Se supone que por el Estrecho de Bering pasaron, hace miles de años, los primeros habitantes del continente americano. Por lo menos eso afirma una de las teorías más aceptadas.

Cuando mirás el mapa, parece increíble.

Observá el mapa, ¿te das cuenta de la distancia que hay entre Alaska y Asia? En la imagen parece ser un espacio muy pequeño, pero son alrededor de 85 kilómetros.

Cruzar a nado sería imposible, pero en esos viejos tiempos, cuando estaba por terminar la era del hielo –hace 14 mil años aproximadamente– el mar se encontraba congelado y, por lo tanto, Asia y América estaban unidas por un puente natural. Así se supone que llegaron los primeros humanos que ocuparon estas tierras y luego se fueron desperdigando hasta llegar a Tierra del Fuego en el extremo continental.

¿Por qué existe esa teoría?

De hecho la gente de ciencia está segura de que nuestro continente fue el último en ser habitado y África el primero, porque al parecer, allí surgieron nuestros primeros antepasados.

Ni siquiera Oceanía, que está muy apartada del resto de la tierra firme, fue poblada tan recientemente. Es mas, existe otra teoría con la que se intenta explicar el poblamiento de América por parte de aborígenes australianos que, según esto, aprovecharon el bajo nivel del mar durante esa época glaciar y usaron sus primitivas embarcaciones para recorrer la distancia necesaria, esta sí mucho mayor (más de 10 mil kilómetros).

Un dato importante es el de la falta de vestigios arqueológicos americanos previos, y eso hace casi seguro que no existieran habitantes más antiguos. La gente dedicada a la antropología cuenta con muchos restos óseos; pero lo más viejo después de fechar con la prueba del carbono 14 (método de laboratorio para conocer la fecha en que murieron los seres vivos) proviene de unos 13 mil años y pico.

¿Qué conclusióne podés sacar con la información brindada? Probablemente lo mismo que los investigadores, que antes no había humanos en América y llegaron cuando todavía transcurría la era del hielo.

Un trozo de excremento fosilizado da nuevas claves

Tropezar con un pedazo de caca cuando uno camina distraído es, si no una desgracia, al menos un contratiempo bastante desagradable. Aceptable si es de un animal herbívoro, como la vaca, pero absolutamente asqueroso cuando es de un perro u otra persona.

Incómodo a menos que se trate de material petrificado, es decir un coprolito que ya no tiene ni el olor ni la consistencia aguada del material reciente. En este caso, es todo un hallazgo porque los fósiles son una fuente importantísima de información en el mundo de la paleontología.

Eso es lo que encontró un equipo de investigación proveniente de las universidades de Oregon, Estados Unidos, y de Copenhage, en Dinamarca, cuando exploraba las cuevas del noroeste del territorio norteamericano: un pedazo de excremento que, por efecto de la desecación y la inclusión de minerales, se transformó en un fósil.

¿Te podés imaginar lo que eso significa? Hace 143 siglos un fulano, apremiado por la necesidad, decidió defecar dentro de una de esas cuevas –tal vez la misma en que habitaba– y ahí dejó información de lo que comía e incluso del material genético que codificaba lo que era y de dónde venía.

Después de las pruebas de laboratorio quedó en claro que el desecho tenía una antigüedad de 14 mil 300 años. Esto significa que los libros de historia deberán hacer las correcciones pertinentes. La razón es sencilla: se trata de algo que, por lo menos, ubica a la gente en el continente desde mil años antes de lo que los huesos decían. Si hay excremento humano, por fuerza había ejemplares de nuestra especie para hacer la correspondiente digestión.

Otro aspecto interesante es el que tiene que ver con las pruebas de ADN, que fueron practicadas en la muestra. Con ellas resultó posible localizar afinidades entre aquellos primeros habitantes y por lo menos dos grupos que, actualmente, ocupan el territorio asiático. Esto es importante porque afianza la teoría de la migración a través del Estrecho de Bering y, además, emparenta a los indios americanos con la gente de Asia, ya que los mismos genes persisten en los grupos originarios contemporáneos.

ADN, una ficha más del rompecabezas que puede encontrar su sitio, junto a las herramientas de piedra que ya antes fueron encontradas en el este de Nuevo México, específicamente en Clovis, donde en excavaciones realizadas desde 1932 se encontraron evidencias de la presencia humana a través de puntas de sílex. Instrumentos finamente tallados con los que cazaban y destazaban animales como el bisonte y el mamut. Una primitiva cultura que recibió el nombre de ese sitio y que se extendió por toda América del Norte, aunque los especialistas siguen trabajando para comprobar que también llegaron a Centroamérica.


Para seguir pensando en los fósiles

Es evidente que la materia orgánica transformada en piedra es invaluable para conocer mejor el pasado. Desafortunadamente no siempre son abundantes como quisiéramos y, además, hay que enfrentar el frecuente saqueo realizado por personas que los venden a coleccionistas privados.

Lo interesante es que acá se abre una intrigante veta para estudiar historia de una manera diferente.