Historia del Movimiento Campesino de Santiago del Estero
En la historia de Santiago del Estero está presente el saqueo de
recursos naturales y la explotación de trabajadores rurales. Durante la
primera mitad del siglo XX fue La Forestal, compañía inglesa que arrasó
con los quebrachales y mantuvo condiciones laborales de semiesclavitud.
«Dijimos basta y nos organizamos. Ya no tenemos miedo, nadie nos
pasa por arriba, nadie nos corre ni nos hace callar, ya no nos
desalojan», habla fuerte doña Mirta Quiroga, cincuenta años, orgullosa
de ser parte del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía
Campesina), que reúne a 9 mil familias rurales, la base de la pirámide
rural. Hoy se cumplen veinte años de la conformación del Mocase,
organización que marcó un antes y un después en la lucha por la tierra
en la Argentina. El 4 de agosto de 1990, en la localidad
de Quimilí, se oficializó la conformación del Mocase. Zenón «Chuca»
Ledesma, de la localidad de Los Juríes, fue elegido primer presidente.
Los hombres y las mujeres del Mocase explican que las raíces de la
organización hay que buscarlas en el rechazo a ser peón rural,
generalmente maltratado, siempre mal pago; intentar vivir de lo que
produce con sus manos, la memoria del sometimiento de los hacheros, la
formación anarquista de los ferroviarios de principios del siglo pasado,
los pueblos originarios y sus luchas. La defensa de la
tierra fue el eje central del Mocase. El monocultivo crecía en el país.
Las tierras santiagueñas, hasta entonces despreciadas por empresarios
rurales, comenzaron a ser codiciadas. El Mocase también se transformó en
el actor que cuestionó ese avance. Advirtió que el modelo de
agronegocios traería desempleo, consecuencias sociales y ambientales.
Cuatro son los ejes de su trabajo: comunicación (montó una novedosa
red de radios comunitarias), producción (carpinterías, carnicerías,
quesos, miel, hiladoras) y –quizá las que marcaron las diferencias con
otras organizaciones– educación y articulación campesina a nivel
nacional e internacional. En 2008, en pleno conflicto por
la Resolución 125, las entidades rurales tradicionales nucleadas en la
Mesa de Enlace se apropiaron del término «campo» y confrontaban con el
Gobierno. Al respecto, opinaron: «Las llamadas ‘entidades
del campo’ solo pronuncian los dictados de los agronegocios. Su símbolo
actual es la soja transgénica, que devastó bosques, desalojó
comunidades, contaminó suelos y aguas, y aumentó los precios de los
alimentos en el mercado interno. El avance del modelo sojero, iniciado
durante el menemismo y acentuado en esta década, significa un desierto
verde y contaminado, sin agricultores y ciudades saturadas de familias
expulsadas de las zonas rurales», concluyó el Mocase, e insistió con su
propuesta de reforma agraria integral y soberanía alimentaria, que
implica un cambio del modelo agrario actual. El Mocase
plantó bandera en un debate nacional donde no se había escuchado a los
hombres y las mujeres de manos curtidas y espaldas dobladas por trabajar
la tierra, campesinos que hace veinte años comenzaron a cambiar la
historia del campo santiagueño.