1. Lean en clase, entre todos, los siguientes artículos de la Convención sobre los Derechos del Niño.

Artículo 2: Todos los derechos deben ser aplicados a todos los niños sin excepción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento, o cualquier otra condición del niño o sus familiares, y es obligación del Estado tomar las medidas necesarias para proteger al niño contra toda forma de discriminación.

Artículo 23: Los niños mental o físicamente impedidos tienen derecho a recibir cuidados y educación especiales destinados a permitirles llegar a bastarse a sí mismos y participar activamente en la comunidad.

Artículo 30: Es derecho de los niños que pertenecen a minorías o poblaciones indígenas tener su propia vida cultural, practicar su propia religión y emplear su propio idioma.

2. Lean luego, el siguiente cuento del autor Esteban Valentino y realicen las actividades que están a continuación.

Sobre ruedas

Hay veces que pasan cosas raras. Pero vienen solas y no llaman mucho la atención. Pasan y listo. Sanseacabó. Chau pinela. Pero también hay veces que pasan muchas cosas raras juntas. Entonces se hace más difícil mirar para otro lado y hacerse el que no se sabe nada.

Ese amanecer, por ejemplo, no prometía demasiado. El sol salió por el este y empezó a repartir su calorcito por todo el pueblo. La gente se levantaba de la cama, se lavaba la cara, desayunaba café con leche con tostadas y salía. Luis al menos hacía así. Pero esa mañana tomó la leche con más calma que de costumbre, porque tenía tiempo de sobra. Se puso el guardapolvo, le dio un beso a la mamá y se fue.

Esperó, como todos los días que iba a la escuela, el colectivo en la esquina de su casa. Pero algo debió de haber pasado, porque no había caso: no venía y no venía. Y encima ya se le hacía tarde. Entonces pasó la primera cosa rara de esos días. De la casa de enfrente salió Carlitos en su silla de ruedas. Carlitos es lisiado, así que no era eso lo extraño. No. Lo curioso era que esa silla venía con un motorcito que la hacía andar como si fuera una motoneta. Y encima Carlitos le había puesto un cartel que decía: "Colectivo línea 0: esta unidad dispone de un lugar para personas no discapacitadas".

Paró al lado de Luis.

-Voy a la escuela, ¿venís? El boleto es gratis.

Luis se subió a la parte de atrás de la silla y ese día felizmente no llegó tarde. Lo bueno fue que los demás días tampoco llegó tarde, porque la línea 0 los llevaba siempre a los dos a la escuela y los traía de vuelta a casa. Todo andaba bárbaro.

Hasta que pasó la segunda cosa rara de esos días. Fue un viernes. Luis esperó y esperó, pero nada: Carlitos no aparecía. Al fin se cansó y lo fue a buscar.

Lo encontró en la cama, y con cara de enojado.

-¿Y, viejo?-preguntó.

-Andá, salí -dijo Carlitos-. Se me rompió la silla y hubo que mandarla al taller. Tiene para varios días. Chau línea 0 por un tiempo.

"Chau tres pepinos", pensó Luis mientras se iba. "Si se acaba la línea 0 hay que crear otra línea."

Y entonces pasó la tercera cosa rara de esos días. Luis fue corriendo a hablar con el otro compinche, el gordo Barreiro, y ese fin de semana se encerraron en el taller del fondo a darle con todo al serrucho, a los clavos y al martillo.

Cuando la mamá y el papá de Luis preguntaban qué estaban fabricando, el gordo ponía su mejor cara de misterio y decía: -Menos averigua Dios y perdona.

Y se metían de vuelta en el taller a seguir con las herramientas y los ruidos raros.

Al rato aparecía de vuelta el gordo. -Señora, este trabajo está a punto de matarnos. Digo yo, ¿no tendría un par de panes con manteca o algo parecido?

En fin, el caso es que el domingo a la noche sacaron al patio uno de esos cargadores que usaban los reyes de antes para que los llevaran, con dos palos largos en cada punta y una casita sin techo en el medio. Y además le pusieron un cartel que decía: "Colectivo línea 1000: esta unidad dispone de un lugar. Es para Carlitos."

El lunes se aparecieron bien temprano con el colectivo número 1.000, cargaron a su amigo y se lo llevaron los dos a la escuela.

Poco después, Carlitos volvió a tener el suyo, pero hubo que cambiar el cartel que ahora decía: "Colectivo línea 0: esta unidad dispone de dos lugares para personas no discapacitadas", porque también el gordo viajaba en esa línea.

Claro, los tres pasajeros de ahora pesan más que los dos pasajeros de antes y entonces el único colectivo de la línea 0 se rompe más seguido y tiene que ir al taller. Pero no hay problema. El único colectivo de la línea 1000 está guardado en el fondo de la casa de Luis, esperando.

Y siempre que lo necesitan entra en servicio.

a. Conversen entre todos: ¿Qué sentimientos les produce la historia? ¿Qué ideas sobre los derechos de los chicos se les ocurren?

b. Redacten una historia que describa una situación similar, real o imaginaria.

c. Completen un cuadro como el siguiente. En la primera columna escriban los obstáculos que creen que existen para las personas con alguna discapacidad. En la segunda, propongan posibles soluciones.

OBSTÁCULOS

SOLUCIONES

Escaleras

Rampas

Bordes angulosos

Bordes redondeados