Las estadísticas sugieren que existen en la actualidad alrededor de 35 millones de blogs en el ciberespacio. Pero...

¿qué es exactamente un blog?
Es un sitio web que almacena información no jerarquizada donde la entrada más reciente aparece primero en la página y la última al final. Estos nuevos protagonistas de internet suelen tener además enlaces a otros blogs, a otras páginas web, y la posibilidad de que los visitantes inserten su comentario a los textos o imágenes almacenados. Por otro lado, suelen ser administrados por una sola persona o un grupo de gente que le otorga a su sitio una identidad común.

Los weblogs pueden ser leídos, ante todo, como talleres o laboratorios de escritura. En esta dirección se caracterizan por su condición de ser, esencialmente, espacios experimentales donde, a diferencia de lo que sucede con otros soportes como el papel, lo que se escribió una vez puede ser fácilmente eliminado si por alguna razón ha perdido actualidad.

Ahora bien, los enlaces que todo weblog propone construyen una serie de lazos con otros sitios que permiten evidenciar ciertas afinidades entre sus usuarios. De este modo, si es cierto que uno de los rasgos más sobresalientes de la modernidad fluida es, tal como lo ha señalado el filósofo polaco Zygmunt Bauman1, la pérdida de un sentimiento de comunidad fundado en los vínculos que construían los Estados nación en tiempos disciplinarios, los weblogs parecerían querer restituir algo de esa suerte de “paraíso perdido”, aunque este tenga lugar en la inconsistencia de un espacio virtual.

Es evidente que este nuevo modo de concebir los vínculos sociales produce, a su vez, un fuerte impacto en el modo en que hasta ahora se concebía al intelectual. Daniel Link, por ejemplo, sostiene que si se vaticinó la desaparición de los intelectuales, convertidos ahora en fuerza de trabajo, las posibilidades que ofrece la internet augurarían un destino diferente: “Puede cobrar fuerza la creación de redes intelectuales que en algún sentido sirvan para oponerse a la barbarie mediática. Los medios son efectivamente agentes de la barbarie en todo sentido. Contra eso, internet ofrece la posibilidad de generar corrientes de opinión ilustrada. Tal vez con internet podamos reinventar la figura del intelectual”.

Por otro lado, se ha sostenido que la naturaleza de los weblogs es, en varios aspectos, análoga a la de un diario íntimo. Pero, si es cierto que hay algo que asemeja el diario íntimo a los weblogs (como los primeros, los segundos se escriben para dar testimonio, para calmar la ansiedad, para “conocerse a uno mismo”; son “irresponsables” y funcionan como una suerte de “depósito de desechos”2), existen al menos dos propiedades que distinguen a un género de otro.

Los diarios íntimos se inscriben en una instancia jurídica privada (con independencia de su posterior uso) y descansan además sobre un pacto con el tiempo que los obliga a actualizarse periódicamente o, al menos, a conservar un sentido para la posteridad. Los weblogs no sólo pueden permanecer iguales a sí mismos durante un tiempo ilimitado —no hay, por ahora, ninguna regulación que obligue a sus usuarios a actualizarlos con determinada frecuencia— sino que ostentan el carácter efímero que tiene todo producto almacenado en la red.

Finalmente, los weblogs son usadas con frecuencia por periodistas que ponen al servicio de todos los internautas noticias y datos que, en su mayoría, no suelen trascender a través de los medios masivos de comunicación. En este sentido, comparten esta nueva concepción del intelectual que proponía Link: la condición de ser formadores de opinión alternativos, una suerte de líneas de fuga de la maquinaria mediática que parecía monopolizar todos los espacios de divulgación.

Sin embargo, acaso también esta sea una ilusión. En tanto una de las características fundamentales de la información que circula en el ciberespacio es que poco se sabe de sus fuentes y de su legitimidad —en definitiva, en la red todo se reduce a la habilidad para construir realidades o ficciones paralelas— no podemos confiar a rajatabla en la fidelidad de lo que se nos invita a leer. Nuevamente, los medios tradicionales gozan, por ahora, de la mayor confianza y de mayor protagonismo a la hora de competir con las nuevas tecnologías.

1Zygmunt Bauman, Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003.

2Alan Pauls da cuenta de estos atributos en el prólogo de Cómo se escribe un diario íntimo, Buenos Aires, El Ateneo, 1996.