Ilustración de chico escribiendo

Ilustración: Mariano Grynberg

Las diferentes propuestas que hemos ido presentado ponen en juego dos tipos de procedimientos: el análisis (descomposición y jerarquización de las partes de la palabra, la oración y el texto) y la reformulación, aplicada a las mismas unidades (palabra, oración y texto). En la mayoría de los casos, la resolución de las actividades sugeridas supone la aplicación combinada de ambos procedimientos. En ambos se sustenta esta última propuesta, destinada a las actividades de corrección de los textos escritos.

En relación con la tarea de corrección, actualmente existe un amplio consenso entre los docentes de Lengua en considerar que reparar los errores al corregir los textos de los alumnos no ayuda a que estos puedan revertirlos. El desafío consiste, justamente, en encontrar "un método" que inste a los propios alumnos a reparar de manera paulatina y autónoma los errores que presentan sus textos. Una de las formas es establecer un código compartido (entre el docente y los alumnos), que permita clasificar los errores y que, al mismo tiempo, brinde una orientación clara para su resolución. Por otra parte, en tanto la reescritura y la corrección de un texto ponen en juego estrategias de reformulación, los alumnos entrenados en este proceso estarán en mejores condiciones para resolver con éxito la tarea. En efecto, la reescritura de un texto implica:

Estas estrategias, aplicadas a la tarea de autocorrección, no sólo ponen en juego conocimientos relativos a los textos, a los modos como presentan y organizan la información según sus funciones y a los propósitos que persiga el escritor, sino también el conocimiento de la gramática, del léxico y de la ortografía.

Del dominio de estos últimos dependerá, a su vez, la posibilidad de acordar un código de corrección compartido con los alumnos, que permita identificar errores y guiar el proceso de reescritura. ¿Cómo informamos a un chico que el problema que presenta su texto consiste, por ejemplo, en que hay oraciones incompletas, que carecen de predicado, o que no hay concordancia entre el núcleo del sujeto y el del predicado, o que no usa correctamente el punto para delimitar las oraciones, si no maneja la sintaxis y la morfología? ¿Cómo le indicamos que usó mal un pronombre o que puede sustituir un sustantivo por un pronombre, si no reconoce el pronombre como clase de palabra?

Una propuesta posible

Este tipo de trabajo permite al docente llevar a cabo una tarea diferenciada con cada uno de los grupos, en la que evaluará no sólo los problemas que presentan los textos, sino también el modo como los alumnos los clasifican y les "ponen nombres". Esta propuesta, como cualquier otra de autocorrección o de co-corrección a partir de un código común, cobra sentido si se lleva a cabo de manera sistemática. Para ello hay que organizar un cronograma, seleccionar la consigna de escritura y la clase de texto que se propondrá producir en cada caso y la modalidad de resolución (grupal o individual).

Un posible modelo de código para orientar la autocorrección

xx

Las cruces en el margen de la hoja indican la cantidad de errores ortográficos que hay en cada renglón.

X

Las cruces grandes sobre alguna zona del texto indican problemas de puntuación.

T.V.

Estas abreviaturas colocadas sobre el verbo indican que hay algún problema en el uso de los tiempos verbales.

(?)

Un signo de interrogación entre paréntesis indica que falta algo.

Co.

Significa que hay problemas de cohesión entre oraciones o entre párrafos.

S

Marca que existen problemas sintácticos.

L

Indica problemas en el uso del léxico.

Hay problemas que requerirán que el docente haga notas al pie del texto: propuestas (de ampliación, de reordenamiento, de consulta de diccionarios, por ejemplo), preguntas que orienten la reflexión acerca de los problemas, etc. No todos los errores de los textos son reducibles o traducibles a un código o a claves de corrección. Y, en muchos casos, no alcanza con marcarlos: es necesario guiara los alumnos en la reformulación.

El éxito, en términos cognitivos, de las tareas de corrección (para que los chicos puedan "aprender de sus errores") dependerá de un trabajo previo en torno a los contenidos que la escritura -y cada consigna en particular- pone en juego. Desde este punto de vista, es fundamental instalar en la clase de Lengua un espacio para los ejercicios de reformulación y de análisis léxico y sintáctico.