¿Qué son las bibliotecas populares?
En la práctica, son bibliotecas públicas, vale decir, abiertas a
toda la comunidad, pero las «populares» no dependen directa o totalmente
de entidades estatales como las primeras. La denominación
de «populares» tiene varias acepciones; no obstante ello, todas
coinciden en que la expresión «popular» no se refiere a un determinado
sector social; por el contrario, es el calificativo de la biblioteca
«para todos». En definitiva: las Bibliotecas Populares son
Asociaciones civiles autónomas, dirigidas por una Comisión Directiva
(cuyos miembros son elegidos por votación de los socios activos). Se
constituyen merced al espíritu de compromiso social de un grupo de
vecinos de una localidad, comuna o barrio, comprendiendo que los
miembros de las Comisiones Directivas trabajan ad
honorem. Su sostenimiento se consigue básicamente
mediante el cobro de cuotas societarias, además, con los eventuales
subsidios otorgados por la CONABIP(Comisión Nacional Protectora de
Bibliotecas Populares). Muchas de ellas, para alcanzar su
autonomía económica, brindan servicios alternativos, alquilan sus salas
de conferencia, realizan festivales, etcétera. Su
finalidad: brindar información y promover la educación mediante una
colección documental bibliográfica y multimedial de carácter general.
Pero no solo eso, también proponen actividades recreativas y toda forma
de animación sociocultural (hora del cuento para los niños, títeres,
cursos y talleres diversos, conferencias, etcétera). Sus
servicios y acciones están destinados a todo público, como se dijo más
arriba. El acceso a la colección documental es gratuito,
mientras la consulta sea en la sala; el retiro de materiales a domicilio
queda reservado únicamente a los socios activos, es decir, aquellos con
las cuotas societarias al día. Las bibliotecas populares
adoptan una dinámica especial: su objetivo principal es asegurar que la
información (en libros, publicaciones periódicas y en otros soportes
documentales no bibliográficos), «llegue al público», es decir, que
estén en permanente relación con las necesidades de los miembros de la
comunidad. Por ello buscan la adecuada selección y organización de la
colección, la diversificación de servicios, la adopción de nuevas
tecnologías de la información, todo a fin de satisfacer las demandas de
un público heterogéneo. En resumidas cuentas, citando un
texto institucional de la propia CONABIP (Comisión Nacional Protectora
de Bibliotecas Populares), «Las Bibliotecas Populares son instituciones
de carácter educativo-cultural que, en forma amplia, libre y pluralista
ofrecen servicios y espacios para la consulta documental, la expresión y
el desarrollo de actividades culturales, de extensión bibliotecaria y de
promoción de la lectura». El promotor de las Bibliotecas
Populares en la Argentina fue el presidente Domingo F. Sarmiento, quien,
alrededor de 1840, mientras visitaba los Estados Unidos, tomó contacto
con las bibliotecas públicas creadas por iniciativa de Franklin en 1831,
y que enseguida se propagaron a otros países. Sarmiento, muy interesado
por la ilustración de la población argentina, no solo trajo el modelo
estadounidense, sino que en 1870, por la Ley que lleva su nombre (Ley
419), crea la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares. En
1986 se modifican aspectos diversos y nace una nueva Ley de Bibliotecas
Populares: la Ley 23.351.