Fragmento de Ángel Rama

Hasta lleva la cuenta (Hidalgo) de la guerra de los poetas, o, mejor, de los versificadores. “Solían los sitiadores acercarse a las murallas, tendidos detrás de la contraescarpa a gritar improperios o a cantar versos”. Otras veces eran las famosas mujeres-dragones, como la muy celebrada `Victoria la cantora´ que solía algunas noches acercarse detrás de la contraescarpa a cantar con la guitarra”. Poesía popular, que no se distinguía por su delicadeza, que utilizaba los metros de la décima y el cielito, que se acompañaba del instrumento, que inventaba el sarcasmo, el insulto, la grosería, para perpetrárselos al enemigo en un modo que será consustancialmente nacional”.