Borges, de Adolfo Bioy Casares
Domingo, 30 de junio de 1963. Conversación con Borges referida
por Bioy Casares. “Le cuento [a Borges] que mi hija
Marta y un amiguito se describían minuciosa, prolijamente sus
respectivos muñecos, que tenían delante. ‘El tuyo es más alto.’ ‘Bueno,
por las orejas de conejo’, etcétera. Y agrego que tal vez alguien podría
escribir un libro dedicado a la descripción de un objeto muy simple. Le
gusta la idea y dice: ‘Al autor le llegó la inspiración una mañana, en
su Périgod natal, cuando entró en la herrería. Mejor que el autor sea
belga. Después de describir los objetos, los destruye ante escribano
público, no se sabe por qué. O el lector puede solicitarlos, y los
recibirá a vuelta de correo. El prologuista insiste en que esas
descripciones carecen de valor científico o estético. No, el autor no se
propone eso. No se sabe por qué ya está escribiendo veinte volúmenes de
descripciones así. Es una máquina estúpida. Señalar que el resultado es
tedioso resulta importante. El autor no se propone entretener a nadie.
Ha suprimido uno de sus libros –el que describía una llave– porque
descubrió después que ese objeto sugería o podía sugerir recuerdos,
emociones. Él busca la descripción en sí; por ejemplo, la que permite el
mango de un martillo’. Dice que deberíamos escribir el prólogo a la obra
de ese autor”. Martes, 2 de julio de 1963. “Empezamos
a escribir el cuento. Inconteniblemente, Borges propende a la burla
desaforada.” Domingo, 27 de octubre de 1963.
“Come en casa Borges. Trabajamos en el cuento de Bonavena; lo
concluimos; lo reescribimos hasta la mitad. BORGES: ‘En Francia verán el
cuento como una sátira contra Robbe-Grillet y todos ellos. Bueno, un
poco lo es… Además, ya que reconocen en nosotros a sus padres, tendrán
su merecido’.” Domingo, 24 de noviembre de 1963.
“Como en casa Borges. Escribimos el cuento de Lambkin Formento:
Borges propenso a un lenguaje excesivamente burlesco; yo, frenándolo.
Propone, en broma, que en nuestro libro de notas sobre literatura
imaginaria (Bonavena, Pladión, Lambkin Formento y los que vendrán)
incluyamos un estudio en serio sobre algún aspecto de la obra de
Larreta. Dice que la doble gracia de nuestros cuentos consiste en que
‘las ocurrencias de estos idiotas están referidas y analizadas por otros
idiotas, que las admiran’.”