Oír (percibir con el oído los sonidos) no es lo mismo que escuchar (prestar atención a lo que se oye), y escuchar los elementos del lenguaje musical, no implica necesariamente saber identificarlos.

Cuando escuchamos el sonido de una máquina funcionando, la voz de un ser conocido o el chirrido de un animal, identificamos su particularidad. Es decir, en general sabemos de qué sonido se trata, y lo hacemos porque registramos sus cualidades. Aun cuando no nos demos cuenta y no sepamos claramente cuáles son, reconocemos los sonidos que nos son familiares (y también aquellos que no lo son tanto) al escuchar sus atributos sonoros (altura, intensidad, timbre, duración, textura). Lo mismo ocurre cuando apreciamos la música, percibimos los elementos que constituyen su lenguaje aunque tal vez no podamos identificarlos.

El propósito de esta actividad es entrenar nuestro modo de escuchar, y desarrollar la habilidad de conocer e identificar los componentes del sonido.

Contenidos

Propuestas de trabajo

Los colores de las voces

Para iniciar la exploración de los atributos del sonido, recomendamos comenzar con la voz. Proponemos elegir entre los alumnos a cuatro chicos y chicas que se caractericen por tener voces marcadamente diferentes. Puede pedirles que, de a uno por vez, repitan la misma palabra. El resto de la clase podrá tener los ojos cerrados mientras sus compañeros pronuncian el término elegido. Luego, puede preguntarles si reconocieron por medio de las voces a quienes hablaron, ¿por qué creen que pueden hacerlo?, ¿son distintas la voces de los cuatro?, ¿en qué, cómo? Sugiérales que describan las diferencias. Mientras que seguramente les resultará muy sencillo identificar auditivamente a sus compañeros, probablemente les será complejo expresar con palabras por qué lo pudieron hacer.

Comparando los colores de las voces, podrá introducirlos en ese particular atributo del sonido que nos permite discriminar las voces y los distintos instrumentos: timbre es el color del sonido. Al igual ocurre con las voces, cada instrumento tiene un color distintivo.

Si, por ejemplo, un fagot y un oboe tocan una nota de igual altura, intensidad y duración, los distinguiremos por su timbre característico. Es decir, "si una trompeta, un clarinete y un violín tocan la misma nota, es en el elemento tímbrico donde reside la clave de la trompeticidad, la clareneticidad y la violinicidad".1

Podrá continuar y profundizar esta actividad haciendo que los chicos escuchen la sonoridad particular de los diversos instrumentos. Por ejemplo, violín, flauta, piano, violonchelo, clarinete, trompeta, guitarra, quena, triángulo, tamtam, tambor, timbal, arpa, gaita, etc. Se sugiere que organice en la medida de las posibilidades y recursos a su alcance una muestra variada y rica, incluyendo instrumentos pertenecientes a distintos géneros (folclore, rock, clásico), períodos y culturas.

Armando un repertorio de sonidos: alturas, duraciones e intensidades

Así como el timbre nos permite diferenciar las voces de las personas, una flauta de un fagot, y la sirena de una ambulancia de la de un barco, otras cualidades del sonido como la altura, duración e intensidad son asimismo elementos constitutivos del lenguaje musical.

Puede dividir a la clase en tres grupos y proponerle a los chicos que armen un repertorio con distintos sonidos. Utilizando sus voces y los objetos y materiales del aula, cada equipo deberá generar sonidos para coleccionar una cualidad particular: el primero juntará sonidos de diferentes alturas, el segundo con distintas duraciones, y el último con diversas intensidades. usted podrá mostrarles al comienzo un ejemplo de cada caso: un sonido agudo y otro grave, uno largo y otro breve, y uno fuerte y otro suave. La idea es que los chicos se familiaricen con estos atributos y que busquen conseguir variantes dentro de los extremos opuestos, es decir, entre un sonido muy fuerte y otro casi inaudible hay una larguísima gama de calidades dinámicas (incluyendo los "crescendos" y "diminuendos" -aumento y disminución del volumen) que ellos podrán descubrir y producir para ampliar su colección. Durante el desarrollo de la actividad, podrá acercarse a ver cómo trabaja cada equipo y, cuando fuera necesario, aportar sugerencias para enriquecer la variedad.

En una puesta en común, cada grupo presentará su repertorio. Con el propósito de ejercitar la imitación y producción de sonidos con diferentes alturas, duraciones e intensidades, la demostración de cada el equipo compartiendo su colección. podrá ser sucedida por un espacio en el que el resto de la clase imite y produzca los sonidos del repertorio presentado.

Una voz, muchas voces

Para introducirlos en la idea de textura, se sugiere que trabaje con el texto de una canción conocida por todos. Un modo sencillo y claro de presentarlo, es cantar la canción alternando en la interpretación su voz con la de la clase. Es decir, todos juntos podrán entonar la primera estrofa, y luego usted la segunda; todos la siguiente, y usted la cuarta. De esta manera, los alumnos podrán reconocer la monofonía (una sola línea melódica, sin partes adicionales o acompañamiento) del maestro o maestra y el unísono (varias voces o instrumentos que ejecutan simultáneamente la misma línea melódica) de la clase. Registrarán así la diferencia textural que se produce cuando un solista y un conjunto se alternan en la interpretación de una misma línea melódica.

Identificar y agrupar

La idea ahora es que los chicos puedan clasificar lo escuchado según los criterios aprendidos. Podrá armar un repertorio en el que se incluyan ejemplos de timbres (vocal o instrumental, y, en el segundo caso, distintos familias de instrumentos o agrupaciones -orquesta, coro, banda), intensidad (podría seleccionar en función de dos variables: suave y fuerte) y textura ( unísono de una o varias voces)2 Los alumnos deberán escuchar las obras, reconocer y discriminar sus elementos y armar "familias" según sus rasgos definitorios. Es importante que usted especifique para cada grupo de ejemplos qué criterio deben considerar para clasificarlos. Por orden, los chicos podrán asociar lo percibido en función de la intensidad, la textura o el timbre.

1. Schaefer, R. Murray, La limpieza de oídos. Ricordi Americana, Buenos Aires, 1998.

2. Para recopilar material musical usted podrá seleccionar entre discos o casetes que tenga a su disposición, o bien grabar segmentos de la radio que sirvan para ejemplificar los contenidos abordados.