Chicos jugando con los ojos vendados Ilustración: Gustavo Damiani

El diálogo se presenta en situaciones de comunicación donde se presentan dos interlocutores y también en grupos, mediante el debate, con el fin de conocer distintas posiciones o puntos de vista frente a un tema. La deliberación, por su parte, es una manifestación del diálogo donde el grupo busca tomar una decisión.

En esta propuesta se intentará promover el potencial del diálogo como un procedimiento y, a la vez, como un valor en sí mismo. Porque es un medio que promueve el respeto por el otro y la autonomía de cada sujeto. Y porque es, además, un valor propio de una sociedad que se desenvuelve dentro de un sistema democrático. Gracias al diálogo ha sido posible la existencia y el desarrollo de la sociedad civilizada. A través del diálogo se pueden conocer las necesidades y los intereses, sentimientos y deseos de los distintos individuos y grupos, para construir a partir de ellos los acuerdos necesarios para que la convivencia resulte lo más satisfactoria posible para todos. El diálogo se diferencia de la mera conversación de la vida cotidiana, porque requiere el ejercicio de un pensamiento reflexivo y estructurado. La mayoría de las personas practica el intercambio conversacional durante su interacción cotidiana con los demás. Pero, a diferencia de la conversación, el diálogo no se aprende espontáneamente, sino que, por el contrario, requiere de una propuesta deliberada, de ejercitación y esfuerzo. Por este motivo, es de vital importancia que el ejercicio de sus cualidades se desarrolle en el ámbito de la escuela.

Propósito

La actividad que se propone a continuación busca crear una situación de diálogo, donde los alumnos (insertos en ella) puedan ir descubriendo el valor intrínseco de este tipo de intercambio para hacer conocer sus opiniones y puntos de vista. Esta actividad permite hablar del contenido conceptual procedimental "diálogo" a través del diálogo mismo identificando sus condiciones: toda situación de diálogo presenta una cuestión problemática que la estructura y le da sentido; es necesario estar dispuesto a autocorregirse en función de las razones expuestas por algún interlocutor; todos los participantes se encuentran en una posición de igualdad al desarrollar el diálogo.

Desarrollo de la actividad

Usted tendrá que proponer a sus alumnos un juego: tres chicos se vendarán los ojos y luego se les alcanzará un objeto que cada uno podrá palpar parcialmente (por ejemplo, si se trata de un oso de peluche, a uno se le permitirá tocar las orejas; a otro, las patas y a otro, sólo la panza). Cada uno tendrá que decir qué es lo que cree tocar y cuáles son las razones que lo llevan a esa suposición. Y, también, se reconocerá el mérito de aquel chico que logre identificar el objeto. Tenga en cuenta que la elección del objeto es importante: no debe ser un objeto fácilmente reconocible, porque el juego perderá sentido y ya no podrá aprovecharse para los propósitos de la actividad.

Luego, se reiterará el juego con una o dos ternas más de alumnos, siempre con un objeto diferente. Al finalizar el juego, usted incentivará que entre todos los chicos comenten qué cosas observaron y qué fue en cada caso lo que pasó.

Luego de los comentarios, usted deberá relatar a los niños la historia de los tres sabios ciegos que le presentamos a continuación.

Los tres sabios

Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con sólo tocarlas.
Entonces, un día llegó al pueblo un circo que llevaba un gran elefante blanco. Era tan extraordinario que la gente no hacía más que hablar de él. Los tres sabios también quisieron conocer al elefante. Se hicieron conducir hasta el lugar y pidieron permiso para poder tocarlo. Como el animal era muy manso, no hubo ningún inconveniente en que lo hicieran.
El primero de los tres estiró sus manos y le tocó la cabeza. Sintió bajo sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la boca, bastante más pequeña. Este sabio quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a buscar a los otros dos y les dijo: -El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual salen dos grandes lanzas frías y duras.
Cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero era tan alto que no alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió también él contar lo que había aprendido y, entonces, dijo: -El elefante se parece a un gran tambor colocado sobre cuatro gruesas patas y está todo forrado de cuero con el pelo para afuera.
Por último, el tercer sabio agarró al animal justo por la cola. Se colgó de ella y comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto a la bestia le gustaba, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de las risas de todos. Cuando dejó el juego, comentó lo que sabía y, entonces, afirmó: -Yo sé muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa que tiene un pincel en la punta. Sirve para hamacarse. Resulta que cuando volvieron a su casa y comenzaron a conversar entre ellos sobre lo que habían descubierto acerca del elefante no se podían poner de acuerdo y terminaron peleándose.

Cuento tradicional oriental.

Ilustración de los tres sabios y el elefante

Al terminar la narración, usted organizará un diálogo para reflexionar sobre su contenido e intervendrá para plantear algunos interrogantes que dinamicen el intercambio. Algunas preguntas de indagación podrían ser: ¿por qué se pelearon los sabios?, ¿alguno de ellos tenía razón?, ¿si cada sabio describía el animal de acuerdo con una parte y no con la totalidad del animal, por qué pretendían tener toda la razón?, ¿cuál era el problema?, ¿qué les parece que hacía cada uno de ellos mientras los otros daban sus explicaciones?

¿Por qué creen que los sabios no escuchaban con atención a los otros sabios?, ¿por qué ninguno de los tres trató de reconstruir la descripción del elefante teniendo en cuenta las descripciones de los demás?, ¿cómo podrían haber logrado una reconstrucción de la realidad más adecuada?, ser sabio ¿significará saberlo todo?

Luego del intercambio dialogal puede proponer a sus alumnos que imaginen otro final para la historia de los sabios y motivarlos para la tarea nuevamente a partir de preguntas del tipo: ¿qué otra cosa podrían haber hecho?, ¿en qué se parece esta historia a lo que pasó en el juego de las vendas?, ¿recuerdan alguna situación de diálogo donde se dieron cuenta de que estaban equivocados?, ¿pueden contar alguna escena que se acuerden?, ¿qué sucede cuando en un diálogo no se escuchan unos a otros?, ¿para qué sirve escuchar con atención las razones que los otros exponen?, ¿en qué situaciones es necesario dialogar?

Cierre de la actividad

Será muy importante que al finalizar la actividad usted reconstruya con sus alumnos las ideas que se fueron expresando y que enuncie las conclusiones del tema. Además, le sugerimos que incentive a los chicos para que reflexionen sobre los siguientes conceptos:

Sugerencias

Como esta actividad depende del desarrollo incidental de un juego, existe la posibilidad de que no se alcance el propósito inicial o que se vuelva difícil llegar a las ideas deseadas. Si esto llegara a suceder, le recomendamos no forzar las conclusiones, sobre todo, si el recorrido no llevó a los chicos a vivenciarlas.

Por otro lado, cualquier ocasión en la que se presente un intercambio puede ser aprovechada como situación para la práctica del diálogo, si usted, al interesarse por su desarrollo, colabora con los niños en la identificación de la problemática y fomenta la escucha atenta y respetuosa de las intervenciones de cada uno. No obstante, será necesario planificar situaciones específicas como la desarrollada aquí, para asegurar el desarrollo de la capacidad de dialogar.

Ministerio de Educación
Programa Nacional de Innovaciones Educativas