Las concepciones actuales sobre educación para la salud tienden a realizar un "corrimiento" desde la idea de la prevención de enfermedades puntuales, como es el caso del sida, a un enfoque más global, en el que se enfatiza la idea de la salud "en positivo" y no solamente como su pérdida, con la aparición de lo patológico. Es por ello que la prevención de males concretos se enmarca en el modelo más general de "promoción de la salud".
Cuando se hace referencia a la promoción de la salud, esta aparece ligada a la denominada "Carta de Ottawa", surgida de la Primera Conferencia Internacional de Promoción de la Salud realizada en 1986 en Ottawa, Canadá, y adoptada por 112 participantes procedentes de 38 países. En la Conferencia "Salud para todos en el año 2000", preparada por la Organización Mundial de la Salud y celebrada en Alma Ata, Unión Soviética, en septiembre de 1978, se adoptó por primera vez una definición más amplia de salud, creando así el contexto para el establecimiento de la promoción de la salud como interés prioritario.
En 1984 la Organización Mundial de la Salud elaboró un documento en el que se plantearon cinco principios clave en los que se apoyarían los lineamientos de la Promoción de la Salud. Ellos establecen que:
La "Carta de Ottawa" contiene la síntesis de los enfoques orientados a la promoción de la salud; en ella se declara que:
"La promoción de la salud consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma. Para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social un individuo o grupo debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades de cambiar o adaptarse al medio ambiente. La salud se percibe, pues, no como el objetivo, sino como la fuente de riqueza de la vida cotidiana. Se trata, por tanto, de un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y personales así como las aptitudes físicas."
También se sostienen cuatro principios insoslayables cuando se trata de realizar acciones orientadas a la promoción de la salud:
Sin embargo, existen intereses contrapuestos entre los distintos sectores sociales. Tomemos el ejemplo del tabaco. Todo cambio de política con respecto al tabaco supondrá otros cambios, por lo menos para los fumadores y para los agricultores. En este caso la adopción de una política pública "saludable" exigirá responder a importantes implicaciones tanto para la salud como para la economía.
Suele considerarse que la promoción de la salud se consigue mediante tres mecanismos:
El concepto de "empowerment" (traducido frecuentemente al castellano con el término empoderamiento) ha surgido particularmente en la literatura sobre género (empowerment de las mujeres).
En el campo de la salud se considera que el empoderamiento es un proceso de acción social que promueve la participación de la gente, de las organizaciones y de las comunidades para ganar control respecto a sus vidas en su comunidad y en el conjunto de la sociedad. En este sentido, no es ganar poder para dominar a otros sino para actuar con otros intentando lograr un cambio.
A través del "empoderamiento" se intenta alentar la capacidad de las personas para actuar sobre sus circunstancias, a través de técnicas de aprendizaje participativo, para ayudarlas a identificar las elecciones que pueden hacer.
Vayamos a un ejemplo. Podemos decir que es difícil aún hoy para las mujeres no asumir los mandatos de género que las conducen a actitudes de sumisión y entrega afectiva. Por esto, encarar una mayor autoafirmación de su parte en las relaciones de pareja es una tarea difícil y que exige continuidad en el tiempo. No obstante, la escuela es un ámbito en el que estos temas, vinculados con la posibilidad del autocuidado, deberían tratarse. Un modo de hacerlo es reflexionar con los alumnos acerca de situaciones vinculadas con enfermedades prevenibles como es el caso de la transmisión del VIH y las estrategias posibles de prevención. Los alumnos pueden reunirse en grupos y elaborar argumentos para convencer a una pareja "imaginaria" acerca de la necesidad de adoptar medidas de prevención. Estaríamos así desarrollando las capacidades personales de los alumnos para la negociación, la autoafirmación, el control de situaciones de riesgo, etc.
El debate sobre qué hacer frente a los jóvenes que asumen riesgos como forma de vida es por demás polémico. Presentaremos a continuación algunos de los modelos actualmente más difundidos, que procuran explicar las conductas de las personas con respecto a su salud.
Las primeras etapas del proceso por el cual las ciencias sociales aceptaron el reto de diseñar estudios que sirvieran de insumos para políticas de prevención de conductas de riesgo se caracterizaron por poner en evidencia que, además de las variables demográficas (sexo, edad, nivel socioeconómico, etc.), existen otros factores que inciden sobre el cuidado de la salud. Para revelarlos se desarrollaron los estudios que hoy se conocen como investigaciones KABP (knowledge, attitudes, beliefs, practices), en los que enfocando diferentes grupos de población considerados en riesgo se analizaban sus conocimientos, actitudes, creencias y prácticas.
Estos estudios tenían como supuesto que la información y las actitudes se asociaban de modo directo con los cambios de conducta hacia un estilo de vida más saludable y también con el mantenimiento de dichos cambios.
Sin embargo, hacia fines de la década del 80, los mencionados estudios ponían de relieve la brecha existente entre el conocimiento y la conducta de prevención. El conocimiento es una condición necesaria pero no suficiente para motivar la conducta de autocuidado.
Una línea de trabajo a partir de esta comprobación es la promoción de lo que se ha denominado psicología del compromiso. Hoy en día se admite que comprometerse en un acto tiene como efecto la consolidación de un cambio deseable.
Trabajando con jóvenes, por ejemplo en prevención del sida, implicaría diseñar estrategias en las que ellos se responsabilicen activamente en el desarrollo de acciones de creciente complejidad y compromiso social, donde el aprendizaje individual interactúe con una razón social. Imaginar y generar actividades de prevención supone pensar en sí mismo y en otros al mismo tiempo; luego, el resultado de lo realizado potencia nuevas acciones y por ende nuevos compromisos personales y sociales. Es así como quienes participan en forma directa pueden ir construyendo otro modo de mirar la realidad y en particular el problema que intentan prevenir. Todo ello promoverá un proceso efectivo hacia el cambio deseable.
Hay experiencias en las que se ha propuesto que los jóvenes realicen una colecta para ayudar a los servicios hospitalarios que atienden a enfermos de sida, o para adquirir equipos de investigación biomédica; que diseñen volantes con mensajes preventivos y los distribuyan en la escuela, etcétera.
Es importante estimular la creatividad de los jóvenes en el diseño de actividades que promuevan el compromiso personal, pero respetando el principio de libre elección, indispensable para que se produzcan cambios conductuales duraderos.
Se ha sostenido repetidamente que la escuela es la institución clave para la realización de programas de promoción de la salud, teniendo en cuenta que los comportamientos que se instauran en la infancia y en la adolescencia tienen una gran probabilidad de mantenerse en la edad adulta, y que el involucramiento de más jóvenes en actividades de promoción de la salud puede reducir notablemente el riesgo de enfermedades prevenibles y otras consecuencias negativas para el desarrollo personal de los jóvenes, y consiguientemente incrementar el estado de salud de la población.
La Comisión Europea de la Unión Internacional para la Promoción y la Educación (2000) afirma que, si bien las escuelas son consideradas efectivas para las intervenciones de promoción de la salud dirigidas a mejorar la salud de los niños y adolescentes, hay que tener en cuenta que no puede esperarse que resuelvan los problemas de salud aisladas de otras formas de acciones en salud pública. Son necesarias conexiones fuertes con los servicios de salud y con las organizaciones de la sociedad civil, de modo de establecer una continuidad de acciones programadas entre las instituciones escolares y sanitarias, que permita la interconexión de saberes y la participación de ambas instancias en objetivos comunes.
En relación con la prevención de la transmisión del VIH/sida, además de los contenidos específicos acerca de la epidemia existen dos grandes campos sobre los que se debería trabajar en el ámbito escolar: la prevención del consumo de drogas y la educación sexual. Estas cuestiones permiten a su vez abordar otros problemas específicos, como lo son el embarazo no deseado, las enfermedades de transmisión sexual, los comportamientos violentos, muchas veces generados por el involucramiento en alguno de los temas señalados y/o falta de información adecuada acerca de los mismos.
Cabe recordar que la perspectiva de Promoción Integral de la Salud, ubica la prevención del VIH/sida en un marco más amplio, vinculado con la calidad de vida y con el desarrollo de recursos en las personas para enfrentar situaciones de riesgo.
Sin embargo, estas especificidades existen (las drogas, la sexualidad) y no encararlas puntualmente podría dar la impresión de escapar a la responsabilidad de atender aspectos que conforman la educación integral de las personas, con independencia de las dificultades que ofrece su abordaje en el ámbito escolar.
La prevención del consumo de drogas es importante en relación con la prevención de la transmisión del VIH/sida en dos sentidos. En primer lugar, en la Argentina el uso compartido del equipo de inyección ha sido y continúa siendo, aunque en menor medida, una vía importante de transmisión del VIH. En segundo lugar, es sabido que el uso de drogas disminuye la capacidad de alerta necesaria para adoptar medidas de protección en general y en especial en el escenario de las relaciones sexuales. Por lo tanto, si bien no pretendemos que se realicen a partir de esta propuesta actividades específicas de prevención del consumo de drogas en todas las escuelas involucradas, es importante que el tema esté de algún modo presente en los educadores.
Refiriéndose a criterios no recomendables con respecto a la prevención del consumo de drogas en las escuelas, la Unesco expresa:
En resumen, alejarse del riesgo del consumo de drogas no sobreviene a partir de resaltar sus peligros, sino de ofrecer otras alternativas más deseables y motivantes, que impliquen proyectos de vida y satisfacciones más gratificantes que la experiencia con las drogas.
Necesidades de los docentes y de los jóvenes que podrían ser encaradas a partir del trabajo conjunto con organizaciones de la sociedad civil y con servicios de salud que trabajen sobre el tema del consumo de drogas:
La Organización Mundial de la Salud define la salud sexual como la "aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva, así como la ausencia de temores, sentimientos de vergüenza, culpabilidad, creencias infundadas y otros factores tanto psicológicos como físicos que inhiban la actividad sexual o la perturben" (1975).
Con relación a esta definición Ceruti Basso (1995) plantea los siguientes objetivos de la
educación sexual:
Comentaremos a continuación una exitosa experiencia de educación sexual que llevó a cabo en México en 1986 el Instituto Mexicano de Investigación de Familia y Población, dado que puede ser consultada como modelo de lo que tratamos de transmitir. Dicho Instituto desarrolló un curso integral para adolescentes, al que llamó Planeando tu vida. Previamente se propuso estudiar el comportamiento sexual y el uso de anticonceptivos de los adolescentes para, sobre la base de los resultados del estudio, diseñar un curso de educación sexual que tratara con eficacia las necesidades de ese grupo de edad.
El curso se proponía dar a los jóvenes las herramientas necesarias para tomar decisiones fundamentadas acerca de la sexualidad, la reproducción y otras resoluciones que afectan a la vida. Incluía los siguientes temas:
Las estrategias didácticas utilizadas favorecían la participación de los estudiantes mediante ejercicios grupales e individuales concebidos para traducir en actos los temas del curso. Esta metodología promueve la independencia y la creatividad y fomenta la iniciativa, tanto en lo que se refiere a actitudes como en lo cognitivo, y favorece la búsqueda individual de soluciones a diferentes problemas. Mediante la dinámica de grupo y la dramatización, los jóvenes expresan sus sentimientos y relatan sus experiencias; reflexionan sobre sí mismos e identifican sus creencias y valores para actuar de una manera planeada, en lugar de hacerlo de un modo improvisado o controlados por otras personas.
El curso fue evaluado a través de una metodología experimental, con dos grupos control (uno que no recibió ningún curso y otro que siguió un curso tradicional de tipo expositivo) y un tercer grupo al que se impartió Planeando tu vida. Los resultados de la evaluación indicaron que:
Dado el éxito del curso, la Secretaría de Educación Pública mexicana elaboró un programa de educación sexual y familiar basado en su mayor parte en Planeando tu vida, que se ejecutó en escala nacional en 111 escuelas con estudiantes de segundo año de secundaria. Fueron capacitados para eso 144 docentes.
A partir de esa experiencia se llegó a varias conclusiones importantes:
Los métodos participativos, uno de los cuales es la dinámica de taller, se utilizan para promover la confianza en uno mismo, plantear ejercicios de destrezas o habilidades y alentar la adopción de actitudes positivas a favor de la prevención, el autocuidado y el cuidado de los otros. Las destrezas tienen que ver con:
Sin perjuicio de otras alternativas, se presentan las contribuciones del modelo del aprendizaje activo, elaborado por Jensen ("A case of two paradigms within health education" en Health Education Research. 1997) para la enseñanza-aprendizaje de los contenidos de educación para la salud: el IVAC (Information, Vision, Action, Change), basándose en el desarrollo de la competencia para la acción. Sus componentes son:
Cabe aclarar que se trata de contribuciones generales cuya aplicación deberá ser adecuada a los contextos socioculturales de cada ámbito educativo.