Borges, de Adolfo Bioy Casares (fragmento)
1. Sábado 22 de octubre de 1955
Borges nombrado, por fin, director de la Biblioteca Nacional. Cuando tardaba en aparecer el decreto (el mismo Lonardi le había anunciado el nombramiento), cavilaba y llegó a contagiar la ansiedad a su madre; después apareció en el diario el decreto; Saravia, subsecretario de instrucción pública, le dijo que pasara por el ministerio; Borges (ya en broma) comentó: “Malum signum”. Me llama sin duda para decirme que todo quedó en nada: “Ese nombre de degollador no me tranquiliza. Además, me nombrarán en el ministerio, iré a la Biblioteca, diré que soy el nuevo director, el portero no me creerá, me echará. A los pocos días, me echarán también desde el ministerio por no haber tomado posesión…”.
2. Lunes 29 de julio de 1963
BORGES. “Sigo versificando en sueños, como Coleridge pero a un nivel muy bajo. Anoche soñé que había escrito un tango y que, mientras lo oía en un teatro, yo mismo comprendía en sueños que no me había salido muy bien”. De este tango soñado, titulado El héroe del deporte, recuerda estas líneas:
Cuandó
Cuandó
El héroe popular
El hombre-rey
Se deja pressancier
Desde un balcón
3. Martes 22 de diciembre de 1964
Me refiere Borges: “Un señor salteño me aseguró que Salta era un pueblo extraordinario; contó que una vez hubo un terremoto y la gente rezó para que Dios no destruyera Salta. Hubo un segundo terremoto, que no alcanzó a Salta, pero que destruyó muchos pueblos de los alrededores. Yo le pregunté si eso no le parecía una injusticia y qué le parecía una divinidad que se dejaba sobornar con plegarias. Me dijo el señor que nunca había pensado en eso.”
4. Lunes 19 de julio de 1965
BORGES. “La gente no sabe la parte que tienen la pereza y la resignación en lo que uno escribe. Una chica uruguaya buscaba explicaciones simbólicas, metafísicas y religiosas para mis poemas. Uno no escribe con intenciones así… No podría escribir. No soy autor de fábulas con moraleja. ¿Usted escribió alguna vez? ¿No? Entonces por eso imagina que un escritor es tan complejo e intencionado.” “Puse mi carne humana porque probé antes con otros epítetos, no me convencieron, di con este, me pareció raro, sonaba bien y me hizo gracia, porque en general se dice carne humana con el verbo comer. ¿Por qué digo que las caminatas o las noches me llevan a los lugares de los arrabales? ¿Por qué paso de lo temporal a lo intemporal? De ninguna manera. Porque salíamos en aquella época a caminar con amigos, con Mastronardi o con Dondo y como no íbamos a caminar por el centro nos dedicábamos a descubrir la ciudad y sin darnos cuenta nos encontrábamos muy lejos”.
5. Lunes 9 de agosto de 1971
Mi hija Marta asegura que los huesos del cuerpo humano son doscientos ocho. “¿En medicina enseñan eso? –pregunta Borges–. ¿Para qué? ¿Para que los médicos sepan que si sacan doscientos ocho huesos de un hombre no queda nada? Un poco antes de llegar a doscientos ocho ya lo habrán vaciado”.