Hace cuatro años, en el Foro Mundial sobre la Educación en Dakar, Peter Piot, director Ejecutivo del ONUSIDA, declaró: "La educación puede ser una fuerza poderosa, tal vez la más poderosa de todas, para combatir la propagación del VIH/sida". Había buenas razones para hacer esta afirmación. La enfermedad no tiene ninguna cura. Las perspectivas de encontrar una vacuna son todavía remotas. Universalizar la terapia antirretroviral de manera duradera plantea enormes desafíos. En estas circunstancias, la educación aparece como uno de los principales recursos de la sociedad para luchar contra la epidemia.

La educación desempeña diferentes funciones en el enfrentamiento del VIH/sida:

Una respuesta integral

La educación obra contra el VIH/sida de diversas maneras. El proceso de educación consolida la capacidad de las personas para liberarse del VIH. El simple hecho de ser una persona educada parece ser fundamental. La iniciación en una cultura del aprendizaje, la orientación hacia un futuro mejor posible y deseable, así como la adquisicion de la alfabetización, la aritmética básica y las competencias para el aprendizaje son elementos clave. Una vez dicho esto, no parece de gran importancia lo que uno ha aprendido o cómo se ha aprendido. Lo que cuenta es que uno ha aprendido.

Pero lo que se aprende y cómo se aprende puede mejorar significativamente el potencial de la educación para obrar contra el VIH/sida. Esto se debe a que la educación tiene que ver con:

Por otra parte, el VIH/sida somete el sistema educacional y sus instituciones a una gran presión. La epidemia y sus diversas repercusiones tienen un potencial aplastante sobre ellos, debilitándolos de la misma manera que afectan a las personas. Si se carece de respuestas apropiadas para mitigar las repercusiones negativas, el sistema puede encontrarse en la situación de que su capacidad para funcionar -y, por consiguiente, para afrontar la epidemia- haya sido comprometida. En otros términos, el mismo sistema que debería fortalecer la capacidad de la sociedad para protegerse del VIH/sida puede encontrarse a punto de sucumbir ante la enfermedad.

Estas consideraciones sugieren que una respuesta educacional integral ante el VIH/ sida debe comprender tres elementos: 1) la universalización del acceso a la educación; 2) la adaptación del currículo para promover la prevención del VIH y 3) el desarrollo de mecanismos y estrategias para reducir el impacto del VIH/sida sobre los educandos, los educadores y el sistema de educación como un todo.

VIH/sida y objetivos de la Educación para Todos (EPT)

La educación, en el sentido de escolarización, no puede hacer nada para reducir la transmisión y las repercusiones del VIH/sida sobre los niños que, por cualquier razón, no tienen acceso a la escuela. Sus funciones protectivas sólo están disponibles para quienes participan en este proceso. Por consiguiente, el VIH/sida resalta la crucial importancia que tiene la universalización del acceso a la educación básica. Lograr el objetivo de la educación para todos (EPT), consistente en universalizar la educación primaria de buena calidad, es una medida de primera y gran importancia para afrontar el VIH.

El VIH/sida también destaca la importancia que tiene asegurar el aprendizaje efectivo. De no ser así, la educación no contribuirá al desarrollo de las calidades personales que capacitan a las personas para mantenerse libres del VIH. Por otra parte, si hay aprendizaje efectivo, hay más posibilidades de que los mensajes educativos acerca del VIH puedan llegar a buen puerto, que los educandos se apropien del "conocimiento útil, de la capacidad de razonar, de las competencias y los valores" que contribuirán a protegerlos de la enfermedad.

Además, los programas de aprendizaje también deberían incorporar una educación de buena calidad en materia de salud sexual y VIH/sida. Esto es necesario para asegurar que los jóvenes dispongan de información correcta, adquieran competencias que los equipen para tener un comportamiento social positivo y sepan afrontar las presiones negativas, y que, además, sean estimulados para desarrollar sistemas de valores personales que los capacitarán para tomar decisiones adecuadas y sin riesgo mientras están en la escuela y a lo largo de su vida.

A veces se manifiestan preocupaciones por la integración de la educación en salud reproductiva y el VIH/sida en los programas destinados a niños y jóvenes, porque se supone que incentivarán la actividad sexual entre ellos, agravando así el problema en lugar de aliviarlo. Sin embargo, estos temores carecen de fundamento, pues los estudios efectuados en varias partes del mundo muestran que esta forma de educación contribuye a postergar la actividad sexual, reducir el número de parejas sexuales y estimular la adopción de medidas de protección contra la infección del VIH.

Reducir el impacto del VIH/ sida en el sector educativo

El tercer componente de la respuesta integral del sector de la educación para afrontar el VIH/sida se concentra en la protección de las instituciones y el sistema de educación mismo de las repercusiones de la epidemia. Tras un lento comienzo en este sentido, actualmente se reconoce en los ministerios de educación que el VIH/sida es un problema de carácter sistémico, que no deja de incidir sobre ningún componente del sistema. En los ministerios se ha tomado conciencia -especialmente en los países donde las tasas de prevalencia del VIH son altas- de que la respuesta debe ir más allá del currículo e informar las políticas, planes y procedimientos que rigen cada componente del sistema. Por tanto, para responder a la epidemia, cada vez más los ministerios definen marcos de referencia para las políticas, la planificación y la gestión a fin de proteger sus funciones esenciales, y elaboran mecanismos para reducir el impacto de la epidemia sobre todos los proyectos que emprenden.

Conclusión

El sector de la educación hace frente a la crisis sin precedentes generada por el VIH/sida asegurando que se logren los objetivos de la EPT, elaborando programas destinados a la prevención del VIH/sida y enfrentando creativamente las repercusiones institucionales de la epidemia en todo el sistema. El énfasis en cada país dependerá del nivel de acceso de todos los niños y jóvenes a una educación de calidad, así como a la tasa de prevalencia del VIH. En muchos países, la medida más significativa que se puede adoptar en el sector de la educación para luchar contra el VIH/ sida es intensificar los esfuerzos para lograr los objetivos de la EPT, es decir, el acceso universal y la paridad entre los sexos. Pero ahí donde los niveles de infección del VIH son altos, la necesidad más urgente puede ser un enfoque que trate de reducir las repercusiones de la epidemia sobre el sistema.

Independientemente del nivel de prevalencia del VIH, cada país deberá incorporar una educación de buena calidad en salud sexual y VIH/sida en los programas de estudio. Esto se debe a que el VIH/sida ha producido una crisis mundial. Ningún país es inmune. Los jóvenes de cada país necesitan estar dotados de la información y las competencias que los capacitan para tener una vida sexual responsable y sin riesgo. Este es un nuevo y gran desafío para muchos sistemas educacionales, pero si no están a la altura del reto fallarán no sólo a los jóvenes de hoy, sino también a los adultos de mañana.