Ilustración: Gustavo Damiani
La propuesta de juegos motores en la escuela no debería perderse a medida que se progresa en los distintos niveles del sistema educativo.
A veces, los adultos infantilizamos el juego y, entonces, al hacerles una propuesta de estas características, nuestros alumnos del Polimodal responden con resistencia por considerarlos "propios de niños" o inadecuados para la edad.
Es cierto que hay juegos que son para los más chicos, pero también es cierto que hay juegos que abarcan una mayor franja de edades y que permiten no sólo favorecer el desarrollo motor de quienes participan en ellos sino, además, propiciar momentos de placer en el alumno y ampliar las posibilidades de socialización con sus pares, entre otras cosas.
La actitud del docente frente a esta cuestión es, a veces, altamente motivadora para la aceptación o la negación de los juegos motores propuestos.
¡Evitemos el pique!
Todos los jugadores están ubicados dentro de una zona delimitada. Uno de ellos lanza una pelota al aire. Todos los demás deben impedir que la pelota caiga al piso golpeándola con cualquier parte del cuerpo, sin tomarla.
Cada golpe a la pelota es un punto para todo el grupo.
Se puede variar el juego de la siguiente forma:
El cazador
Todos los jugadores se ubican en sectores del terreno de juego delimitados. Un jugador es el cazador y tiene en su poder una pelota blanda.
Los demás jugadores se distribuyen dentro de los aros, excepto el cazador. A una señal, todos deben cambiar de posición mientras el cazador, que se desplaza por todo el espacio, trata de tocar con la pelota a cualquiera de sus compañeros.
Si alguno es tocado cuando está fuera del aro, intercambia sus funciones con el cazador.
Ilustración: Gustavo Damiani
Variantes
Pasar la pelota y correr
En un sector de juego de dimensiones similares a una cancha de vóleibol se ubican dos equipos de igual cantidad de jugadores; uno a cada lado de la red o de un elástico que cruza la cancha por el centro.
Se juega con una o más pelotas livianas (según la posibilidad de juego de sus alumnos). El alumno que esté en posesión de la pelota la pasará al otro lado de la red y correrá al sector de juego contrario. La pelota no puede tocar el piso en ningún momento. Si la pelota cae al piso, el jugador que la lanzó no puede cambiar por esa vez de lado.
El objetivo del juego es que todos cambien al sector contrario. El puntaje es individual y se contarán las veces que cada uno ha cambiado de lugar. Gana aquel que lo haya hecho más veces.
Se puede variar el juego condicionando la forma de pasar la pelota, las acciones a realizar antes y después del pase de la misma, etc.
Una creación conjunta
Formar equipos de cuatro o cinco alumnos. Proponerles determinado material (por ejemplo: dos aros, dos sogas y dos pelotas por equipo) para el armado de un juego que se les ocurra. Que lo jueguen y que luego les cuenten a sus compañeros de qué se trata. Podría generar alguna forma de registro de estos juegos para ser propuestos a otros compañeros o para hacerlos evolucionar en otra clase.
Permitir el juego en sus clases generará no sólo mayores posibilidades de desarrollo para sus alumnos sino también una aproximación al mismo con una actitud más abierta y, en definitiva, de un disfrute más libre y pleno.
Es interesante que proponga estas actividades sólo si está convencido de su necesaria inclusión; de otro modo, generará una actitud ambivalente que los alumnos percibirán y esto, en cierto modo, afectará la propuesta.
Los juegos motores son un contenido del área. Jugar por jugar también es un contenido pero planteado para otro nivel. Es importante que tanto los alumnos, los padres y sus colegas, los otros docentes de la escuela, comprendan que ésta es una actividad educativa y que es posible disfrutar y aprender con otros en una situación placentera.
Barbero Álvarez, J. C. Los juegos y deportes alternativos en Educación Física, Revista Digital Lecturas, Educación Física y Deportes, Año 5, Nº 22. 2000. http://www.efdeportes.com/efd22a/altern1.htm