El conflicto de los trabajadores de Kraft Food

El conflicto en la fábrica Kraft Foods (ex Terrabusi) ha sido el conflicto obrero industrial más importante de las últimas décadas en Argentina. En su transcurso, se transformó en un hecho político nacional, incorporándose en la «agenda» diaria de los medios masivos de comunicación y obligando a la intervención directa del gobierno nacional, la cúpula de la CGT, las cámaras empresarias y hasta la embajada norteamericana. En una breve crónica de los hechos, el conflicto comienza el martes 18 agosto cuando la empresa comunica el despido de 158 trabajadores, entre ellos cinco delegados de la Comisión Interna, Congresales, la mayoría del Cuerpo de Delegados de base –estos aún no reconocidos por el Sindicato nacional ni por la empresa– y activistas. El Ministerio de Trabajo de la Nación dicta la conciliación obligatoria pero la misma no es acatada por la empresa, por lo cual los trabajadores inician un paro general de la planta con ocupación y permanencia de los despedidos en el lugar de trabajo. Al mismo tiempo dan inicio a un plan de lucha que incluye asambleas permanentes, cortes de la ruta Panamericana, movilizaciones al Ministerio de Trabajo, cortes y acciones de solidaridad en diferentes puntos del país, festivales y actos frente a la planta industrial. El conflicto se intensifica con la militarización del predio fabril por parte de la policía bonaerense, con la intención de la empresa de impedir el ingreso y salida de los trabajadores despedidos de la fábrica. Pese a esto y a la represión policial, los trabajadores continúan ingresando al predio fabril. En este marco se profundiza la solidaridad de otros actores con el conflicto (organismos de DD.HH., organizaciones obreras y estudiantiles, diputados, personalidades del arte y la cultura, etc.). Se realizan nuevos cortes de la ruta. En este marco de agudización del conflicto, las principales cámaras empresariales argentinas, la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Coordinadora Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) –dirigida por un ex funcionario de la dictadura de Videla, Jorge Zorreguieta–, piden que se restablezca el orden y se desaloje a los trabajadores de la planta. A su vez, la Embajada Norteamericana intercede ante el gobierno a favor de la empresa, solicitando públicamente el retorno a la «normalidad» en el establecimiento fabril. Por su parte, las conducciones sindicales tradicionales en voz de Hugo Moyano de la CGT y Rodolfo Daer del STIA (Sindicato de la Alimentación), condenan las medidas de lucha de los trabajadores por estar «ideologizadas» y haber «politizado los reclamos». El paro en la planta de Gral. Pacheco se mantiene así durante 37 días, hasta el 25 de septiembre en que los despedidos que permanecían en el interior son desalojados violentamente por un operativo represivo de la policía bonaerense y se fortalece la presencia policial dentro de la planta.  Luego de este hecho, el conflicto ingresa en una nueva fase en la que, a la par que se mantienen las medidas de lucha por parte de los obreros (ahora fuera de la fábrica), comienza un proceso de negociación con la empresa en el Ministerio de Trabajo. Tras una serie de resoluciones judiciales, los delegados de la Comisión Interna que fueron desalojados e impedidos ilegalmente de ingresar a la planta fabril deben ser reincorporados por parte de la empresa.