprendizaje de los sectores más vulnerables. Con sus esfuerzos por despatologizar la educación de las personas con discapacidad, vislumbrando su inclusión en los establecimientos llamados «normales», al preguntarse si existía una pedagogía especial y respondiendo que no. Siempre sosteniendo las banderas de la alfabetización y la lectura como armas liberadoras, de la democracia, por la paz y los derechos humanos.

En cada educador y educadora hay un poco de Berta Braslavsky.
Sigamos haciendo una escuela pública más justa e igualitaria.
Sigamos educando.
«Educadores y educadoras que hicieron escuela», episodio 11: Berta Braslavsky.
Instituto Nacional de Formación Docente, Ministerio de Educación, Presidencia de la Nación.
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Ficha

Publicado: 12 de enero de 2021

Última modificación: 12 de enero de 2021

Audiencia

Docentes

Área / disciplina

Ciencias de la Educación

Nivel

Superior

Categoría

Entrevistas, ponencia y exposición

Modalidad

Todas

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biografía

Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD)

educadoras argentinas

educación especial

integración

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