La sala de Jardín de Infantes puede constituirse en una comunidad de lectores, un lugar donde existan
espacios sistemáticos de interacción entre alumnos, docentes y materiales de lectura. A través
de estos espacios se busca que los niños tengan múltiples oportunidades de interacción con
diversidad de géneros y subgéneros, autores, ilustradores, colecciones, editoriales, etc.
También son espacios donde circulan comentarios y recomendaciones entre los alumnos y el docente y de los
alumnos entre sí, con el propósito de profundizar y ampliar los horizontes de los pequeños
lectores.
Al generar momentos de encuentro de los niños con los libros, se facilita que los pequeños vayan
construyendo una manera personal y, al mismo tiempo, compartida de vincularse con los textos. Cuanto más
pequeños son los niños, más necesario resulta poner en evidencia la preparación de un
ambiente especial para la lectura. De este modo, progresivamente, serán capaces de procurarse espacios
personales con los libros.1 Al finalizar cada situación, se solicita la colaboración de los
niños para ordenar los libros. Para esta tarea pueden designarse parejas de alumnos que oficien de
bibliotecarios y que -ayudados por su docente- organicen los libros en la biblioteca de la sala o los lleven a la
biblioteca del jardín. Se trata de que puedan asumir responsabilidades ligadas al cuidado de estos bienes
culturales.
Algunas situaciones e intervenciones posibles2
Exploración e intercambio
Proponer a los alumnos sentarse en ronda una vez que el docente haya seleccionado entre los
libros de la biblioteca -de sala o institucional- una cantidad más o menos equivalente al número de
alumnos presentes.3 Es conveniente colocar los libros con la portada hacia arriba, si es posible sobre una
alfombra o mesa previamente preparada. La docente va nombrando los libros e indicando algunos datos, cuidando que la
situación no se torne rígida. Este momento tiene el propósito de poner a los niños en
contacto con títulos, autores, ilustradores, editoriales. En los grupos de niños más
pequeños se podrían nombrar dos o tres títulos en cada sesión de intercambio e ir
nombrando algunos nuevos cada vez que se reitere la situación.
- Proponer a los alumnos que cada uno solicite un libro para explorar y/o leer individualmente.
Es deseable que los niños se acostumbren paulatinamente a pedir los libros por su título. Es
frecuente que los soliciten indicando el color o el tamaño de su portada, algún personaje dibujado en
la tapa o simplemente señalándolos; ejemplo: "Dame ése...", "Yo quiero el
rojo...", "Dame el de los conejitos...". Al solicitarlos por su título o parte de él,
tienen oportunidad de ir conociendo datos que les permitan establecer relaciones más ricas en torno a los
libros con los que se vinculan. Ejemplo: "Éste es de Federico porque es parecido al de Federico y
el mar...", "... los de Tomasito son de Graciela Cabal, ¿cuántos hay de
Tomasito?...". También suele suceder que los alumnos intenten reproducir el título correcto del
libro y omitan o distorsionen algún detalle. En estos casos el docente puede valorar el intento y nombrar
correctamente el libro al entregárselo. Ejemplo: "Yo quiero el de Federico no quiere prestar las
cosas" (por Federico no presta). "Bueno, Sofía, ahora te alcanzo Federico no
presta". En otros casos los alumnos solicitan un libro por su título correcto o aproximado y la
docente, mencionando el título que corresponde, pide a otro compañero que lo identifique y se lo
entregue. Ejemplo: "Ramiro quiere el libro Nuestro planeta Tierra... Juan Manuel
¿podrías entregárselo?...". De este modo la docente multiplica las ocasiones de los
alumnos para pensar sobre cantidad y variedad de libros centrándose en sus diferentes formas de
identificación: los títulos, los autores, las colecciones, etc. Al hacerlo, también pone en
uso el lenguaje que se escribe dado que los títulos tienen una formulación especial tanto desde lo
textual -proporciona indicios acerca del tema del libro y se enuncia con construcciones más o menos
previsibles- como desde lo tipográfico -el tamaño y forma de sus letras en la portada-. Al mismo
tiempo, la reflexión sobre formas estables de escritura -títulos de libros, nombres de autores,
ilustradores, colecciones, editoriales- ofrecen información altamente previsible que se puede utilizar en
otros momentos; por ejemplo : "¿Con cuál va 'ferretería'?, ¿Con la de
Federico? Fijáte en la biblioteca que está 'Federico y el mar'".
- Invitar a los alumnos a mirar, interpretar y/o leer individualmente el libro elegido, en
silencio y en una postura cómoda durante unos minutos. Se trata de que los niños experimenten un
momento personal en el que puedan desplegar sus posibilidades de acceso al libro. Unos pueden optar por hojearlo
centrando su atención en algunas imágenes o pasajes. Otros intentan interpretar y narran para
sí mismos en voz baja señalando con el dedo una posible vinculación entre partes dichas y
partes escritas. Algunos pueden leer algunos fragmentos y a partir de ellos reconstruir el sentido global de la
historia. Todos son intentos de construcción de sentido, algunos previos a la lectura convencional y otros
más cercanos a las formas utilizadas por los lectores adultos. En esta situación el docente
también lee en silencio de manera individual frente a los niños, mostrando una manera de preservar un
momento de intimidad con el libro. Participar de una comunidad de lectores significa, entre otras cosas, adoptar
comportamientos de lector que faciliten una experiencia emocional e intelectual con los libros. Cada lector
deberá buscar sus propias maneras de establecer esa experiencia, pero no la construye solo, lo hace con
otros con quienes comparte tiempos y espacios de lectura. El jardín y después la escuela pueden
proveer ocasiones para que la misma se genere en quienes la desconocen y se profundice en quienes ya la
experimentan desde temprana edad.
- Proponer a los alumnos juntarse en parejas para compartir la exploración y/o lectura de un texto
elegido. Se trata de una primera instancia de intercambio de narraciones, opiniones o señalamientos
acerca de los aspectos de los libros que les hayan llamado la atención. En ocasiones los alumnos se narran
entre sí tomando las ilustraciones como base para elaborar su versión de la historia, en otras,
conocen además su título y utilizan este saber para crear un relato más cercano a la historia
que se cuenta. A veces entre los dos van reconstruyendo una historia que en otra ocasión les ha sido
leída. De esta forma enriquecen sus apreciaciones personales y tiene posibilidad de compartir las propias.
El docente puede sugerir que cuando compartan los materiales explorados y/o leídos lo hagan
"contándolo como si lo estuvieran leyendo". De ese modo se propicia que los alumnos se esfuercen
por adecuar su relato al lenguaje que se escribe. Una manera de aprenderlo antes de poder leerlo y/o producirlo
convencionalmente.
- Volver a reunirse en ronda y abrir un espacio de opinión con el grupo total sobre los textos
explorados y/o leídos. En este caso el docente también incluye sus comentarios personales,
que pueden ser informales o recomendaciones más elaboradas. El intercambio entre todos los alumnos crea
condiciones para la circulación de efectos, opiniones, títulos, autores e ilustradores en cantidad y
variedad. En cada ocasión el docente podrá leer fragmentos de materiales a solicitud de sus alumnos o
por propia iniciativa, generando de este modo deseo o curiosidad en torno a los materiales recomendados.
El maestro lee y/o narra cuentos
- Destinar y organizar parte del tiempo didáctico a la lectura y/o narración de historias a los
niños es una tradición en el jardín de infantes. De esa forma los pequeños acceden a
una multiplicidad de mundos posibles gracias a que el docente "presta su tiempo y su voz" a los
personajes de las historias y "... sólo en ese tiempo el cuento vive". Graciela Montes plantea que
lo importante no son los cuentos o las novelas en sí mismas sino las consecuencias que trae habitarlas. A
partir de este modelo lector los niños serán capaces después de prestar su tiempo y su voz
interior a las historias. La lectura y la narración tienen fuertes vínculos entre sí porque
"inauguran el contar como la llave para ir de visita a esos mundos... El acto de contar enseña a entrar
y salir de la ficción. Ambos -el cuento y el contar- son solidarios, se
necesitan...".4
Tanto en el caso de la lectura como de la narración es importante que el docente prepare el momento como una
ocasión especial y pueda adecuar el tono de voz y sus gestos a los diferentes personajes y momentos de las
historias, transmitiendo estados de ánimo y climas que permitan a los niños elaborar
imágenes.
Hay ocasiones en las que es más propicio narrar porque se trata de historias de tradición oral como
los cuentos populares, las leyendas o los cuentos tradicionales sobre los cuales abundan múltiples
versiones. Otras historias ofrecen a los niños una manera particular de utilizar las palabras o poseen un
ritmo interno difícil de reconstruir si no se las lee tal cual fueron escritas. Tanto escuchar leer como
escuchar narrar brindan ocasión a los niños de apreciar diferentes aspectos de las historias y es
crucial la presencia de ambas prácticas durante el año escolar.
Después de la lectura y/o narración se pueden alternar diferentes momentos. En algunas ocasiones es
fundamental que se preserve un momento de silencio e intimidad con la historia escuchada. Estas producen
sensaciones muy primarias sobre lo que se añora, se teme, se desea... efectos diversos en distintos
niños. Se trata de abrir un espacio para hacer silencio y dejar que el cuento viva mientras se lo habita. En
otras ocasiones es posible abrir un espacio de intercambio en el cual los niños puedan expresar el efecto
que el cuento les produjo, formular preguntas que lleven al docente a releer fragmentos para corroborar diferencias
de interpretación ("Niño: -¿Quién dijo que las brujas nunca se ponen tristes?
¿Te acordás de la parte en la que no sabía qué hacer con su gato? Docente: -Voy a leer
esa parte para saber si es cierto que la bruja estaba triste"), solicitar la vuelta al texto para revivir
alguna escena ("Leé de nuevo la parte en que la bruja dice las palabras mágicas"). En este
espacio los niños pueden plantear dudas, opiniones, preguntas, argumentos para defender una posición,
etc. Al hacerlo, hay ocasiones para que el docente confronte las apreciaciones de los niños con partes del
texto, facilitando el ajuste en la construcción del sentido. En este intercambio también es
importante la opinión del docente, sus contraargumentos ("Ustedes dicen que la bruja es el único
personaje que se pone triste en la historia, pero ¿qué habrá sentido el gato cuando la bruja
lo puso multicolor?), la indicación de búsqueda de pistas en el texto ("¿En qué
parte del cuento les parece que habla de la tristeza del gato?").
Cada una de estas intervenciones facilita una comprensión e interpretación más profunda de la
historia.
1. Graciela Montes -refiriéndose a la vinculación entre lectura y juego- dice: "Una puerta. La
ocasión. Un lugar y un tiempo propicios... Y no sólo el espacio en el espacio sino el espacio en el
tiempo. El lapso. Una cierta hora vacía. Un blanco en el sucederse de los acontecimientos... un tiempo de otro
orden... Un lugar y un tiempo que se abren como hueco para dar ocasión al juego, y cierta extrañeza,
cierta inquietud, como de quien va a entrar en territorios desconocidos." "Juegos para la lectura" en
La frontera indómita, Fondo de Cultura Económica, México, 1999, págs. 35 a
37.
2. El orden de presentación de estas propuestas no supone progresión en el orden de
presentación de las situaciones en la sala.
3. La razón de esta indicación tiene que ver con dar posibilidades de exploración individual.
Si no se cuenta con materiales suficientes es posible proponer una exploración por parejas. En los casos en
que los materiales de lectura son mayores que el número de alumnos se sugiere seleccionar para que no se
genere una interacción excitante que resulte contraproducente con el clima de intimidad que se pretende
lograr.
4. Graciela Montes, op. cit.
Sugerencias didácticas
En la actualidad no cabe ninguna duda acerca de la importancia de la experiencia directa en la enseñanza de
contenidos en el Nivel Inicial. También es cierto que dicha estrategia no es suficiente: se requiere,
además, la oportunidad de introducir a los niños en el mundo de la palabra escrita y de la imagen. Esto
no implica bajo ningún aspecto que la imagen reemplazará la posibilidad de observación directa,
de manipular la realidad a través de las operaciones de comparación, diferenciación,
descripción, verbalización, establecimiento de relaciones, entre muchas otras. Tampoco indica que la
utilización de la palabra escrita comporte asumir la responsabilidad de enseñarle a los chicos en el
jardín de infantes a leer y a escribir.
Por un lado, el trabajo con imágenes permite trabajar aspectos que se vinculan al conocimiento y a la
representación de espacios y tiempos diferentes a los de la realidad habitual de los niños. A partir de
la observación y descripción exhaustiva de las imágenes los niños acceden al conocimiento
de otras realidades o a transformar una porción de realidad en objeto de estudio.
Por otro lado, las oportunidades de contacto con la palabra escrita que se presenten permitirán introducir
a los niños en la cultura letrada y en la conciencia de que la escritura y la lectura tienen una
función comunicativa tanto en la vida social como en la escolar. Es importante entonces valorizar los espacios
de intercambio de ideas e informaciones, de opiniones acerca de los textos leídos, de lectura de cuentos,
leyendas, poesías, recetas de cocina, notas, y, además, remitir e interpretar comunicaciones
epistolares con otros niños o grupos. Esto les permitirá construir la propia voz en los contextos
colectivos y paulatinamente ir adquiriendo seguridad personal tanto en la argumentación como en la
fundamentación de los propios puntos de vista, aunque sin duda éstos son logros que se
apreciarán en los niños y las niñas mucho más adelante.
La lectura de imágenes contribuirá también a que los niños enfrenten el desafío
de interpretar determinadas situaciones cercanas o lejanas en el espacio y en el tiempo, y comprendan el lugar activo
que cada uno tiene en estas acciones. Dicha tarea les permitirá también construir opiniones y
defenderlas, así como poner en común diferentes puntos de vista, como producto del trabajo grupal y de
la reflexión individual, con el fin de establecer conclusiones como acción necesaria para ir ampliando
los horizontes personales e ir construyendo una manera personal de "ver" el mundo que los rodea.
Las actividades propuestas permiten orientar la observación detallada, brindan la posibilidad de describir
las cosas e identificarlas por su nombre. A partir de este trabajo, los niños podrán establecer todas
las relaciones posibles entre las cosas y la función que cumplen en el contexto observado y analizado.
Además, las actividades contribuyen a construir una lógica en el relato, ya que generan procesos
deductivos o inductivos en el trabajo que concretamente la maestra realiza con los niños.
Las imágenes pueden emplearse de diferentes modos, es decir, su combinación y secuenciación
será decisión del maestro. La idea es que, si bien no existe un ordenamiento preestablecido, haya una
coherencia en el relato.