¿De qué hablamos cuando hablamos de instrumentos?, ¿hablamos solamente de artefactos que fueron diseñados y realizados para la música?;¿o hablamos también de todos aquellos objetos que son usados con fines musicales?

Comúnmente, al hablar de instrumentos musicales, solemos referirnos al conjunto de instrumentos que nos son familiares. Es interesante reconocer que, en esos casos, la alusión se refiere a artefactos que fueron construidos para ser utilizados musicalmente (violín, flauta, piano, violonchelo, clarinete, trompeta, guitarra, quena, triángulo, tamtam, tambor, timbal, arpa, gaita, y una larguísima lista que atraviesa los distintos períodos y culturas). Pero abordar la cuestión desde esta perspectiva no permite incluir en el universal a todos aquellos utensilios que desempeñan alguna función en un discurso musical. Por ejemplo, si bien la cacerola fue fabricada para cocinar comida en su interior, puede ser usada como instrumento de percusión en una murga. Así, la cacerola en ese contexto se convierte en una máquina de hacer sonidos musicales. Una obra para máquinas de escribir que creó una joven compositora argentina, es otro ejemplo de lo mismo. En este caso, los aparatos, en vez de ser usados para escribir cartas, son utilizados para ejecutar una pieza musical, esto es, su uso los convierte en instrumentos musicales. Los ejemplos siguen, pero no vale la pena enumerarlos todos. Lo que sí tiene sentido es detenerse a reflexionar: ¿qué es lo que hace que un instrumento sea tal?, ¿es únicamente el haber sido confeccionado para ese fin?, ¿o también el ser utilizado con una intención musical?

La siguiente definición incluye a ambos grupos: "instrumentos musicales son todos aquellos generadores de sonido que sirven a la concreción de ideas y prácticas musicales". La intención de esta propuesta es que los alumnos puedan construir una noción amplia sobre los instrumentos musicales, y que lo hagan mediante una experiencia lúdica y activa: haciendo sonar los objetos de su entorno e indagando sus posibilidades expresivas.

Contenidos

Propuestas de trabajo

Los sonidos de las cosas

Esta propuesta apunta a que los chicos descubran la potencialidad sonora de su entorno e indaguen algunos de los factores que determinan las propiedades de los sonidos.

Para iniciar la aventura, comenzaremos por explorar los materiales y objetos del aula. Se sugiere dividir a la clase en grupos, y proponer a los chicos que busquen hacer sonar los objetos de su alrededor (sillas, mesas, cuadernos, lápices, piso, hojas). Antes de que comiencen su experiencia, puede mostrarles cómo percutir la mesa con el dedo o con una regla de metal cambia el resultado sonoro, y cómo el pizarrón genera distintos sonidos según se lo frote con el borrador o se lo golpee con un lápiz. Todavía más, a fin de que prueben distintas maneras de generar sonidos, podrá sugerirles que intenten conseguir sonidos diferentes con un mismo objeto, por ejemplo una hoja. Aliéntelos a que experimenten con el papel para hacerlo sonar de modos diversos (algunos chicos lo estrujarán, otros lo romperán rápida o lentamente, también lo golpearán con los dedos o soplarán a través de la hoja). De tal forma, harán pruebas variando los modos de accionar para producir el sonido.

Experiencia con papeles

Propóngales también que indaguen si existe relación entre el tamaño de los objetos y la sonoridad que estos generan: ¿siempre que es más grande el objeto, es más fuerte el sonido que produce?, ¿o varía según el material con el que está hecho? ¿La forma en que yo lo hago sonar influye en la intensidad (referido a la dinámica, fuerte o suave) del sonido? Sería importante que entre todos llegaran a una primera conclusión.
Tanto el tamaño del objeto, como el material (madera, metal, plástico, papel, goma, etc.) y la manera de tocarlo influyen en la resultante sonora.ç

Los sonidos de una imagen

Luego de haber experimentado las posibilidades sonoras de los objetos y materiales a su alcance, es conveniente que los alumnos jueguen con la potencialidad musical de esos sonidos. Se trata entonces de que puedan incorporar lo producido a sus recursos expresivos. Para ello, se podrá seleccionar imágenes visuales (se sugiere que elija obras pictóricas representativas de distintas épocas y artistas) o bien, en caso de no contar con reproducciones, se podrá optar por extraer fotografías e imágenes, recortadas en revistas. La idea es que los alumnos se conecten con las sensaciones y emociones que la imagen les produce, para luego sonorizar la representación, enfatizando dicho clima. Para ello, deberán emplear los diversos sonidos que han logrado producir y poner en acción las conclusiones extraídas en la actividad anterior (la relación entre la calidad del material, el tamaño y la forma de excitarlos). Asimismo, profundizarán su búsqueda entusiasmados por producir sonidos concretos para caracterizar las imágenes.

Proponemos dividir a la clase en grupos y repartir tres o cuatro reproducciones a cada uno. Los equipos dispondrán de un tiempo para probar, acordar y definir qué clima está presente en las representaciones, y luego describir sonoramente esa expresión. Sugiérales que intercambien los objetos y materiales entre imagen e imagen, a fin de que exploren las posibilidades expresivas de las cosas de su entorno. Los grupos podrán elegir un director que conduzca las sonorizaciones y coordine el trabajo en común. Luego, los subgrupos podrán mostrar sus imágenes y compartir sus musicalizaciones.

Como otra variante de esta misma actividad, pueden realizarse instrumentaciones de cuentos. La diferencia que plantea esta opción permite sonorizar el argumento del relato. Es decir, en este caso, en vez del clima se trata de describir sonoramente las acciones: el galopar de un caballo, los pasos del caminar, los ruidos de las ollas y las cucharas en una escena en la cocina.