Adaptado de Raúl Belluccia (2005), ¿Qué hacen los diseñadores cuando diseñan?.

Tomado el 14 de julio de 2005

En "Los proyectos son un problema del diseño" afirmo que problematizar una solución conocida (es decir, con conocimiento elaborado y para transmitir) es diferente que resolver un problema desconocido para el cual son escasas las referencias y muchos los condicionantes. Este tipo de problema -instalado en la descripción de un contexto de problemas- es el que presenta un (des)organizador, cuando propone actividades educativas estructuradas en torno a ideas antes que a lineamientos establecidos en una consigna de trabajo.

Un (des)organizador es una situación simulada en la que la visión personal (o de grupo), además de los factores técnicos, determina las soluciones posibles, asume la complejidad social sin reducirse al planteo técnico y avanza en la adquisición de conocimientos tecnológicos descriptivos, formalizados en términos de modelos y teorías. Elaborarlo supone diseñar actividades de educación técnico-tecnológica organizando los contenidos a partir de las limitaciones o las posibilidades que genera el contexto del problema y desplegar los conocimientos técnicos y científicos necesarios para resolverlo.

El (des)organizador narra una situación problema que -para encaminarse hacia una solución- avanza más allá de los contenidos, apelando a las capacidades. Esta forma de presentación desorganiza la estructura de prejuicios, secuencias, algoritmos y rutinas de actuación que las personas utilizamos para vincularnos con la realidad homologando las situaciones nuevas a casos pasados y conocidos, y organiza estructuras conceptuales, ideas y aprendizajes orientando el pensamiento al caso específico.

Aun siendo una propuesta propia, se impone reconocer que es, como mínimo, incómoda, y como máximo, trabajosa, porque va a contramano de la tendencia que nos lleva a operar con modelos que garantizan seguridad y certeza, y que hace que los contenidos cierren.

"La mente humana tiene una fuerte inclinación a producir sistemas inmensamente detallados, que sólo se convalidan por la forma perfecta en que sus componentes encajan entre sí."

De Bono, Edward. El pensamiento práctico. Buenos Aires: Paidos, 1992.

Las dificultades de esta forma de trabajo en ámbitos educativos (donde todo parece tener una explicación previa) y en la educación técnico-tecnológica (donde todo parece tener un procedimiento establecido) son numerosas. A primera vista, los contenidos no cierran, pero sobre todo no cierran con la lógica de la planificación escolar. La propuesta en cambio es abrir los contenidos, sobre la base de un marco general con pocas reglas, que invita a crear las propias, sin perder de vista el resultado, y que promueve en quien aprende la capacidad de analizar y actuar sobre situaciones complejas, antes que aplicar fórmulas conocidas.

"Si sólo contamos con una explicación vaga, entonces nos esforzamos por mejorarla y estamos abiertos a nuevas ideas. Si tenemos una explicación detallada y aparentemente completa, todo lo que buscamos es preservarla y defenderla."

De Bono, Edward. El pensamiento práctico. Buenos Aires: Paidos, 1992.

La lectura preliminar de "El (des)organizador. La forma no me gusta" proporciona el primer encuadre para la descripción que se realiza más abajo.

Los conjuntos borrosos

De su lectura surge claramente que la situación es difusa, los datos son imprecisos, los resultados son exigentes, los plazos son inflexibles; los recursos, escasos, y las consecuencias, inapelables. En síntesis, contiene casi todos los aspectos de una situación real, a la que procura aproximarse, pero con la ventaja del contexto educativo que brinda la posibilidad de evitar algunas de las consecuencias. En términos de enseñanza y de aprendizaje, algunas de las posibilidades que ofrece son las siguientes:

(Denotar: Indicar en sentido primario, básico y ausente de subjetividad. Connotar: Añadir a la palabra un significado distinto al suyo propio, literal y estricto, agregándole uno de tipo expresivo o apelativo.)

Tenue delimitación del terreno

La estrategia de trabajo que aquí se propone es poco novedosa. La casuística ya se utilizaba dentro de la filosofía escolástica medieval para resolver problemas religiosos o morales, aunque dejaba de lado la situación social o psicológica involucrada. Como técnica dedicada a la enseñanza, comenzó a desarrollarse desde principios del siglo pasado en la Universidad de Harvard, en el área del Derecho. Sus modelos principales son tres:

  1. El que busca el conocimiento y la comprensión de los procesos de diagnóstico e intervención, los recursos utilizados, las técnicas empleadas y los resultados obtenidos. Muestra situaciones resueltas por especialistas y las somete a proceso de análisis y discusión.
  2. El que procura enseñar la aplicación de normas legales a casos específicos. Se basa en la aplicación del pensamiento deductivo en función de la estructura legal.
  3. El que pretende desarrollar capacidades para resolver situaciones que, si bien requieren de aportes de conocimientos específicos, exigen atender a la singularidad y la complejidad de contextos específicos, la subjetividad personal y las interacciones que determinan el escenario (complejo, cambiante) donde se desarrolla la situación y que, por lo tanto, ofrece la posibilidad de generar varias respuestas acertadas y viables

El (des)organizador se basa en este tercer modelo de la técnica de casos e incluye en la narración ingredientes de la teoría de juegos para conformar la situación simulada.

En la cocina

Algunas condiciones para elaborar un (des)organizador de trabajo

Como se trata de una metodología no transmisible requiere del docente algunas condiciones personales específicas. Algunas de ellas son:

Si usted es partidario de la lección como método exclusivo y excluyente, si le agrada sentarse y leer despaciosamente un libro para que los demás copien el texto, si considera que a los alumnos hay que darles conocimientos para que aprendan? este menú está lejos de sus apetencias.

En la cocina de la redacción del (des)organizador

Identifique las competencias que aspira a desarrollar en el grupo de trabajo. Tome un hecho de la vida real, quítele los detalles de identificación, agréguele su imaginación y fantasía. Mezcle. Cocínelo por varias horas. Escríbalo. Deje reposar. Relea. Quite los sobrantes, agregue los faltantes. Cocine un tiempo más en horno suave.

Asegúrese de que sobre la mesada tenga a mano los siguientes ingredientes:

Los condimentos que no pueden faltar:

Lo que hay que quitar de la mesada:

Prueba cautelosa del (des)organizador:

Valide la situación en la realidad, sométala a discusión en un grupo de trabajo. Seguramente, el análisis conjunto desde diferentes perspectivas pondrá de manifiesto alguna de estas situaciones:

Adecue al grupo de aprendizaje a que va dirigido. Sirva en hojas A4. Aténgase a las consecuencias.

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