Ganadería pampeana

Primera parte La ganadería fue la primera actividad económica de la llanura pampeana y se ha mantenido hasta la actualidad como una forma importante de uso de la tierra de esa región. En sus inicios, la ganadería se basaba en la caza de los vacunos salvajes que poblaban la pampa, sobre una estructura agraria basada en lo que dio en llamarse la “estancia cimarrona”. Del ganado se aprovechaba el cuero y parte de la carne, que se salaba para vender como alimento para la población esclava del Brasil.
Lentamente, y en buena medida por la presión sobre lo que en ese momento era un recurso natural más (los vacunos eran ya parte de la fauna silvestre), la actividad se transformó en una ganadería con mayor control sobre los rebaños, aunque recién con la aparición del alambrado a mediados del siglo XIX se puede hablar de una ganadería relativamente moderna.
El alambrado y la importación de razas de ganado de Inglaterra y Escocia dieron efectivamente un giro hacia una ganadería dedicada a un mercado que se ampliaba hacia Europa por la aparición de sistemas de transporte refrigerado.
El ganado, por su parte, había tenido un impacto importante en el ecosistema pampeano, dado que por sus hábitos alimentarios había ido modificando las pasturas: de los pastos duros y los pajonales que caracterizaban a la forma original de ese ambiente a una pradera de pastos dulces y blandos. El clima pampeano y la fertilidad del suelo hicieron que durante mucho tiempo las pasturas naturales fueran el principal alimento del ganado, solo ocasionalmente complementado por pasturas artificiales, fundamentalmente la alfalfa, que se cosechaba y guardaba para el invierno. La relación un vacuno por cada hectárea pampeana es una medida que hasta hoy caracteriza la ganadería regional.
Pero las características diferentes entre distintas áreas de la pampa también fueron definiendo una forma muy particular de cría de ganado. Desplazada la ganadería de la mayor parte de la pampa húmeda por la agricultura, de mayor rentabilidad, esa actividad se dividió geográficamente en dos áreas, una llamada de cría, donde el ganado se reproducía, y otra llamada de invernada o engorde, adonde los animales eran trasladados para adquirir peso antes de ser vendidos.
El área de cría más importante era la pampa deprimida, que tiene naturalmente una calidad de pastos inferior, por ser sus campos inundables. El área de engorde o invernada se definió en el oeste de la provincia de Buenos Aires, que si bien tiene una precipitación menor que la ubicada más el este, permitía el desarrollo de pasturas naturales y artificiales. Este esquema se mantuvo durante muchos años, y lentamente las pasturas artificiales comenzaron a ganar terreno.
Año a año, y dependiendo de los precios relativos de los cereales y la carne, el área dedicada a la ganadería se agrandaba o se achicaba, lo que en el fondo tenía como resultado (posiblemente no necesariamente planificado) una menor presión sobre la calidad del suelo, que “descansaba” en los ciclos ganaderos de la presión de la agricultura. Sin embargo, y teniendo en cuenta esa flexibilidad de uso, en la mayor parte de la llanura los campos estaban preparados tecnológicamente para recibir animales, y la figura del molino, que era la fuente de agua básica, pasó a ser un elemento característico del paisaje pampeano.
También las formas de transporte del ganado fueron cambiando, desde los grandes arreos de ganado que caracterizaban al momento anterior al ferrocarril (la novela Don Segundo Sombra retrata muy bien esa actividad), al transporte actual por camiones.