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Humberto Irahola: Intercambio entre alumnos de La Quiaca y Buenos Aires

"La principal motivación fue que los alumnos tuvieran in situ la experiencia de las celebraciones culturales que se realizan en nuestro país y que no están divulgadas en los manuales o en los suplementos de los diarios de circulación nacional"

01082006Humberto Irahola es egresado del Profesorado Nacional para la Enseñanza Primaria de La Quiaca. Fundó la primera escuela de Educación No Formal en esa localidad, de cuya municipalidad fue director de Cultura, Protocolo y Ceremonia. Fue también director de la Escuela Nº 61 de Pumahuasi (Jujuy), y actualmente es docente especializado en Educación de Jóvenes y Adultos.

En diálogo con educ.ar relató una experiencia realizada en el 2004: un viaje de estudios protagonizado por una escuela de la Ciudad de Buenos Aires y un grupo de alumnos de la ciudad de La Quiaca (Jujuy). Y reflexionó, además, acerca de la utilización de las nuevas tecnologías en este tipo de iniciativas.

Descargar archivo. Entrevista a Humberto Irahola

—¿Cómo surgió la idea de llevar a cabo esa experiencia?

—Cuando ingresé a trabajar en la Escuela 12 D.E. 1º de la Ciudad de Buenos Aires, el director de la institución, Carlos Deciani, me comentó del proyecto que lleva a cabo la escuela en la semana del 9 de Julio, en homenaje al “soldado desconocido” que peleó por la Independencia de nuestro país. En ese proyecto recrean las manifestaciones culturales del Norte argentino aún vigentes, como la Pachamama, la Mancafiesta, la Toreada de Casabindo y la Marcada. Entonces le propuse al director hacer un intercambio educativo cultural con la Municipalidad de La Quiaca, con el fin de que los alumnos de Buenos Aires participen y vivencien una de esas manifestaciones culturales: la Mancafiesta. A partir de ahí me contacté con la Municipalidad de La Quiaca y la Secretaría de Educación de la ciudad de Buenos Aires para trabajar en forma conjunta en la elaboración de dicho proyecto.

—¿Podría comentar las principales motivaciones del proyecto? ¿Qué objetivos se plantearon?

—La principal motivación fue que los alumnos tuvieran in situ la experiencia de las celebraciones culturales que se realizan en nuestro país y que no están divulgadas en los manuales o en los suplementos de los diarios de circulación nacional, o si lo están es con muchos errores de información, lo que hace que algunos docentes “desinformen” acerca de la realidad cultural de alguna región del país. El proyecto se realizó en base al espíritu de la Mancafiesta que es el trueque, el intercambio. Entonces, nosotros intercambiamos y trocamos... ¿Cómo?: cuando la Municipalidad de La Quiaca envió a sus alumnos, nosotros les ofrecimos alojamiento, comida, y las excursiones y visitas guiadas por la ciudad de Buenos Aires, y ellos sólo pagaron sus pasajes. Cuando fuimos nosotros pasó al revés: nosotros sólo aportamos para los pasajes de ida y vuelta, y ellos nos alojaron.
—Seguramente, muchos de los alumnos jujeños visitaron por primera vez el Teatro Colón, la Casa Rosada, el subterráneo o la cancha de Boca. ¿Cómo vivieron esas experiencias?

—Fascinados. De pronto, todo lo que vieron en revistas, algunos en televisión, lo experimentaron directamente. Quizás durante años dibujaron el cabildo para el 25 de Mayo y de pronto estaban en frente de él. Lo mismo pasó con el 17 de Agosto: unos días antes de esa fecha, los chicos fueron los invitados especiales a la recreación de dicho acontecimiento que celebra el Regimiento de Granaderos. Y el mismo 17 de Agosto nuevamente fueron invitados al acto central y saludaron al presidente de la Nación. Yo creo que lo vivieron intensamente; ellos viven a 2000 km de Buenos Aires, lejos de todo esto, pero tampoco tenemos que olvidarnos de que en la Ciudad de Buenos Aires hay niños que viven en zonas carenciadas y tampoco conocen el cabildo.

Yo nací y viví treinta años en La Quiaca, me pasé toda escuela primaria dibujando el cabildo, y a los 31 años vine a Buenos Aires y lo primero que quería hacer era verlo. Cuando era un niño para mí el cabildo y Buenos Aires estaban lejos y eran inalcanzables, y tenía la idea de que todos los niños de Buenos Aires conocían el cabildo, pero cuando empecé a trabajar aquí en el barrio de Ramón Carrillo, que en subte está a no más de veinte minutos de viaje, el cabildo, para esos chicos, estaba a 2000 km, porque muchos nunca habían ido.

—La delegación porteña visitó La Quiaca durante la Mancafiesta. ¿Qué sensaciones, qué recuerdos trajeron?

—Muchos: ver que nuestro país tiene otras realidades, enterarse de que muchos niños se quedan a vivir en la escuela de lunes a viernes, de que vivimos en un mismo país y que somos distintos culturalmente, ver cómo se hacen las transacciones sin utilizar dinero y que es una costumbre que data antes de la llegada de los españoles a América. Tengamos en cuenta que las diferencias entre ambas escuelas eran enormes, ya que los ámbitos de las dos escuelas son muy diferentes. Incluso en La Quiaca hay escuelas urbanas y rurales, pero todo esto sirvió justamente para conocer las diferencias entre las distintas culturas.

—¿De qué manera integró el viaje de intercambio con los contenidos curriculares?

—La experiencia, para ambas partes, fue bastante positiva. Eso sí, requiere mucho trabajo, tanto pedagógico como comunitario. Esta experiencia no fue algo aislado, ya que abordamos aspectos históricos, geográficos, literarios, musicales y culturales, como los mitos y las leyendas.

—¿Siguen en contacto los chicos entre sí? ¿Y los docentes?


—Según la información que manejo, algunos alumnos siguen en contacto por correo electrónico. Y también estamos vinculados con la Municipalidad de la Quiaca.

—¿Piensa volver a repetir la experiencia con otros cursos?


—A pesar de que ya no estoy trabajando en la escuela como docente, con el director seguimos trabajando para realizar nuevamente la experiencia con otro grado de esa escuela. Quisiera que esto se repita año tras año, con el objetivo de que sea un verdadero viaje de estudios y no como un viaje de egresados. Manteniendo dicho espíritu los niños van a poder construir un aprendizaje real de nuestro país, van a poder entender y vivenciar la realidad de que en otro punto geográfico del país hay niños de su misma edad que concurren a las escuelas, y que en muchos casos tienen que atravesar grandes distancias.

—¿Cree que sería necesario avanzar en un proyecto colectivo, más allá de iniciativas individuales como la que Ud. puso en práctica?

—Este proyecto fue tan sólo una idea de unos pocos que dejó de ser individual y se convirtió en un proyecto colectivo, porque se fueron sumando cada vez más actores. Por ejemplo, contamos con el apoyo del ministro de Educación, Daniel Filmus, quien recibió a los niños de La Quiaca; Claudio Marangoni, un ex futbolista, nos apoyó en todo momento (con los recursos) y se sumó al proyecto; otros nos consiguieron las entradas para que los alumnos de La Quiaca puedan presenciar un partido en la cancha del Club Atlético River Plate; también se sumaron los padres, tanto de los alumnos de Buenos Aires como los padres de los alumnos de La Quiaca, es decir, fue un proyecto bien colectivo. Cuando fuimos allá esos padres trabajaron junto con las escuelas para recibirnos. Ahí estuvo presente lo colectivo, y es ahí donde uno se da cuenta de lo importante que es que una escuela trabaje con la comunidad donde está inserta, con las instituciones vecinas y con los padres.

—¿Cómo utilizó las nuevas tecnologías en la experiencia?

—Al volver hicimos una infinidad de trabajos relacionados con la experiencia. Nosotros teníamos algunas computadoras, que a pesar de que no eran de última generación las aprovechamos en su totalidad, y creo que los alumnos aprendieron a manejarlas. Hoy cualquiera que tiene una computadora en su casa y la puede explorar, pero sólo el 10 por ciento de nuestros alumnos poseía una en sus casas. Los chicos aprendieron en la escuela porque una gran variedad de sus trabajos tenían que hacerlos en PowerPoint.

—¿Qué papel podrían jugar estas tecnologías en este tipo de iniciativas?


—Si uno sabe interpretar las tecnologías, aunque no sean de última generación tienen un rol importante en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Lo fundamental es que uno las sepa manejar; es un entorno temido por algunos docentes, porque somos una generación inmigrante de estas tecnologías. Nuestra generación ha nacido y crecido sin este tipo de tecnologías y cuando aparecieron hemos tenido que ir hacia ellas, y siempre con ese temor a equivocarnos.

O también se presenta el otro temor: que los niños tengan más conocimientos que nosotros, y no se puede concebir que el alumno posea más conocimiento que el docente, pero muchas veces esa es la realidad y si optamos por esta postura las TIC nunca van a tener un papel importante en cualquier iniciativa, por más novedosa que sea. Para mí las TIC son herramientas propias de estas generaciones, que pueden compararse con la tiza, el pizarrón o el manual en su momento, o como lo fue el cuaderno cuando empezó a ser utilizado como un elemento más en la escuela, un elemento donde los alumnos podían tener un registro diario de sus aprendizajes. Antes no lo podían hacer porque no se lo utilizaba, y a cuenta de ello los trabajos se hacían en las mesas de arena o los pizarroncitos portátiles; apareció el cuaderno y para esa época y ese tiempo fue algo parecido a las TIC, fue una tecnología de última generación que jugó un papel importante en la educación.

—¿Recuerda alguna actividad que haya realizado?

—Sí, recuerdo que transcribí el libro de Brunita en PowerPoint, le agregué algunos hipervínculos cuando se refería a regionalismos o vegetación y fauna autóctona, hasta incluso mapas y fotos de los paisajes, porque Brunita viaja por la provincia de Jujuy, y eso fue novedoso. En las transcripciones de algunas palabras no respeté las reglas ortográficas, y a medida que los chicos leían se daban cuenta, lo comentaban y hacían la crítica de esos errores; eso los entusiasmó para conocer estas herramientas.

Yo creo que cualquier cultura puede apropiarse de las TIC. Hablando con León Gieco en Tilcara (Jujuy) en el año 94, me dijo que estaba captando los sonidos de la piedra campana del pucará de Tilcara, para luego introducirlos en un teclado y utilizarlos. Y es ahí donde me di cuenta de que la apropiación y la incorporación de las tecnologías es muy importante. Cuando hablamos de las tecnologías no me refiero solamente a la utilización de la computadora, sino a lo que colectivamente docente y alumnos puedan producir y difundir por medio de blogs, podcasts, la Web y los wikis. Nosotros no llegamos a esas instancias, pero sí a los PowerPoint.


Fecha: Mayo 2006

Ficha

Publicado: 01 de agosto de 2006

Última modificación: 18 de diciembre de 2012

Audiencia

Área / disciplina

Nivel

Secundario

Categoría

Entrevistas, ponencia y exposición

Modalidad

Todas

Formato

Texto

Etiquetas

celebración cultural

intercambio cultural

Autor/es

Jonathan Chattás

Licencia

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