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Jay David Bolter: el nuevo Gutenberg (segunda parte)

«Una de las cosas que más lamento con respecto a la comunidad literaria, es decir, la comunidad de autores de ficción y sus públicos, por lo menos en los Estados Unidos, es que no parecen muy interesados en repensar su oficio en términos del mundo digital».

22082007Presentamos la segunda parte de la conversación que Alejandro Piscitelli mantuvo con Jay David Bolter en la Avenida Insurgentes, cerca de la Colonia del Valle, en México, después del seminario que dictaron juntos en la Asociación Mexicana de Internet / AMIPCI.


—La verdad es que el departamento donde Ud. enseña es muy especial, porque tiene esa mezcla de tecnología y humanidades, algo que no es muy frecuente. ¿Cuál es la reacción frente a las nuevas tecnologías en el ámbito académico en los Estados Unidos? Lo escuché hablar de cierto sector de estudiosos de la literatura que se siente amenazado. ¿Cuál es su visión sobre este tema?


—Sí, uno puede encontrarse con todo tipo de reacciones. Hay departamentos que tratan de adoptar las nuevas tecnologías con mucho entusiasmo; hay otros cuyos docentes están interesados en el tema pero no saben demasiado, y también están los que reaccionan de manera muy negativa. De todas formas, no estoy convencido de que lo mejor sea una reacción monolítica. Una de las fortalezas de las universidades en general, y de las estadounidenses en particular, teniendo en cuenta que hay tantas y tan diferentes, es la heterogeneidad. Uno todavía puede ir a una universidad y cursar una carrera humanística al estilo tradicional. Ahí lo más probable es que termine usando el procesador de textos o la computadora para hacer mejor viejas tareas. Y esto quiere decir que los estudios tradicionales siguen existiendo. Pero también hay otros lugares donde la gente se preocupa mucho por pensar lo que está haciendo. En las humanidades ahora hay bastante gente que sigue este camino, a pesar de que también sigue habiendo mucha gente que se quedó atada a las viejas formas. Pero creo que la diversidad es importante. Por supuesto que estamos hablando de los departamentos de literatura. Y una de las cosas que más lamento ya no tanto sobre los departamentos de literatura sino más bien con respecto a la comunidad literaria, es decir, la comunidad de autores de ficción y sus públicos, por lo menos en los Estados Unidos, es que no parecen muy interesados en repensar su oficio en términos del mundo digital. Es así que hay muy poca literatura digital experimental que esté generando algún impacto. La comunidad que experimenta en esto es muy pequeña y escribe para sí misma. Pienso que es lamentable, ni más ni menos que porque significa que la comunidad literaria más amplia en realidad no está dialogando con los grandes cambios de nuestra cultura derivados de la tecnología digital. Me gustaría que hubiese más diálogo en ese sentido.

—Usted viaja bastante seguido a Europa, está en contacto con docentes y estudiantes alemanes, también trabaja con suecos. ¿Cree que hay diferencias en la manera en que europeos y estadounidenses se están apropiando de estas tecnologías, en cómo se van incorporando a la cultura?

—Bueno, es difícil generalizar, porque Europa también es muy diversa. Pero en líneas generales las diferencias tienen que ver con el apoyo a la experimentación. Pareciera más fácil en el contexto europeo conseguir fondos gubernamentales o de la Unión Europea para programas experimentales. Es decir, tiende a haber más apoyo a iniciativas aisladas que difícilmente encontrarían financiamiento en los Estados Unidos. De todas maneras, aún quedan un montón de fuerzas inerciales que no dejan avanzar a las humanidades europeas, tanto como en los Estados Unidos o más, porque el sistema docente europeo suele ser más rígido que el estadounidense. Es muy difícil acceder a un cargo en Europa, y una vez que se lo consigue hay muy poca iniciativa para cambiar las cosas. Así que podemos ver todo un espectro de ventajas y desventajas. Algo que sí noté en Europa es que hay mayor disponibilidad de fondos para las artes en general, de modo que hay más dinero para las iniciativas de arte digital o de cultura digital que en los Estados Unidos. En ese aspecto, Europa está más avanzada que los Estados Unidos.

—¿Qué está haciendo con el grupo sueco?

—Bueno, es un ejemplo de lo que decía recién, porque es un experimento que despierta el interés del gobierno y consigue financiamiento. La iniciativa surge del Instituto de Tecnología Blekinge, de Karlskrona, Suecia, un ámbito donde se está repensando la educación tecnológica para los estudiantes de Informática. Es una universidad especializada en Tecnología de la Información que está intentando imaginar nuevas maneras, más liberales, por así decirlo, de enseñar informática. Al mismo tiempo, se implementó un programa de humanidades pequeño pero muy rico, denominado Literatura, Cultura y Medios Digitales, que combina al nivel del grado las humanidades con los medios digitales en un terreno experimental. Hace ya unos años que trabajo con ellos y he tenido la satisfacción de ver crecer el programa hasta convertirse en algo a mi modo de ver bastante exitoso.

—¿Y qué me dice de la Web 2.0? Usted sabe que si bien es cierto que existe una multiplicidad de aplicaciones, hay muy poca gente que las usa, apenas un 5 o 10 por ciento. ¿Cuál cree que va a ser el futuro de estas aplicaciones y en qué medida se lograrán insertar en la enseñanza y el aprendizaje?

—Si se refiere a aplicaciones informáticas como YouTube o MySpace, creo que son muy interesantes. No estoy en condiciones de predecir qué porcentaje de la población las va a adoptar, pero lo que sabemos ahora es que atraen mucho a los jóvenes, los adolescentes y adultos jóvenes, y que crecieron casi de manera espontánea, sin impulso alguno de las comunidades académicas, lo que las vuelve interesantes. También me parece que va a ser interesante observar si el mundo académico se las va a ingeniar para encontrar maneras de incorporarlas a la enseñanza. No sé si eso va a suceder, me gustaría que sí. Sé que hay quienes están interesados en experimentar con Second Life u otros juegos y entornos disponibles en internet. Hay bastante interés en instalarlas en el ámbito académico e incorporarlas a los contenidos. Algunas de estas aplicaciones probablemente crecerán fuera del contexto académico, como Flickr o MySpace. Yo me inclinaría por esa idea de que cada docente y cada estudiante encontrará la manera de incorporar estas tecnologías a los procesos de enseñanza y verá qué sucede.

—¿Qué tema, área o cuestión le quita el sueño? No me refiero a algo que ya esté haciendo, o que domine, sino algo sobre lo que le gustaría indagar más y que le permitiría resolver alguna incógnita que viene arrastrando desde hace tiempo…

—Esa sí que es una pregunta difícil. Un tema que me está generando interés y sobre el que me gustaría indagar más es el impacto político e ideológico de estas tecnologías. Cuando comencé mi carrera académica en el área de la literatura trataba de pensar las cuestiones de la cultura sin grandes apasionamientos, pero ahora creo que las cuestiones políticas e ideológicas en los Estados Unidos están tomando una dimensión tal que merecen que nos ocupemos de ver cómo pueden hacer los medios para fomentar, alimentar o ayudar a generar un diálogo más inteligente sobre los asuntos político-ideológicos, y no me refiero sólo a los medios tradicionales, como la televisión –todo el mundo se ocupa de eso–, o la World Wide Web, una herramienta que por supuesto es cada vez más importante para el discurso político en los Estados Unidos y en el mundo en general, sino incluso a las tecnologías móviles, el arte digital y la informática tangible. ¿Cuáles son las implicancias políticas e ideológicas de todas estas tecnologías? Esa es una cuestión de la que me gustaría ocuparme más.

—¿Está pensando por ejemplo en trabajos como los de Herbert Schiller, una crítica política de la tecnología?

—Sí, una crítica política, pero en realidad no de la tecnología, sino también pensar de qué modo la tecnología da forma a las ideologías o interactúa con ellas de manera que se la pueda considerar como una fuerza positiva. Jürgen Habermas, el gran filósofo alemán de la comunicación, hacía un planteo muy aguerrido sobre cómo en la era de la prensa se generó un discurso público o una esfera pública. Creo que es interesante e importante examinar qué sucede con la esfera pública en la era de la Web, de la tecnología móvil, de estas aplicaciones informáticas de uso social. ¿Se puede establecer una esfera pública así? Esa es una pregunta importante.

—Muchas gracias, Jay.


Fecha: Agosto de 2007
Traducción: Florencia Mangiapane

Ficha

Publicado: 22 de agosto de 2007

Última modificación: 26 de febrero de 2020

Audiencia

Docentes

Área / disciplina

Nivel

Secundario

Categoría

Entrevistas, ponencia y exposición

Modalidad

Todas

Formato

Texto

Etiquetas

cultura

literatura

medios digitales

Autor/es

Alejandro Piscitelli

Licencia

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