Chicos jugando a la pelota
Ilustración: Gustavo Damiani

Distinguir entre los medios y los fines de la acción humana nos lleva a relacionarlos con las intenciones y con una estimación de las presumibles consecuencias de cada una de esas acciones. La acción humana no es enteramente instintiva ni enteramente mecánica. Ella supone un grado relevante de libertad de elección entre una variedad significativa de respuestas y, también, un grado relevante de libertad de creación. Los fines de la acción humana se vinculan con las intenciones de las diferentes personas y adquieren la forma de finalidades, objetivos o metas. Así podemos distinguir niveles de relación entre medios y fines. Hay un nivel biológico, uno instrumental y otro propiamente moral, según se trate de comportamientos fisiológicos, de operaciones técnicas o de conductas que carecen de predeterminación o necesidad, respectivamente. Como en el nivel moral no se puede contar con consecuencias predecibles sino con consecuencias que sólo son presumibles, esto implica que el sujeto de la acción posee una responsabilidad directa sobre esas consecuencias. Por lo tanto, su convicción con respecto a valores y normas morales no puede eludir esa responsabilidad ni desconsiderar el contexto y los resultados posibles de sus acciones.

El contexto del que hablamos está constituido por personas. Es decir que es un contexto social. Y los resultados del accionar de cada sujeto afectan a esas personas -o a la sociedad-. Al realizar nuestras acciones entonces no debemos considerar a las personas como cosas y eso significa que no debemos utilizarlas como instrumentos. Es por esto que decimos que no es moralmente correcto usar o manipular a nuestros semejantes.

Propósito

Mediante esta actividad se buscará que los alumnos identifiquen y distingan, dentro de la variedad de acciones humanas, las posibles relaciones entre los medios y los fines. Además, se incentivará la reflexión sobre la dimensión moral de algunas de sus acciones y sobre los modos en que nuestro accionar puede afectar a los otros. Por último, será preciso intentar que los niños adviertan la distancia que existe, en algunos casos, entre aquello que nos proponemos lograr y los resultados concretos de nuestra acción.

Desarrollo de la actividad

A continuación le presentamos una historia para que usted narre a sus alumnos (si lo prefiere, podrá escoger, para desarrollar la actividad, otro caso que presente características similares). A medida que transcurra el relato, usted irá deteniendo su exposición cada vez que alguno de los personajes tome una decisión respecto de algo. En este momento, le sugerimos intervenir y plantear interrogantes a los niños, para guiarlos, motivar su reflexión y facilitar el intercambio de ideas.

El regalo de cumpleaños

Guillermo y Ernesto son amigos desde primer grado. Faltan pocos días para el cumpleaños de Ernesto y él dice que no quiere a hacer "ninguna fiesta, ni nada". Dice, piensa Guillermo. Lo que pasa es que el papá de Ernesto está sin trabajo y lo que gana la mamá apenas les alcanza para todos los días. Pero Guillermo piensa que una fiesta chiquita no es ningún lujo. "Podría ser en la escuela. Nada del otro mundo. Un festejo cortito, en el recreo." La mamá trae la torta con las velitas. Nosotros traemos algunos regalos (aunque sea algo de esas casas que venden todo por dos pesos). La maestra prende las velitas. Le cantamos "feliz en tu día que te pise un tranvía". Ernesto sopla. Las velitas se apagan. Aplaudimos. Él abre sus regalitos y todos felices y todo barato y en un ratito. Pero habría que hablar con la maestra, con la mamá de Ernesto, con los compañeros. Mucho lío. Y a lo mejor nadie quiere meterse en armar nada. Al final: ni torta, ni velitas, ni regalos de dos pesos... Mientras vuelve a su casa, pateando una lata, a Guillermo se le ocurre que lo que más le gustaría a Ernesto sería una pelota. Una pelota de fútbol. Una pelota de fútbol de verdad. De cuero. Como la de Apichafuocco que, encima, está firmada por Ángel Rojas, que dicen que era como Maradona. Guillermo se entusiasma y piensa que sería fabuloso, porque también sería una alegría para el papá de Ernesto (que admira a Ángel Rojas), le podría levantar el ánimo y, en una de esas, hasta consigue trabajo. Apichafuocco está en el otro quinto, pero es del barrio. Guillermo piensa que si Apichafuocco juega cuando hay partido en la plaza es porque lleva la pelota. En cambio, Ernesto juega porque sabe. La sabe llevar, hace gambetas increíbles, es capaz de pasar a más de cuatro de una vez pero no se la guarda, no pierde de vista a los compañeros y se la sirve en bandeja al que mete el gol. Por lo tanto... concluye Guillermo, es Ernesto el que se merece esa pelota. Además, Apichafuocco la puede perder y no sería ningún drama. Los papis le comprarían otra y se la harían firmar por Maradona. El domingo, entonces... en la plaza. Cuando la dejen tirada entre los buzos y se vayan al quiosco. Total... cualquiera de los pibitos de la esquina, por un chocolate, la saca y se la trae. Y eso es lo que pasa. El lunes, la pelota ya está en una caja, debajo de la cama de Guillermo. Y el día de su cumpleaños, ahí nomás en la vereda, junto con Cacho, Julián, Pedro y Federico, Ernesto abre la caja. Los ojos le brillan de alegría. Dice: "¡Qué bárbaro, Rojitas! ¡Cuándo se la muestre al viejo!". Y ahí nomás la hace picar y arman un jueguito. Un jueguito lleno de risas y malabarismos. Si hasta les parecía oír las ovaciones de una tribuna. Éste sí que es un cumpleaños de verdad, no esa tontería donde se apagan velitas. Y la vereda es una fiesta, un jueguito de lujo, libre, feliz, eterno. Hasta que la ven... parada, mirándolos... La mamá de Apichafuocco, sin moverse, sin gritar, les dice que esa pelota es de Dani. No les pregunta si es, lo afirma. No le preguntan cómo sabe. No le dicen que todas las pelotas de fútbol se parecen mucho y que algunas son casi igualitas. No. Ernesto mira a Guillermo un rato y después dice que se la encontraron en la plaza el otro día. Guillermo dice que él es el que se la encontró, el domingo, y que se la regaló a Ernesto porque es el cumpleaños. "Bueno -dice la mamá de Apichafuocco-, es una suerte que la hayan encontrado. Y es una lástima que me la tenga que llevar. Pero es de mi hijo." Se nota que la mamá de Apichafuocco está enojada, pero a Guillermo le parece que también está triste.

A continuación, le presentamos algunas de las preguntas que usted podrá ir planteando a sus alumnos mientras avanza el relato: es evidente que Ernesto no quiere hacer una fiesta de cumpleaños, ¿cuál les parece que es el motivo?, ¿ustedes piensan que Ernesto estaba obligado a no hacer una fiesta de cumpleaños?, ¿qué les parece que podría hacer si quisiera festejar su cumpleaños?, ¿qué sentirían si estuvieran en el lugar de Ernesto?, ¿qué opinan de esa ocurrencia de Guillermo de celebrar el cumpleaños de Ernesto en la escuela?, ¿por qué será que la descarta?, ¿qué piensan de esta actitud de Guillermo?, ¿qué piensan de la segunda ocurrencia de Guillermo?, ¿se podría llevar a cabo de otro modo?

A partir de que el protagonista toma la decisión de robar la pelota de Apichafuocco, usted podría plantear preguntas como las siguientes: ¿cuáles son los motivos que tiene Guillermo para llevar a cabo su plan?, ¿cuáles son los medios que utiliza?, ¿cómo creen que afecta a Apichafuocco el plan de Guillermo? Si Guillermo tuviera una imagen distinta de Apichafuocco, ¿piensan que cambiaría su plan?, ¿cómo trata Guillermo a los "pibitos"?, ¿qué opinan ustedes de ese trato?

Más tarde, cuando el relato avance hasta la aparición de la mamá de Apichafuocco, le sugerimos otro conjunto de interrogantes para fomentar el diálogo: ¿qué piensan de la forma de actuar de la mamá de Apichafuocco? Acaso, ¿podría haber actuado de otro modo?, ¿qué opinan sobre las actitudes que tienen Ernesto y Guillermo en ese momento? Si Guillermo no hubiese sido descubierto, ¿cambiaría la opinión de ustedes sobre su acción?, ¿qué consecuencias puede tener la acción de Guillermo?, ¿qué efectos podría tener esa acción sobre la amistad entre Guillermo y Ernesto?, ¿les parece que la intención de Guillermo justifica su plan?, ¿les parece que Guillermo se encontró con algunos resultados que no deseaba?, ¿ustedes creen que los resultados eran previsibles?, ¿piensan que Guillermo es responsable de esos resultados? ¿Qué otra cosa se les ocurre a ustedes que, en una situación semejante, se podría haber hecho?

Cierre de la actividad

Finalmente, le sugerimos que reparta entre los alumnos hojas en blanco y lápices de colores, para que cada uno de ellos reconstruya la historia escuchada mediante una ilustración o una secuencia de dibujos dispuestos en una historieta. Pídales que, sin perder de vista la narración inicial, construyan otra que incluya las diferentes decisiones que se fueron atribuyendo a los personajes a partir de las preguntas y las respuestas que entre todos fueron formulando a lo largo de la actividad y que atiendan especialmente a los planteos de sus compañeros. Cuando los chicos hayan terminado sus dibujos o historietas, disponga en una cartelera una ilustración de un árbol y pegue en sus ramas las diferentes producciones, dejando libre la zona del tronco, pues allí deberá ubicar la narración original que dio origen a toda la reflexión y las tareas

Sugerencias

Tanto el recurso de la narración como el de la producción de historietas pueden variarse. Un video corto o una parte seleccionada de un video que presente historias pertinentes para la actividad puede reemplazar la narración oral. Recordar anécdotas sobre historias semejantes (vividas, oídas o vistas en el cine o la televisión) también puede reemplazar -o sumarse- a la narración propuesta.