Rueda de mate
El encuentro con personas que no son de nuestro grupo social de pertenencia puede provocarnos y desatar conductas diversas. En principio, estas personas nos parecen extrañas y al no comprender el sentido de sus diferentes comportamientos culturales (cómo se visten, cómo se relacionan entre ellos, cómo hablan, etc.) los subestimamos, o incluso creemos muchas veces que nuestros comportamientos son los únicos posibles, valiosos o verdaderamente "civilizados". Estas actitudes de rechazo de las identidades culturales diferentes a la propia son comunes en la niñez y adolescencia.

Y, a la larga, si no se desarrollan herramientas intelectuales que permiten comprender y aceptar la legitimidad de esta variedad, lo más probable es que persistan y que se constituyan en posturas etnocéntricas. Estas consisten en generalizar como valor universal alguna particularidad de la propia cultura y en creer que lo que es un bien para uno mismo es necesariamente un bien para el otro. Ejercitada a ultranza, esta postura puede llevar a una persona a creerse con el derecho de imponer a los demás sus propios valores e ideales y a considerar a los otros como inferiores.

Por lo tanto, se hace necesario construir una capacidad de descentración que les permita a los jóvenes incorporar como legítima la diversidad de costumbres y, al mismo tiempo, que les permita reconocer ciertos valores universales, que trascienden las diferencias culturales y hacen al ejercicio de la dignidad humana. Esto implica tomar distancia de posiciones relativistas que, en el otro extremo del etnocentrismo, consideran válidos todos los valores por el solo hecho de ser propios de una cultura, sin juzgar si éstos redundan en violaciones a los derechos humanos fundamentales, universalmente reconocidos en la actualidad.

A ser diferentes en el marco de la igualdad jurídica se aprende, y la escuela puede y debe contribuir a ello. Entre otras estrategias posibles, aprovechando constructivamente la diversidad que caracteriza los grupos escolares y la obligada convivencia que impone la tarea común.

Propósito

Esta actividad se propone favorecer el reconocimiento de la existencia de identidades culturales diferentes, valorizándolas como las respuestas creativas que cada grupo y comunidad construye a través de su historia frente a los desafíos que enfrentan sus integrantes. Se pretende que los alumnos se reconozcan a sí mismos y a los demás como el producto de influencias culturales distintas pero, al mismo tiempo, como sujetos con idéntica dignidad y derechos.

Desarrollo de la actividad

1) Se propondrá a los estudiantes, leer la historia de Lira adaptada a partir de diversos testimonios extraídos de: Inés Tenewicki y Yanina Kinigsberg, Chicos gitanos, Colección Iguales y diferentes, Buenos Aires, AZ Editora, 1998.Lira, un sobrenombre como el que tienen todos los gitanos, vive con su familia en la provincia de Buenos Aires. En el barrio, de casas y edificios bajos, la mayoría de los vecinos son gitanos. A Lira le molesta que su mamá le haga las tradicionales trenzas porque le tira el pelo. Pero igual, a ella le gusta ser gitana. Tiene 12 años y usa polleras largas de distintos colores. En su casa viven doce personas: ella, sus abuelos, sus papás, sus cuatro hermanos, su cuñada y sus dos sobrinos. Su pieza tiene una cortina en lugar de puerta. Entre ellos hablan el romaní. En la escuela, los compañeros se burlan de su forma de vestir y una vez hasta le robaron la cartuchera. Sus padres estuvieron a punto de dejar de mandarla, pensando que estaría más segura entre los suyos. Juega y dibuja sobre una gran alfombra de colores. Lira dice que lo bueno de ser gitano es vivir todos juntos, porque nunca está sola y siempre tiene con quien jugar. A diferencia de lo que pasa con otra gente, los gitanos se pelean y a la media hora están juntos de nuevo. Lira quiere ser vendedora ambulante como su mamá.

2) Luego de relatar o leer la historia anterior solicite a sus alumnos que completen individualmente las siguientes frases:

3) A continuación, propóngales que en pequeños grupos de no más de cuatro o cinco chicos, discutan sobre todo aquello que escribieron y, luego, plantéeles la siguiente pregunta para que resuelvan entre todos:

¿Podrían considerar a Lira o a algún chico gitano como un "semejante"? ¿Por qué?

4) Luego, tendrán que exponer las conclusiones que haya alcanzado cada grupo y a partir de los resultados usted deberá promover un debate.

5) El próximo paso consistirá en comentar cuáles son los conocimientos que el grupo posee sobre la vida y las costumbres de los gitanos y usted podrá, además, sumar la siguiente información:

Conociendo a los gitanos

Originariamente, el pueblo gitano se llamaba Rom (que quiere decir "hombre que hace música") y habitaba el noroeste de la India. Pero hace unos mil años, los gitanos tuvieron que abandonar ese lugar y comenzaron a recorrer el mundo. En la actualidad, en nuestro país viven unas cien mil familias gitanas, que pertenecen a dos grupos: los zíngaros, provenientes de Grecia, ex Yugoslavia, Rumania, Bulgaria, Hungría y Rusia; y los calé, provenientes de España. El setenta y cinco por ciento de ellos tiene casa propia y se dedica a la venta de autos, tiene pequeñas empresas de transporte, son vendedores ambulantes y ejercen otros diversos oficios. Seiscientas familias viven en condiciones de extrema pobreza y al no tener vivienda ni trabajo estables, peregrinan por el país viviendo en pequeños campamentos.

(Adaptación: Tenewiki y Kinigsberg, íbid.)

6) A continuación, le sugerimos que solicite a sus alumnos que imaginen (o que recuerden, si tuvieron la oportunidad de vivirla) alguna situación de encuentro con un chico cuyas costumbres provienen de otra cultura, por ejemplo:

Los chicos podrán elegir alguna de estas situaciones o describir el momento del encuentro a partir de algunas preguntas que usted podrá formular: ¿qué sintieron?, ¿de qué hablaron?, ¿qué pensaban mientras tenían ese primer acercamiento? Después, podrá proponerles que se imaginen cómo sería la historia si fuese contada por el otro chico y que, a continuación la escriban. Cuando concluyan ambos tipos de relatos, quienes lo deseen podrán compartirlos con los otros compañeros. Una vez leídas las historias, usted podrá volver a realizar otro conjunto de preguntas para intercambiar experiencias e información: ¿qué les llama más la atención de las historias escritas por ustedes?, ¿qué pueden observar comparándolas con las del otro chico?

Cierre de la actividad

Para terminar esta actividad sobre la diversidad, usted podrá solicitar a los alumnos que consulten los artículos de la Constitución que hablan sobre los derechos de las minorías (generales: Preámbulo, art. 14, Declaraciones y Convenciones internacionales incluidas en el art. 75; particulares: art. 20 y art. 75 inc. 17) y que luego respondan:

¿Qué derechos tienen en común Lira, el chico del encuentro y ustedes?

¿Cuáles de ellos se cumplen para Lira o para el chico del relato? ¿cuáles para cada uno de ustedes?

A partir de las respuestas, entre todos podrán confeccionar un cuadro que contenga las semejanzas y diferencias que creen que hay entre chicos de distintos orígenes culturales. Para consignar las igualdades, le recomendamos recuerde a sus alumnos que deberán tener en cuenta los derechos reconocidos en la Constitución, aun cuando no se cumplan.

Sugerencias

La historia de la niña gitana debe tomarse como un disparador de la problemática de la diversidad y puede ser reemplazada por otra si se considera más útil para cumplir con el objetivo de la actividad. De todos modos, se recomienda que la discusión no se limite a tratar el grupo cultural que surja de un ejemplo didáctico, ya que no se trata de profundizar en el conocimiento de un grupo en particular, sino en el conflicto ético y ciudadano que representa la convivencia con diversidades legítimas. Para ampliar este enfoque y para profundizar el tema de los derechos de las minorías étnicas, culturales, religiosas, también podrá emprenderse una investigación que tenga como eje los puntos aquí planteados respecto de los representantes de grupos minoritarios que vivan en el barrio o la comunidad de la escuela: inmigrantes viejos o nuevos en la zona, su forma de vida, diferencias culturales y dificultades en relación con el ejercicio de sus derechos, entre otros casos.