Los senderos inestables de la democracia argentina

 

“[…] La democracia […] no es algo natural, un orden que subyace y que se despliega más allá de sus giros y contradicciones; la democracia es un espacio de querellas atravesada por las más diversas luchas por dominar la gramática de su decir, por convertirse en árbitro de su sentido. La democracia, si la pensamos por fuera de una lógica esencialista, es, como diría Claude Lefort, una “invención continua”, ya que “en democracia [...] nadie posee la fórmula y es tanto más profundamente ella misma –continúa Lefort– cuanto más democracia salvaje es”, es decir, cuanto menos la atrapamos en una definición última, cuanto menos intentamos fosilizarla o cristalizarla como si fuera un continum que, al modo de una sustancia intocable, sigue su marcha incontaminada. No, la democracia es contaminación, inacabamiento, experimentación, contramarchas, deudas impagas con la parte de los incontables en el interior de un orden que sigue siendo determinado por la desigualdad, pero en el que los muchos plantean un litigio continuo por la igualdad. Mirándola desde esta perspectiva, es posible intentar preguntar por lo acontecido entre nosotros desde un ya lejano diciembre de 1983 cuando Alfonsín asumió la presidencia en una Argentina que intentaba sin saberlo muy bien salir de la dictadura, del horror y de los muertos insepultos. […]”

Fuente: Forster, Ricardo. “Los senderos inestables de la democracia argentina”. Página/12,

10 de diciembre de 2008.