Scalabrini Ortiz explica por qué votó a Yrigoyen

“Corría el año 1916… Tenía en mi bolsillo la flamante libreta de enrolamiento. No me separaba de ese tesoro, porque era la llave de mi ingreso legal a los paraísos más o menos naturales a los que hasta ese momento sólo había tenido posibilidades de acceso clandestino. El país estaba agitado por la inminencia de las elecciones presidenciales en que por primera vez se emitiría el voto en forma secreta. Mi familia tenía un lejano parentesco con uno de los candidatos conservadores y me pareció observar que esa casualidad influía notoriamente en las opiniones femeninas de mi casa. Consulté el tema con mi padre y le pedí consejo. Con sabia prudencia me dijo: Vas a vivir en un mundo distinto del que yo he vivido. Estudiá el problema del país, orientate y votá de acuerdo con tu conciencia. Aparentemente no era difícil orientarse puesto que todas las voces vivas y las musitadas en los corrillos se dirigían exclusivamente contra el candidato radical. Los otros parecían no existir. Yrigoyen resultaba casi un muestrario de todos los vicios, defectos y debilidades del alma y del cuerpo humano. Era un perdulario, un sin escrúpulos y sin moral que había adquirido una pequeña fortuna a costa de una viuda a la que había embaucado y sonsacado sus bienes. Su triunfo hundiría al país en un caos. Las medidas demagógicas se multiplicarían. Los propietarios serían despojados. Las instituciones armadas iban a ser desquiciadas. Pero mi natural e instintiva suspicacia me inclinaba a sospechar y dudar de la veracidad de tal alud de acusaciones (…). Finalmente, bajo la presión de ese instinto profundo que está formando entre todos los verdaderos argentinos ese extraño parentesco político en que todos nos reconocemos, voté por Yrigoyen.”

Scalabrini Ortiz, Raúl. Revista “Qué”. 11 de febrero de 1958.