Lisístrata de Aristófanes (fragmento)

LISÍSTRATA. ¿Pero no tenían que estar aquí ya las mujeres? CLEONICE. No solo eso, por Zeus, sino que hace ya rato que tenían que haber llegado volando. LISÍSTRATA. Pero mujer, ya verás cómo resultan ser muy del Ática: hacen todo después de la hora. La cosa es que ni siquiera ha venido ninguna mujer de los costeños ni de Salamina. CLEONICE. Pues por lo menos estas últimas, yo sé que al amanecer han separado las piernas para montar sobre... los barcos. LISÍSTRATA. Ni siquiera las que yo esperaba y calculaba que estarían aquí las primeras, las de los Acarnienses, ni esas han venido. CLEONICE. Por lo menos, la mujer de Teógenes, para venir aquí, empinó... (Hace ademán de beber)... la vela. Pero aquí están, ya se acercan algunas.  LISÍSTRATA. También llegan estas otras. (Entran Mírrina y otras mujeres.) CLEONICE. Uf, uf, ¿de dónde son? LISÍSTRATA. De Anagirunte. CLEONICE. Sí, por Zeus, por lo menos el maloliente “anágiro” me parece que se ha removido. MÍRRINA. ¿Llegamos tarde, Lisístrata? ¿Qué dices? ¿Por qué te callas? LISÍSTRATA. No te elogio, Mírrina, por haber llegado ahora siendo el asunto tan importante. MÍRRINA. Es que me costó trabajo encontrar el cinturón en la oscuridad. Si hay prisa por algo, anda, dínoslo a las que ya estamos aquí. CLEONICE. No, por Zeus, vamos a esperar por lo menos un poco a que vengan las mujeres de los beocios y de los peloponesios. LISÍSTRATA. Lo que has dicho está muy bien. (Entra Lampito con dos muchachas desnudas.) Aquí viene Lampito. ¡Hola, Lampito, querida Laconia! ¡Cómo reluce tu belleza, guapísima!, ¡qué buen color tienes, cómo rebosa vitalidad tu cuerpo! Podrías estrangular incluso a un toro. LAMPITO. Zeguro que zí, azí lo creo yo, pol loh doh diozeh, pueh me entreno en er gimnazio y zarco dándome en er culo con loh taloneh. [...] LISÍSTRATA. Yo, aquí. LAMPITO. Dinoh lo que quiereh que agamoh. CLEONICE. Sí, por Zeus, querida, dinos ese asunto tan importante que te traes entre manos. LISÍSTRATA. Yo lo diría, pero antes de decirlo os voy a preguntar una cosa, algo de poca monta. CLEONICE. Lo que tú quieras. LISÍSTRATA. ¿No echáis de menos a los padres de vuestros hijitos, que están lejos, de servicio? Pues bien sé que todas vosotras tenéis al marido lejos de casa. CLEONICE. Mi marido, por lo menos, cinco meses lleva fuera, pobre de mí, vigilando a Éucrates en Traria. MÍRRINA. Pues el mío, siete meses completos en Pilos.  LAMPITO. Y er mío, zi arguna vé viene der frente, cohe el ehcudo y desaparese volando. LISÍSTRATA. Y ni siquiera de los amantes ha quedado ni una chispa... Así que, si yo encontrara la manera, ¿querríais poner fin a la guerra con mi ayuda?  CLEONICE. Yo sí, por las dos diosas, desde luego, aunque tuviera que empeñar el vestido este curvilíneo y... bebérmelo el mismo día. MÍRRINA. Pues yo, me dejaría cortar en dos y daría la mitad de mi persona, aunque pareciera un rodaballo. LAMPITO. Y yo, ahta me zubi la a todo lo arto der Taiheto, ayí donde pudiera vé la pá. LISÍSTRATA. Voy a decíroslo, pues no tiene ya que seguir oculto el asunto. Mujeres, si vamos a obligar a los hombres a hacer la paz, tenemos que abstenernos... CLEONICE. ¿De qué? Di. LISÍSTRATA. ¿Lo vais a hacer? CLEONICE. Lo haremos, aunque tengamos que morirnos.