Retrato de Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento (Facundo)

Facundo era de estatura baja y fornido; sus anchas espaldas sostenían sobre su cuello corto una cabeza bien formada, cubierta de pelos espesísimos, negro ensortijado. Su cara un poco ovalada estaba hundida en medio de un bosque de pelo, al que correspondía una barba igualmente espesa y negra, que subía hasta la frente para descubrir una voluntad firme y tenaz. Sus ojos negros llenos de fuego y sombreados por pobladas cejas causaban una sensación involuntaria de terror en aquellos en quienes alguna vez llegaban a fijarse, porque Facundo no miraba nunca de frente; por hábito, por arte, por deseo de hacerse temible, tenía de ordinario la cabeza inclinada y miraba por entre las cejas. Por lo demás su fisonomía era regular y el pálido moreno de su tez sentaba bien a las sombras espesas en que quedaba encerrada. La estructura de su cabeza revelaba, sin embargo, bajo esta cubierta selvática, la organización privilegiada de los hombres nacidos para mandar.