Historias de cronopios y de famas (fragmento)
Instrucciones para subir una escalera (Manual de instrucciones)
«Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se
pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del
suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para
dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o
en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y
poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha
en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un
peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por
dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior,
principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra
combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero
incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso».
Simulacros (Ocupaciones raras) «Somos
una familia rara. En este país donde las cosas se hacen por obligación o
fanfarronería, nos gustan las ocupaciones libres, las tareas porque sí,
los simulacros que no sirven para nada. Tenemos un
defecto: nos falta originalidad. Casi todo lo que decidimos hacer está
inspirado –digamos francamente, copiado– de modelos célebres. Si alguna
novedad aportamos es siempre inevitable: los anacronismos o las
sorpresas, los escándalos. Mi tío el mayor dice que somos como las
copias en papel carbónico, idénticas al original salvo que otro color,
otro papel, otra finalidad. Mi hermana la tercera se compara con el
ruiseñor mecánico de Andersen; su romanticismo llega a la náusea.
Somos muchos y vivimos en la calle Humboldt. Hacemos
cosas, pero contarlo es difícil porque falta lo más importante, la
ansiedad y la expectativa de estar haciendo las cosas, las sorpresas
tanto más importantes que los resultados, los fracasos en que toda la
familia cae al suelo como un castillo de naipes y durante días enteros
no se oyen más que deploraciones y carcajadas. Contar lo que hacemos es
apenas una manera de rellenar los huecos inevitables, porque a veces
estamos pobres o presos o enfermos, a veces se muere alguno o (me duele
mencionarlo) alguno traiciona, renuncia, o entra en la Dirección
Impositiva. Pero no hay que deducir de esto que nos va mal o que somos
melancólicos. Vivimos en el barrio de Pacífico, y hacemos cosas cada vez
que podemos. Somos muchos que tienen ideas y ganas de llevarlas a la
práctica. Por ejemplo, el patíbulo, hasta hoy nadie se ha puesto de
acuerdo sobre el origen de la idea, mi hermana la quinta afirma que fue
de uno de mis primos carnales, que son muy filósofos, pero mi tío el
mayor sostiene que se le ocurrió a él después de leer una novela de capa
y espada».
Acefalía (Material plástico) «A un
señor le cortaron la cabeza, pero como después estalló una huelga y no
pudieron enterrarlo, este señor tuvo que seguir viviendo sin cabeza y
arreglárselas bien o mal. En seguida notó que cuatro de
los cinco sentidos se le habían ido con la cabeza. Dotado solamente de
tacto, pero lleno de buena voluntad, el señor se sentó en un banco de la
plaza Lavalle y tocaba las hojas de los árboles una por una, tratando de
distinguirlas y nombrarlas. Así, al cabo de varios días pudo tener la
certeza de que había juntado sobre sus rodillas una hoja de eucalipto,
una de plátano, una de magnolia foscata y una piedrita verde».
Viajes (Historias de cronopios y de famas) «Cuando
los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son
las siguientes: un fama va al hotel y averigua cautelosamente los
precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El
segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los
muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de
sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los
médicos de guardia y sus especialidades. Terminadas estas
diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se
comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo.
Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el
nombre de ‘Alegría de los famas’».
Cortázar,
Julio. Historias de cronopios y de
famas. Buenos Aires,
Sudamericana, 1986.