Foto de J. J. Saer

Juan José Saer.

Es una vieja costumbre de nuestro país recibir de visita a sus mejores escritores. Así ocurrió con Juan José Saer . Llegado de Francia y en el marco de un ciclo de charlas organizado por el Centro Cultural Islas Malvinas de la ciudad de La Plata (provincia de Buenos Aires), Saer dialogó con sus lectores. Allí tuvo oportunidad de explayarse sobre la aparición de su libro, Lugar, en un estilo donde se combinaron la reflexión literaria y las anécdotas campechanas.

En esta entrevista se recogen algunas de las preguntas que le realizaron los asistentes: más de 200 estudiantes, profesores y admiradores de la obra de Saer, de todas las edades.

¿Cansado de la novela?

Foto Centro Cultural

Saer en el Centro Cultural Islas Malvinas, de La Plata.

-Usted ha dicho que su nuevo libro, Lugar, está compuesto por una serie de textos que no querría que fuesen leídos como cuentos... ¿Cómo caracterizaría, entonces, a este volumen de relatos?
-Mi primera intención fue escribir textos breves de ficción que no fuesen cuentos propiamente dichos, es decir que se alejasen un poco de la forma tradicional del género. El cuento tiene una perspectiva demasiado estricta, demasiado rígida, que ha dado obras admirables, como por ejemplo "A la deriva" de Horacio Quiroga, un cuento perfecto al cual no le falta ni le sobra una palabra, es de un laconismo notable, de un tratamiento absolutamente magistral, y donde vemos aplicada una poética estricta del relato. Pero hay muchos de los textos de Quiroga que no se parecen tanto a los cuentos tradicionales, y en ese sentido podemos decir que es ahí donde la obra de Quiroga abre puntas interesantes hacia nuevas formas literarias.

Bueno, esa separación, esa distancia que toman los relatos respecto del género concreto, siempre me tentó, y traté de aplicarla, por ejemplo, en los argumentos de La mayor. Mi idea fue siempre la de escribir argumentos más largos, que tuviesen esa forma indecisa -desde el punto de vista de la preceptiva del cuento- que tenían los argumentos, pero dándoles una extensión mayor. Ahora bien, de estos relatos que conforman Lugar, algunos a mi modo de ver logran esa separación, y otros siguen pareciéndose a cuentos más o menos tradicionales.

Tapa del libro La mayor

La mayor, Buenos Aires, CEAL, 1976

-Además de Quiroga, ¿qué otros cuentistas considera usted que han logrado explorar esas nuevas formas literarias?
-Lo mismo que dije sobre Quiroga vale para Poe, del cual tenemos una imagen un poco estereotipada en tanto cuentista gótico, pero una buena parte de la obra de Poe son cuentos humorísticos; incluso hay algunos críticos que han dicho que en realidad los cuentos góticos del autor son cuentos paródicos, que Poe no creía para nada en la literatura gótica y que siempre hay una exageración humorística en todos sus relatos. Pero aparte de eso, hay ciertos cuentos de Poe que no parecen cuentos, por ejemplo si tomamos "William Wilson" y "El hombre de la muchedumbre", esos dos relatos -que son para mí de lo mejor de su obra- no parecen cuentos, no son cuentos. Pertenecen a un género impreciso, indeciso, sin remate, en el cual no hay solución, no hay sorpresa.

-¿Por qué eligió, esta vez, escribir relatos breves y no una novela?
-Porque estaba un poco cansado de la novela. Había escrito cuatro o cinco, una detrás de la otra, y tenía miedo de entrar en ese mercado persa de la novela. Como en otra época todo el mundo escribía versos, ahora todo el mundo escribe novelas: ministros, diputados que pierden las elecciones, médicos que han llegado a ser famosos, estrellas de cine y de teatro que deciden dedicarse a la novela... es realmente un género bastardeado. Entonces hay como una especie de malestar y una especie de hostilidad de mi parte hacia ese género que se presta a tantos malentendidos, y en mi carácter de escritor profesional decidí, por ahora, no escribir más novela. Voy a escribir textos breves.

-¿No piensa escribir más novelas?
-Por supuesto que sí, tengo dos proyectos en vista. Pero por ahora elegí otro género; y una de las razones más importantes por las cuales tomé esta decisión es que la novela no alcanza a abarcar, me parece, nuestra experiencia cotidiana de hoy en día, que es extremadamente caótica, heterogénea, diversa, contradictoria. En un mismo día recibimos mensajes totalmente diferentes, totalmente opuestos, lejanos, cercanos, que nos conciernen directamente o que nos son totalmente ajenos. Somos destinatarios de tantos mensajes, de tantas experiencias diversas, que una novela no puede integrar todo eso, es imposible.

Las grandes sumas del pasado como La guerra y la paz de Tolstoi, por ejemplo, el Ulises de Joyce, En busca del tiempo perdido, de Proust, El hombre sin atributos de Musil, o La montaña mágica de Thomas Mann, son todos libros magníficos, extraordinarios, que parecen cerrar un período, ¿no es verdad? Y bueno, el período que ahora nos está tocando vivir es inabarcable desde el punto de vista de una forma única, con lo cual me vino la idea de que la mejor manera de captar esa heterogeneidad es a través de textos diversos.

Y empecé a pensar otra vez en las colecciones medievales de relatos. También la sociedad medieval era extremadamente dispersa, por razones opuestas tal vez a las nuestras, pero se constituía por pequeños mundos que vivían fragmentados, Oriente, Occidente, los vestigios del Imperio Romano, el nacimiento de las naciones europeas. En ciertas colecciones de cuentos, como el Decamerón de Boccaccio, hay una especie de sentido de la variedad, de la diversidad, de la incorporación de muchos aspectos de la experiencia imaginaria de la época, que allí están coexistiendo. Por supuesto que no pretendo ser el Boccaccio de los tiempos modernos, pero uno va buscando modelos.

-¿Qué características tendrán esas novelas en las que está trabajando?
-Tengo proyectadas dos novelas. La primera, más corta, es una especie de preámbulo de la segunda novela, más extensa. En ellas aparecen dos o tres personajes nuevos y "de los otros". Un personaje ya aparece en Lugar: es el personaje principal de las novelas, que ya surge en este libro. Lo introduje para desarrollarlo más tarde, para que el lector de mis libros tenga entonces la referencia de este personaje, una serie de cosas que están dichas ahí y que no vale la pena repetir en los próximos libros. Si logro escribirlos, desde luego.

El Lugar de Saer

Tapa del libro Lugar

Lugar, Buenos Aires, Seix Barral, 2000.

-A lo largo de Lugar, su nuevo libro, parece haber un entramado de figuras, de frases, de temas. Por ejemplo, la vejez y el cuerpo, lo visible y lo invisible, lo extraño y lo familiar, el sueño y el presente palpable e inmediato...
-Bueno, ese entramado existe en prácticamente todos mis libros, hay un entramado que podríamos decir interno. Y después está el entramado del conjunto: yo voy cuidando siempre que haya nexos más o menos importantes entre los libros que voy escribiendo. Cada libro retoma el pasado, lo prolonga, lo modifica, etc. Ahora bien, yo no sé si hay temas nuevos en este libro, no creo. Lo que hay son modulaciones nuevas de otros temas. Y también relatos donde hay personajes que no aparecían antes en mis libros. Tal vez en libros posteriores los vaya integrando más al conjunto. En este libro la disposición de los relatos sigue cierta lógica, cada cuatro o cinco relatos se intercala uno donde aparecen los viejos personajes, para que vayan como enmarcando a los otros.

-Llama la atención que el primer texto, "La conferencia", aparezca con otra tipografía. En este relato pareciera existir una suerte de equivalencia entre el sueño y la escritura, idea ésta que cierra el libro en el diálogo entre Tomatis y Gabriela, la hija de Barco. ¿Fue organizado en forma deliberada?
-Sí, totalmente. El primero y el último relato son, cómo podría decir... expresan un poco el mecanismo del libro entero. Ahora bien, la idea de que la literatura de ficción es como un sueño... no creo haber inventado gran cosa ahí. En cambio, el primer relato, que es efectivamente un apólogo que describe el programa del libro entero, y de toda literatura, supone que la literatura es efectivamente un sueño que se materializa, que se vuelve un objeto, el objeto libro, el texto, y a fin de cuentas eso es lo que sucede, irónicamente, por supuesto, en el relato. Un objeto de un sueño se materializa: es un episodio frecuente en la historia de la literatura, sobre todo en la literatura fantástica.

Tal vez el ejemplo más cercano a nosotros sea el cuento de Borges "Las ruinas circulares", en el cual un personaje sueña a otro, lo va fabricando, lo va materializando a través del sueño, y logra sacar a la realidad una criatura soñada, hasta que descubre que él también ha sido soñado. Es una vieja idea. Pero aquí en cambio no hay ningún tipo de presupuesto, ni metafísico ni religioso, ni nada. Es simplemente un apólogo acerca de lo que es la esencia de la literatura, y particularmente de lo que es la literatura de ficción.

Tapa del libro El limonero real

El limonero real, Buenos Aires, CEAL, 1976 (1ª. edición).

-¿Se propuso escribir los textos especialmente para el libro, o algunos de ellos provienen de páginas o extractos que no pudieron llegar a ser una novela, o de otro proyecto inicial que no prosperó?
-Todos los textos fueron concebidos como textos breves. Pero hay dos o tres que son anteriores, de distintas épocas. Yo siempre pensé en escribir nuevos argumentos, es una forma que me queda bien, no me ajusta. Entonces en los años ochenta escribí dos o tres de esta especie, en realidad escribí más, seis o siete, pero consideré que había sólo dos o tres que podían ser rescatados, y estuvieron ahí esperando la oportunidad de encontrar otros textos que pudiesen integrarse con ellos en un libro. Y después escribí un par de argumentos más. Pensaba componer muchos más, hacer un libro que fuese el doble de éste. Pero después me di cuenta de que podría hacer una prolongación, otro Lugar, que por lo demás me da la oportunidad de cobrarle dos anticipos a mi editor, en vez de uno solo.

No, en serio, la razón fundamental consistió en que si yo seguía escribiendo novelas así, corría el riesgo de adquirir una especie de gimnasia, y cuando no existe dificultad lo mejor es tratar de pasar a otra cosa, pues se corre el peligro de banalizar un poco el trabajo de escritura. Y ahora, bueno, tengo un par de novelas que realmente me presentan muchas dificultades, y ahí me empiezan a interesar.

-¿Alguna vez pensó si en un libro de este tipo, con tantos textos breves, las dedicatorias funcionan literariamente? La presencia permanente de gente a la que se le van dedicando los relatos da la impresión de aportar una especie de realidad superpuesta a la noción de "realidad" ya de por sí cuestionada en los textos.
-Sí, sí, entiendo. La dedicatoria es para mí una manera de mostrar mi afecto, o mi reconocimiento, a personas que me han ayudado en mi trabajo, en mi carrera. Pero siempre hay afecto. En estas dedicatorias hay algunas razones. Y algunas son muy personales, como por ejemplo, en uno de los relatos un personaje se parece mucho a la persona a quien el relato está dedicado, lo tomé un poquito como modelo. Otra dedicatoria surgió porque la persona vino a visitarme en el momento en que lo estaba escribiendo, así que dije bueno, hacía tiempo que quería dedicarle un relato, y le dedico éste.

Y un caso donde sí podemos hablar como en el primero de alguna incidencia en el relato, es en "Ligustros en flor", que habla de un astronauta: se lo dediqué a un amigo cineasta y a su mujer (Alejandra y Frederic Compain), un amigo con el cual escribimos un guión de ciencia ficción hace algunos años, que estuvo a punto de ser filmado, y como ocurre a menudo en el cine, al final no pudo ser, lo que significó una gran frustración en su vida (bah, no tan grande, pero bueno, el hecho de no hacer esa película significó para él mucho más que para mí).

En general, las razones para hacer dedicatorias son siempre razones de afecto, y de reconocimiento. Y al mismo tiempo hay relatos que están más adecuados a una persona que a otra, eso es cierto. A mí me parece que un cuento se adecua más a tal persona que a otra, por su temperamento, por su manera de ser, por su concepción de la literatura...

-¿Por qué se incluye en el libro una cita de la Divina Comedia, de Dante, "... loco fatto per propio de l'umana specie" ?
-La cita de Dante la puse después de haber empezado el libro. Acaso por la búsqueda de una síntesis de lo diverso, de lo dispar, que se encuentra admirablemente en la Divina Comedia. Porque en esa época estaba flotando el problema de cómo hacer una literatura, digamos, que abarcara el universo entero. Y la Divina Comedia es un libro que efectivamente abarca el universo entero, en todos sus planos: político, teológico, humano, en los sentimientos más sublimes, y los odios más macerados, en el lenguaje metafísico más abstracto, particularmente en el Paraíso, y también las palabras más groseras, más rústicas, el lenguaje de la calle.

Pero la cita me subyugó además porque la idea latente en "loco fatto per propio de..." evoca el lugar propio, el lugar que conviene, el que le pertenece a la especie humana, el lugar de la especie humana. Y de ahí viene el nombre de Lugar de este libro. El lugar es el universo, y el universo existe gracias al hombre, sin el hombre el universo no existiría. El universo es concebido como tal porque el hombre existe, y cada uno de nosotros vive en él, y soporta el peso del universo todos los días, sea consciente o no de ello.

Además, los grandes misterios del universo se encarnan en nuestro propio cuerpo, en nuestro propio ser, en nuestra propia vida; el hecho de que nacemos, vivimos y morimos es extremadamente misterioso; todos tratamos de darle una explicación diferente, siempre incierta y que se nos escapa por completo. Y en el hecho mismo de saber que nacemos y morimos estamos ya soportando con esa conciencia el misterio central del universo.

Por eso todos vivimos en el universo, no vivimos solamente en La Plata, en la Argentina, en el mundo, también vivimos en el universo. Y cada uno de nosotros, cualquiera sea el origen social, étnico, cualquiera sea nuestra cultura social y nuestra cultura personal, vivimos nuestra vida desde el nacimiento hasta la muerte soportando el peso de ese universo, de esa totalidad del universo en la cual nos debatimos y siempre perdemos; y por eso amplié la gama de lugares en los cuales transcurre el libro, y por eso el libro, a pesar de la diversidad de lugares, se llama Lugar, en singular.

-Lugar es un libro abierto.
-Lugar es un libro que va a incluir cosas nuevas, un libro que no está terminado todavía, que sigue. No sé si decir abierto, por lo menos está inconcluso, inacabado, le falta todavía. Y me gustaría que aun cuando le agregue muchos textos, que podrán ser en prosa o en verso pero siempre narrativos, aun cuando dentro de veinte años le haya agregado muchas páginas y haya cien textos, ciento cincuenta textos, todavía se piense que es un libro inconcluso.

De literatura y otras yerbas

Tapa del libro Palo y hueso

Palo y hueso, Buenos Aires, Seix Barral, 2000.

-¿Qué es para Saer "un clásico" dentro de la literatura?
-Acabo de escribir un ensayo sobre Onetti , donde hay una definición de lo que considero que es lo clásico. Lejos de pensarlo como un modelo de construcción invariable, un molde en el cual un escritor se expresa, para mí un escritor se vuelve clásico cuando todas aquellas novedades que introdujo y que al principio parecían caprichosas, arbitrarias, empiezan con el tiempo a mostrar su pertinencia. Entonces, si Joyce es un clásico, yo me considero clásico.

Bioy Casares y Borges tenían una concepción de clasicismo que era totalmente beata, digamos. Yo le oí decir un día a Bioy: "Hay que escribir como cuando uno le escribe a la novia". Es evidente que no, al menos que nuestra novia se llame Virginia Woolf, o Katherine Mansfield, o Natalie Sarraute, con una novia así yo tendría cuidado incluso en escribirle. Le hablaría por teléfono directamente. Entonces hay una noción de la simplicidad clásica, de la llaneza clásica, de la decibilidad, de la legibilidad, de la racionalidad de lo clásico, que para mí es un estereotipo del clasicismo que no corresponde a nada.

Tenemos que redefinir la idea de lo clásico. Que es lo que trato de hacer en ese ensayo sobre Onetti. Porque yo digo que La vida breve, del cual se cumplen ahora cincuenta años, es un libro totalmente admirable, es un clásico, pero un clásico muy particular, pues empieza en lo que podríamos llamar la vida real, y termina en una dimensión totalmente imaginaria que acaba fagocitando al personaje y al mundo real, al referente. Entonces comparo ese libro con El Quijote, y con Calderón de la Barca, pues no hay un solo antecedente en la literatura española moderna o en la literatura latinoamericana de este tipo de relato.

Y esa novela, que al principio fue mal comprendida -incluso el editor en la solapa trata de convencer al lector de que no es una novela experimental y se obliga a justificarla- recién ahora podemos darnos cuenta de que se trataba de un clásico, del mismo modo que Los adioses. Ahora estoy leyendo Para una tumba sin nombre, y tengo la sospecha de que el relato es todo una proyección imaginaria del personaje de La vida breve, Browsen. Este barroquismo tan atenuado encuentra su lógica en el conjunto de los textos de Onetti, que fue un gran escritor.

-¿Cómo ve la literatura argentina de hoy?
-Me parece importante que la poesía tenga su lugar, que se editen libros de poesía. Yo por ejemplo veo que aparecen las obras de Gianuzzi , mi propia obra completa, las cosas de Gelman , ahora están por salir las obras de Bayley , los poemas completos de Padeletti en tres volúmenes. Es decir, hay una actividad editorial que se ocupa de la poesía que ya ha encontrado su camino, de poetas que están muy cercanos, mal que les pese, a la jubilación; y al mismo tiempo hay una enorme cantidad de revistas de poesía, y eso es muy positivo.

En cuanto al relato, la cosa es un poco más complicada, porque aparece un aspecto extremadamente comercial. Conozco bien a algunos camaradas generacionales por los cuales tengo respeto y amistad, como es el caso de Ricardo Piglia , de Héctor Tizón , de Andrés Rivera , no quiero olvidarme de nadie. Pero de los nuevos autores me resulta mucho más difícil emitir un juicio, porque no conozco sus libros.

De todos modos hay algunos escritores jóvenes que, si todavía la obra no ha dado todo lo que puede dar, yo siento que son interlocutores con los cuales me puedo entender bien cuando hablo de literatura, como Sergio Chejfec, Alan Pauls y algunos otros. Y veo bastante efervescencia, aunque no sé cuáles serán los resultados, para eso hay que esperar un poco.

Además, en este momento, y por suerte, de manera totalmente novedosa, se edita narrativa en lugares como Rosario, Santa Fe, en Mendoza, en Tucumán. De modo que bueno, parece que se ha hecho al menos materialmente más fácil editar libros, el problema es la distribución y todo eso. Pero francamente yo no tengo vocación de mentor literario, a mí me gusta leer las cosas que me gustan, y cuando me entusiasmo con algo trato de hacer todo lo posible para que sea difundido, y a veces restablecer cierta justicia con ciertos escritores.

Tapa del libro La ocasión

La ocasión, Buenos Aires, Alianza Editorial, 1988 (Premio Nadal 1987).

Por lo demás, la obra de un escritor se va descubriendo poco a poco, a veces mucho tiempo después de su muerte, como el caso de Juan L. Ortiz por ejemplo, o Macedonio Fernández . Recuerdo que cuando se reeditó No toda es vigilia la de los ojos abiertos, Macedonio le dejó una carta a su editor donde dice "la segunda edición que calma tanto". La segunda edición revela que ha habido un eco para el libro. Y un escritor tiene que estar preparado para eso. La literatura tiene una difusión lenta, se va sedimentando en una cultura; si a uno le gusta escribir, tiene que soportar esa soledad. Esto parece fácil dicho hoy por mí, pero hace quince, veinte años...

-Pero hoy se siente reconocido...
-Sí, demasiado, casi diría yo. Habría que empezar a cuestionar un poco más. Yo mismo estoy en una autocrítica permanente. Pero las críticas tienen que ser justificadas.

Dijo de Juanele

Saer en la conferencia

Saer en la conferencia.

-¿Usted reconoce algún tipo de influencia de Juan L. Ortiz en su trabajo?
-Tuve la suerte de conocer a Juan L. Ortiz , fue uno de los grandes hechos, no solamente literarios, sino afectivos, de mi vida. No sólo lo conocí, sino que lo frecuenté mucho, en términos de verdadera amistad, muy respetuosa pero al mismo tiempo nada solemne. Juanele era un personaje absolutamente extraordinario, nosotros éramos como su guardia pretoriana, particularmente Hugo Gola , nuestro amigo Mario Medina y yo, toda una serie de jóvenes que disfrutamos su enseñanza infinita.

Creo que mi prosa no existiría sin la poesía de Juanele. Mi prosa es el "Juanele del pobre", como se dice en francés, un Juanele de uso popular; la poesía de J. L. Ortiz es mucho más compleja que mi prosa, y algunos ritmos en su manera de trabajar el verso han tenido una gran influencia en mí, y en muchos otros. Se podría decir, erróneamente, que yo he tenido mucha más suerte como escritor que Juanele, aunque en realidad él tuvo más suerte que yo, porque su obra es extraordinaria, inmensa, y seguirá creciendo con el tiempo. Hace poco estuvimos en la Universidad de Princeton con Arturo Carrera y Ricardo Piglia, y se dedicó una sesión a hablar de la poesía de Juan L. Ortiz, de modo que ya está ocupando el lugar que merece.

-¿Qué lugar le daría usted a Juanele dentro de la literatura argentina?
-Creo que se trata del más grande poeta argentino, sin la menor duda, el más complejo, el más rico, se me ocurre que es el único poeta argentino que podríamos equiparar a los grandes vanguardistas latinoamericanos como Neruda , Vallejo , Huidobro . La poesía de Borges, que a mí me gusta bastante, me parece mucho más prudente, sin ese hálito extraordinario, épico-lírico como en Su Gualeguay, por ejemplo, que sorprende un poco en ese personaje que aparentemente tenía una gran fragilidad física, pero que desde un punto de vista estético y ético, en cuanto al ejercicio de la literatura, era de una gran firmeza.

-¿Cómo era él personalmente?
-Yo lo he visto a Juanele escurrirse, siempre con una gran amabilidad, cuando alguno de los figurones que nunca faltan lo quería incorporar a su teatro para llevarlo arriba de un escenario. Era un hombre muy lúcido, y además de una extraordinaria fortaleza moral y estética, teniendo en cuenta la total oscuridad en la cual escribió su obra. Yo he encontrado retrospectivamente algunos testimonios del interés que esa obra producía no solamente en personas como Mastronardi , que era su amigo, con el cual se carteaba y se admiraban mutuamente, sino también de manera totalmente inesperada en la correspondencia de Felisberto Hernández , quien le manda decir a una amiga con la que se escribía, en los años cuarenta, que por favor le mandara el nombre completo del poeta entrerriano Ortiz. Se ve que Felisberto Hernández había leído poemas de Juanele en algún lado, y como auténtico artista que era se había dado cuenta de que ahí estaba pasando algo.

Nota biográfica

Considerado por la crítica nacional e internacional uno de los escritores argentinos más prestigiosos, Juan José Saer nació en Serodino, provincia de Santa Fe, el 28 de junio de 1937.

Una temprana producción narrativa comienza a revelarse en 1960, con la aparición del libro de cuentos En la zona que, como deja ver desde el título, evoca la idea de un ámbito como punto de referencia de algún sentido. La novela Responso (1964), el volumen de cuentos Palo y hueso (1965), el regreso al género novelesco con La vuelta completa (1966) y Cicatrices (1967), son los títulos que reúnen la producción de Saer durante la década del sesenta, cuando se había mudado a Colastiné Norte, escenario sugerido de muchos de sus textos, y a los que debe sumarse el libro de cuentos Unidad de lugar (1967), uno de cuyos relatos, "Sombras sobre vidrio esmerilado", ha sido elegido por los especialistas uno de los mejores cuentos de la literatura argentina.

En 1968, Saer emigra a Francia por motivos estrictamente personales y voluntarios, según él mismo se ha encargado de aclarar, acaso desbaratando la posibilidad de un equívoco histórico para la literatura argentina en relación con los exilios. En 1976 publica dos textos que podrían ser considerados vertebrales de su obra: la ya célebre novela El limonero real, y los cuentos de La mayor, que tal vez por la falta de distancia, o por el tiempo que necesitan los críticos para familiarizarse con sintaxis nuevas y resistentes como las que ofrece este par de libros, fueron elogiados mientras se les endilgaba el mote de experimentales. Tuvo que llegar la novela Nadie nada nunca, en 1980, para que ese sistema de escritura -que el mismo autor ponía magistralmente en crisis- se afianzara y recibiera un lugar de preeminencia.

En 1983 Saer publica El entenado, relato de ambientación histórica, y dos años más tarde una de las novelas más importantes de la literatura argentina: Glosa, una narración formidable que pareciera condensar lo mejor de su escritura. Luego se edita La ocasión, novela que en 1987 había recibido el premio Nadal, lo que de alguna manera significó una vuelta de tuerca para la celebridad del autor, o al menos cierto reconocimiento editorial.

El giro hacia una mayor "sencillez" expresiva que había sido advertido en esta última producción, se prolonga a lo largo de los años noventa en la sucesión de novelas Lo imborrable (1993), La pesquisa (1994) y Las nubes (1997), obras que presentan variaciones estéticas en relación con una literatura consolidada.

En cuanto a la producción poética, Saer ha publicado El arte de narrar, en 1977, libro que ha sido reeditado con agregados y modificaciones, fruto de una discontinua aunque fiel relación con la poesía. Y los últimos años encuentran al autor abocado a la escritura de ensayos, a la manera de los que habían salido a la luz en 1988 bajo el título Una literatura sin atributos: en 1997 publica El concepto de ficción, y durante 1999, La narración-objeto. Habría que evaluar la posibilidad de sumar a este listado un texto anterior, El río sin orillas, de 1991, que Saer encuadró y catalogó en los términos genéricos de un "tratado imaginario", aun cuando su lectura remita, por su hibridez, a cierto registro ficcional propio de la literatura novelesca de Saer.

Notas

"...loco fatto per propio de l'umana specie."

Traducción: "lugar creado para residencia propia de la especie humana".

Apólogo

Fábula, cuento moral.

Argumento

Forma breve que condensa una situación narrativa a la manera de un relato corto o de un extracto de novela. Si bien se trata de una suerte de género novedoso, cuya primera manifestación se dio en la literatura de Saer con la publicación de La mayor (1976), se reconoce en los "argumentos" una alternancia entre relatos hechos a base de materiales independientes, y escenas y personajes propios de sus producciones anteriores, en un movimiento oscilatorio que, en conjunto, amplía los márgenes entre la ficción y la realidad.

Bayley, Edgar (1919-1990)

Poeta argentino, mentor del "invencionismo", una corriente estética que consideraba al poema como una experiencia con características propias, no sustitutiva de las demás ni superior a ellas. Su poesía se basa en la acumulación y contraposición de imágenes, en la "invención" de un objeto artístico más que en la realidad. Entre sus libros capitales se encuentran Invención 2 (poemas, un manifiesto, y cuentos, 1945), En común (1949), Poemas (antología, 1954), La vigilia y el viaje (obra poética, 1961), El día (1969), Memoria del Dr. Pi Torrendell (1976), Nuevos poemas (1981), Vida y memoria del doctor Pi y otras historias (1983), Alguien llama (1983), Estado de alerta y estado de inocencia (1989).

Carrera, Arturo

Poeta argentino, nacido en 1948 en Coronel Pringles, provincia de Buenos Aires. Una de las estéticas más originales de las últimas generaciones, sustentada por el cruce de voces de distintos registros y la recuperación de los paisajes familiares en una traducción íntima y personalísima. Sus obras principales son Escrito con un nictógrafo (1972), La partera que canta (1982), Arturo y yo (1983), Ticket para Edgardo Russo (1986), Animaciones suspendidas (1986), Children's corner (1989), La banda oscura de Alejandro (1994) y El vespertillo de las parcas (1997). Ha sido traducido al inglés, francés, italiano y portugués.

Fernández, Macedonio (1874-1952)

Escritor argentino, nacido en Buenos Aires. La literatura de este autor, alejada de los lugares comunes, abordó cuestiones metafísicas con un espíritu teórico humorístico e irreverente, lo que convirtió su figura en un verdadero mito para una larga y prestigiosa serie de escritores argentinos entre los que hay que citar a Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Ricardo Piglia. Entre las obras principales de este singular personaje conviene recordar Papeles de Recienvenido (1927), No toda es vigilia la de los ojos abiertos (1928), Museo de la novela de la Eterna (1929), y Poemas de trabajos de estudios de la estética de la siesta (1953).

García Lorca, Federico (1898-1936)

Poeta y dramaturgo español, acaso el escritor ibérico de mayor prestigio internacional a lo largo del siglo. A su Libro de poemas (1921) le sucedió el Poema del cante jondo (1922, publicado recién en 1931), y años más tarde, en 1928, una de su obras maestras, el Primer romancero gitano, en el cual eternizó un mundo de símbolos propios: la luna, los caballos, el agua, los colores, los peces, materiales populares impregnados por sentimientos de amor y de muerte. Escrito entre 1929 y 1930, aunque editado en 1940, Poeta en Nueva York constituye un desafío de carácter íntimo frente al horror de una sociedad violenta y desgarrada. La misma desesperación y refinados toques de erotismo dan vida a Sonetos del amor oscuro, y en una línea más popular, a la elegía Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de 1935, en homenaje a la muerte de un torero muy amigo de Lorca. Asimismo, su teatro ha plasmado con un lirismo impactante el sentido profundo de las fuerzas de la naturaleza. Entre las farsas escritas entre 1921 y 1928 se destaca La zapatera prodigiosa, una obra que enfrenta realidad con imaginación. Las tragedias rurales Bodas de sangre, de 1933, y Yerma, de 1934, aúnan mitología, mundo poético y realidad. Doña Rosita la soltera, de 1935, pone el acento en el tema de la solterona española, al igual que La casa de Bernarda Alba, escrita en 1936, y considerada por los críticos su obra maestra.

Gelman, Juan

Poeta y periodista argentino, nació en Buenos Aires en 1930. Perteneciente a la generación del 60, inauguró una especie de "antipoesía" cargada de ternura, ironía, dolor y violencia. Gelman ha conseguido transformarse en una de las voces más importantes de la poesía latinoamericana a través de una forma poética signada por audaces innovaciones formales. De su voluminosa obra merecen destacarse Cólera buey (1965), Los poemas de Sidney West (1969), Fábulas (1971), Hechos y relaciones (1980), Citas y comentarios (1982), Exilio (1984) (en colaboración con Osvaldo Bayer), La junta luz (1985), Composiciones (1986), Interrupciones I y II (1988), y Salarios del impío (1993).

Giannuzzi, Joaquín

Poeta argentino, nacido en Buenos Aires en 1924. Entre sus obras más importantes se cuentan Nuestros días mortales (1958), Contemporáneo del mundo (1962), Las condiciones de la época (1967), Señales de una causa personal (1977), Principios de incertidumbre (1980). Se ha dicho que la poesía de Giannuzzi apuesta, con un lenguaje impregnado de transparencia, a hacer visibles las imágenes sin caer en las amenazas retóricas ni los artificios innecesarios. En el curso del año 2000 se publicó la Obra poética, una edición que reúne todos los libros de Giannuzzi, incluyendo Apuestas en lo oscuro, hasta ese momento inédito.

Gola, Hugo

Poeta y ensayista argentino, nació en la localidad de Pilar, provincia de Santa Fe, Argentina, en 1924. Entre sus obras más importantes se cuentan Veinticinco poemas (1961), Poemas (1964), El círculo de fuego (1968), Jugar con fuego (1987), y 12 poems (Antología en francés, 1989). Su poesía se afirma sobre la condensación lingúística, la búsqueda experimental y cierto ludismo expresivo. Ha ejercido como docente en la Universidad del Litoral, en Londres y en México. Además de su labor como traductor, y teórico de la poesía, son célebres sus prólogos y notas críticas sobre la obra de Juan L. Ortiz.

Hernández, Felisberto (1902-1964)

Escritor uruguayo. Se dedicó en un comienzo a brindar conciertos de piano en Uruguay y Argentina, mientras publicaba relatos breves: "Fulano de tal" (1925), "Libro sin tapas" (1929), "La cara de Ana" (1930) y "La envenenada" (1931). Después de la aparición de su primera novela, Por los tiempos de Clemente Colling, en 1942, escribió un relato largo, "El caballo perdido" (1943), donde reveló sus preocupaciones por la recuperación del pasado y el análisis de los mecanismos de la memoria. Sus colecciones Nadie encendía las lámparas (1947) y La casa inundada (1960) así como su novela corta Las hortensias (1949) participan de una literatura con aportes fantásticos y en la búsqueda de los misterios del inconsciente en la vida cotidiana. En 1965, en forma póstuma, se editó su relato "Tierras de la memoria".

Huidobro, Vicente (1893-1948)

Escritor vanguardista chileno, mentor del creacionismo, una corriente poética revolucionaria que consideraba al poeta un dios, cuyas "creaciones" competían con la naturaleza en lugar de reflejarla. Su obra tuvo una gran capacidad de producir imágenes mediante un lenguaje efectista y hasta por momentos organizado en secuencias aleatorias. Altazor o el viaje en paracaídas (1931) ha sido, sin dudas, el punto más alto de su producción literaria. Para muchos conforma junto con Gabriela Mistral y Pablo Neruda la gran trinidad de la poesía chilena.

Machado, Antonio (1875-1939)

Poeta español de la prestigiosa generación del 98, sus inicios literarios tuvieron la influencia del modernismo a partir de Soledades (1902), donde adquieren relieve poético la emoción del momento y la indagación acerca del sentido de aquello que nos rodea. Este espíritu inquisitivo se pliega sobre sí mismo en Campos de Castilla (1912), y en ese escenario lírico del paisaje castellano revive las sensaciones del amor perdido. En 1917 se publican las Páginas escogidas, y la primera edición de Poesías completas, libro que propiciará nuevas ediciones en 1928 y 1933, cuando aparezcan dos apócrifos, "Juan de Mairena" y "Abel Martín", más un tercero que se llama como el poeta, todos nombres propios que designan a los autores de nuevos poemas y de comentarios en prosa. Esta etapa afirma una línea sentenciosa y filosófica de fuerte orientación social. En 1936 llega Juan de Mairena, libro que lo convierte en uno de los prosistas menos convencionales del siglo XX. Poemas surgidos a instancias de la guerra civil española componen el libro La guerra, de 1937. Un estilo directo, afable y arraigado a los pormenores de la vida cotidiana, han hecho de Antonio Machado una de las voces primordiales de la poesía española.

Mastronardi, Carlos (1901-1976)

Escritor y ensayista argentino, nació en Gualeguaychú, Entre Ríos (Argentina), donde ejerció el oficio de periodista luego de abandonar sus estudios de Derecho. Su poesía, impregnada tanto por la experiencia urbana como rural, se ha caracterizado por el rigor formal y por cierto tono evocativo. Entre sus obras merece destacarse Tierra amanecida (1926), Tratado de la pena (1930), Conocimiento de la noche (1937), y los ensayos Valéry o la infinitud del método (1955) y Formas de la realidad nacional (1961). Obtuvo el Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires.

Neruda, Pablo (1904-1973)

Considerado uno de los poetas más importantes del siglo XX, Ricardo Neftalí Reyes inició una temprana carrera literaria en 1923 con la aparición de Crepusculario, y un año más tarde Veinte poemas de amor y una canción desesperada, donde comienza a revelarse una poesía sentimental y sencilla, que torcerá su rumbo hacia una expresión más hermética con la edición de su libro acaso más importante, Residencia en la tierra, exquisita manifestación de una sintaxis y un lenguaje extremos, y con el cosmogónico Canto general. Retorna a manifestaciones más llanas en sus Odas elementales, un encuentro con las cosas domésticas y populares, para acceder por fin en un último giro estético a una poesía de fuerte compromiso político. Tuvo una enorme influencia entre los poetas de habla hispana, y su prestigio internacional alcanzó su broche de oro en 1971, cuando le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.

Onetti, Juan Carlos (1909- 1995)

Novelista uruguayo, galardonado con el Premio Cervantes en 1980, ha sido considerado uno de los iniciadores de la novela latinoamericana contemporánea. Creador de un mundo de personajes a los cuales sitúa en la imaginaria ciudad de Santa María, su literatura da cuenta de la imposibilidad del individuo por adecuarse a una realidad indiferente, cuando no hostil. El pozo (1939), Tierra de nadie (1942), la monumental La vida breve (1950) donde el protagonista se imagina a sí mismo como otra persona, el paisaje descarnado de El astillero (1960), y las ilusiones, humanas y absurdas, de Juntacadáveres, conforman el conjunto de obras más importantes de J.C. Onetti. Luego de haber sido encarcelado en 1974 por la dictadura militar uruguaya -experiencia que lo signaría de por vida-, se radicó en España, donde vivió hasta su muerte.

Ortiz, Juan Laurentino (Juanele)

Poeta argentino. Nació en Puerto Ruiz, Entre Ríos (Argentina), el 11 de junio de 1896.

Después de un breve paso por Buenos Aires para cursar estudios de Filosofía y Letras, se instala en Gualeguay (Entre Ríos) en 1915, donde trabaja en el Registro Civil hasta su jubilación en 1942, año en que se traslada con su familia a la ciudad de Paraná (Entre Ríos). El paisaje del río condensa tal vez como pocos la estrecha relación de armonía de Juanele con la naturaleza, sus descripciones leves y palpables del marco natural que nutrió decididamente sus versos.

En su casa en Gualeguay Juanele recibía y compartía la amistad de poetas y escritores, una costumbre que iba a perpetuarse por el resto de su vida. Su figura evoca siempre la de un personaje delgado, ascético, de una abundante cabellera raramente emprolijada, y un par de lentes de marcos anchos y oscuros, a usanza de la época. Se ha dicho que el estilo despojado y sencillo de la poesía de Juan L. Ortiz buscó siempre materializar la elementalidad de su entorno: la luz, el río, la luna y el otoño, la memoria, la presencia metafísica de la naturaleza.

Cultor de Rilke y de Antonio Machado, del mate y de sus célebres boquillas y pipas, de los paseos en bicicleta y del amor por los gatos, de las culturas orientales y de cierta militancia afectiva por los idearios socialistas que atravesaron el siglo, Juanele recogió un merecido y tardío reconocimiento de la cultura oficial apenas unos años antes de su fallecimiento, ocurrido el 2 de septiembre de 1978.

Acaso para tentar una cronología de su obra más importante, haya que mencionar su primer libro de poemas, El agua y la noche, de 1933, El alba sube, de 1937, donde denuncia el asesinato de Federico García Lorca a manos de los franquistas españoles, y en 1949, El aire conmovido, donde se hace ostensible una lengua con registro y rasgos tenues, suaves, como si de por sí recortara todo aquello que no se considerara esencial. De 1954 es su libro, La brisa profunda, en el cual el largo poema "Su Gualeguay" evoca la ciudad, la infancia y a sus amigos. El alma y las colinas, en 1956, y De las raíces y del cielo, en 1958, lo encuentran consolidado como un referente para muchos nuevos poetas, y contribuyen a conviertir a Juanele en una suerte de mito viviente entre iniciados.

Será entre 1970 y 1971 cuando se publicarán sus obras completas en tres tomos, bajo el título En el aura del sauce, con prólogo de su amigo Hugo Gola. Finalmente, en 1996, la Universidad Nacional del Litoral reeditó su Obra completa, en la cual fueron incluidos poemas que hasta entonces habían permanecido inéditos.

Padeletti, Hugo

Poeta y pintor argentino, nacido en Alcorta, provincia de Santa Fe, Argentina, en 1928. Publicó un primer libro, Poemas, en 1959, y hasta la aparición de Poemas 1960-1980 editado por la Universidad Nacional del Litoral en 1989, sólo había dado a conocer una plaqueta con Doce poemas (1979).

Piglia, Ricardo

Escritor argentino, se ha desempeñado como profesor de literatura en su país y en los Estados Unidos. Aunque su narrativa se remonta a la década del sesenta, con la aparición del libro de relatos La invasión (1967), y años más tarde los cuentos de Nombre falso (1975), alcanzó notoriedad con la publicación de su novela Respiración artificial (1980), donde plasma una forma novedosa que entremezcla la ficción y la realidad en un relato atravesado por reflexiones teóricas. De 1986 son sus ensayos reunidos en Crítica y ficción, y de 1988 los relatos de Prisión perpetua. En 1992 se publica su novela La ciudad ausente, llevada a la ópera por el compositor Gerardo Gandini, y en 1999 Plata quemada, relato de corte policial. Sus agudas observaciones literarias lo han situado como una de las voces más relevantes del campo literario argentino.

Rilke, Rainer María (1875-1926)

Escritor nacido en Praga, República Checa. Es considerado uno de los poetas modernos más importantes de la literatura alemana. Dotado de un lirismo plagado de imágenes simbólicas y de reflexiones de sentido religioso, entre sus obras más importantes resaltan Libro de las imágenes (1902; ampliado en 1906); El libro de las horas (1905), que lo consolida como un poeta reconocido; la novela Los cuadernos de Malte Laurids Brigge (1910), donde evoca a un joven escritor en París muy parecido a él; y los célebres Elegías del Duino (1923) y Sonetos a Orfeo (1923) en los cuales canta la vida y la muerte como procesos de una experiencia cósmica.

Rivera, Andrés

Narrador argentino, nacido en 1930. Autor de relatos con una fuerte impronta social, se advierte en su obra cierta influencia de los novelistas norteamericanos a través de lo que podría reconocerse como una escritura de corte realista. Entre sus libros sobresalen El precio (1957), Los que no mueren (1959), Cita (1965), Ajuste de cuentas (1972), Nada que perder (1982), En esta dulce tierra (1984), La revolución es un sueño eterno (1987), El amigo de Baudelaire (1991), La sierva (1992), El farmer (1996) y La lenta velocidad del coraje (1998).

Tizón, Héctor

Narrador argentino, nacido en 1929 en Yala, Jujuy. Su obra, marcada con nitidez por la vida en el noroeste argentino, reflexiona sobre la soledad, el marco social y la incomunicación como ejes centrales del destino del hombre. Entre los libros más importantes se encuentran títulos como Fuego en Casabindo (1969), El cantar del profeta y del bandido (1972), Sota de bastos, caballo de espadas (1975), La casa y el viento (1984), El hombre que llegó a un pueblo (1988), El viaje (1988), Luz de las crueles provincias (1995) y La mujer de Strasser (1997).

Vallejo, César (1892-1938)

Una de las figuras capitales de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Este original poeta nacido en Perú se distinguió por un mundo poético a ratos complejo, que desnudó como nadie la experiencia del dolor cotidiano y de la muerte, arraigado siempre a su ámbito familiar, una mixtura de indigenismo y raíces españolas que fue atravesada por los influjos del modernismo, la vanguardia, y la marca indeleble del compromiso social. En 1918 se imprime Los heraldos negros, su primer libro, con resonancias de la poesía modernista, pero se dará con Trilce (1922) el momento de mayor renovación del lenguaje poético hispanoamericano, pues Vallejo se aparta de los modelos tradicionales e incorpora formas inéditas que agudizan los límites expresivos a la vez que sumergen la condición humana en una zona de perplejidad y angustiosa incertidumbre. Al año siguiente se radica en París, ciudad que le deparará extrema pobreza, además de continuos sufrimientos físicos, y donde llevará adelante su activismo intelectual y político comprometido con el marxismo. Con sus artículos, relatos y ensayos apoya sostenidamente al ejército republicano durante la Guerra Civil Española. Toda la obra poética escrita en Europa aparecerá póstumamente con el título Poemas humanos en 1939, libro en el que deja atrás el nihilismo y apuesta fervorosamente a la lucha de los hombres por la justicia y la solidaridad social.

Enlaces a sitios de interés

Nota bibliográfica publicada en la sección Libros del portal Terra con motivo del lanzamiento de la última obra de Saer. (Fecha de consulta: 14 de marzo de 2001.)


fotos: Eduardo Finocchi