Para el abordaje de las diversas problemáticas en la comunidad, como las adicciones, el VIH/sida, embarazo precoz, trabajo infantil, distintas manifestaciones de violencia, etc., se deben contemplar las representaciones sociales que la población tiene sobre ellas. Se considera que "el concepto de representación social designa una forma de conocimiento específico, el saber de sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio designa una forma de pensamiento social [...] constituyen modalidades de pensamiento práctico orientados hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal." (Jodelet, D. "La representación social: fenómenos concepto y teoría", en Moscovici S., Psicología social, Buenos Aires, Paidós, 1988, pág. 474).

Las representaciones, en tanto son conservadas y no sustituidas, constituyen una creencia, o forman parte de la misma, lo cual será "[...] la base del significado que adquiere cada nuevo estímulo relacionado con esa cosa, evento, acción o proceso. [...] El papel de las creencias previas en la construcción de las nuevas representaciones es fundamental." (Raiter, A. y otros, Representaciones sociales, Buenos, Aires, Eudeba, 2002, pág. 11-12).

Se ha dicho repetidamente que el sida condensa una serie de significados porque en él se intersectan una serie de aspectos de la cultura occidental contemporánea. Las respuestas sociales frente a la enfermedad, a partir de su eclosión en 1981, revelan las dimensiones de los conflictos que el sida contribuyó a exponer.

Como lo señala Weeks, estas respuestas pueden ser divididas en fases: en la primera de ellas (1981-82), llamada por Weeks la alborada de la crisis, se pensó al sida como un problema de las minorías primero sexuales y luego de otro tipo. Su identificación con la cultura gay, si bien avalada por el reconocimiento de los primeros casos que provenían de sus filas, posibilitó que en la población general comenzara a construirse la enfermedad sobre la base de la atribución de la enfermedad a "otros", ratificada luego por la identificación de las cuatro H como grupos de riesgo: homosexuales, heroinómanos, hemofílicos y haitianos. (Weeks, J. "AIDS: The intelectual agenda", en P.Aggleton, G.Hart y P. Davies (eds.) Aids: Social representations, social practices. Londres, The Falmer Press, 1989.)

La segunda fase, según el mismo Weeks, se extiende de 1982 a 1985 y se caracteriza por el pánico moral, que surge en sociedades complejas cuando la dificultad para resolver ansiedades sociales se focaliza sobre agentes que pueden ser fácilmente identificables. En este caso, ciertos aspectos de estilos de vida condenados por las mayorías, como la promiscuidad, el consumo de drogas o la "excesiva permisividad" fueron elevados a la categoría de causas de la enfermedad, lo que implicó que las personas enfermas de sida fueran culpadas por ello. Weeks plantea que a pesar de que en los últimos treinta años se han producido cambios fundamentales en las actitudes hacia la sexualidad en general y hacia la homosexualidad en particular, como una mayor liberalización y cambios en las pautas relacionales, estos cambios han dejado profundos residuos de ansiedad y miedo, de los que el sida como fenómeno social se ha alimentado.

Desde el punto de vista simbólico, el sida simbólico se construyó con elementos importantes de homofobia y racismo, en un momento político en el que el mundo occidental impone un modelo de desarrollo que, entre otras cuestiones, genera la necesidad de recortar el gasto público, y dentro de él, el gasto en salud.

Se gestó así ya en ese momento la decisiva importancia que tienen las organizaciones no gubernamentales (ONG), y dentro de ellas las organizaciones de autoayuda, en la atención y contención de las personas que viven con el VIH.

Estos grupos fueron los primeros que, al identificarse el VIH, plantearon la necesidad de hablar de conductas de riesgo, y de desarrollar modelos de educación para la prevención.

Weeks denomina el tercer período de la historia del sida, de 1985 a 1988: manejo de la crisis. Esta fase se caracteriza por la idea de la generalización del riesgo, con la creación de la categoría "víctimas inocentes", en referencia a las personas alcanzadas por la infección sin incurrir en las así llamadas conductas de riesgo (niños nacidos de madres VIH positivas; transfundidos; hemofílicos). Las respuestas de los gobiernos de los países centrales incluyen en este período el control de los bancos de sangre y el reconocimiento de los avances que particularmente habían obtenido las organizaciones de gays en cuanto a las intervenciones preventivas. La denominación que Weeks da a esta fase implica que se enfocan más los síntomas que las causas. Se intenta detener la progresión del virus sin encarar una política sanitaria más amplia.

Podemos plantear que a partir de 1988 (fecha a la que llega el esquema de Weeks), se ha entrado en una nueva fase, que profundiza las características de la anterior, en cuanto a tener como objetivo el frenar la expansión de la epidemia, pero ahora con un nuevo frente: la conducta heterosexual. Podríamos denominar a esta fase como difusión de los límites de la epidemia. Se hace hincapié en ella en dos grupos demográficos vulnerables a partir de las cifras de la epidemiología: los jóvenes y las mujeres. Los primeros, dado que alrededor de la mitad de los enfermos en todo el mundo tienen menos de 30 años, por lo que, considerando el período de latencia a partir de la infección por el VIH (en promedio 8 años) estas personas adquirieron el virus en años tempranos de su juventud, y las mujeres, dada su cada vez mayor prevalencia como enfermas.

Pero la dificultad para "asir" la enfermedad está dada porque a pesar de esta tendencia en cuanto al avance de la vía de infección heterosexual, subsisten también altas tasas de personas que siguen contrayendo el virus a través de la práctica de compartir jeringas al consumir drogas por vía endovenosa y a través de prácticas sexuales entre hombres.

"Todos podemos contraer la infección", fórmula del nuevo discurso preventivo, convive, pues, con la idea: "pero hay grupos que incurren en prácticas más riesgosas". A esto contribuye la conocida rémora de las creencias, especialmente cuando ellas están entrelazadas con contenidos moralizantes, por lo que ciertos aspectos de las primeras fases de la epidemia siguen vigentes y se superponen a los nuevos mensajes informativos.

"Lo que caracteriza al sida no es sólo su virulencia, sino el peso de los significados simbólicos que comporta" (Weeks, 1988, pág. 18), y, podríamos decir desde nuestra perspectiva, que arrastra a partir de los inicios de su presentación en sociedad. Los medios masivos, por supuesto, no son ajenos a este proceso.

El sida es, más que ninguna otra enfermedad, un padecer de individuos que han contraído el VIH, pero es además el paradigma de "enfermedad construida socialmente", a partir de su emergencia en un momento en que lo que nos pasa y lo que sabemos es, en mayor medida que en otras épocas, producto del discurso de los medios masivos.

Las etapas descriptas por Weeks pueden vincularse con las descriptas en relación con el tipo de mensajes preventivos que circularon desde la aparición de la enfermedad.

Descripción de las etapas de los afiches preventivos del sida

1. Los primeros años

El origen desconocido de la enfermedad y su carácter infeccioso llevó a que en los medios de comunicación, en lugar de describir la enfermedad, se utilizasen palabras como "peste", "plaga", "muerte", etc., evocando viejas epidemias que habían "castigado" a la humanidad en siglos anteriores.

El resultado de este tratamiento dramatizador fue generar confusión y miedo (que aún persiste en algunas personas), asociar la idea de muerte al sida, provocar el rechazo de los afectados y sus familiares y dificultar la comprensión de la información sobre la prevención.

2. La mala interpretación de los llamados "grupos de riesgo"

A principios de la década de los 80, el descubrimiento de la enfermedad en jóvenes homosexuales condujo a que en los medios de comunicación se comenzase a hablar de "cáncer gay" y a asociar de forma errónea y negativa el sida al hecho de ser homosexual.

El posterior descubrimiento de casos de heroinómanos y hemofílicos afianzó la terminología de "grupos de riesgo", contribuyendo a culpabilizar a los afectados pertenecientes a los mismos, y a que el resto de la sociedad no creyese necesario adoptar medidas de prevención.

3. Aparición del concepto de "comportamientos de riesgo"

A mediados de la década de los ochenta las investigaciones científicas demostraron que el sida es una enfermedad infecciosa causada por un virus (el VIH), que tiene tres vías de transmisión (sanguínea, sexual y madre-hijo), y que no se transmite por contactos casuales en la vida cotidiana.

Se comenzó a hablar así de "comportamientos de riesgo", reconociendo que la transmisión del virus puede darse en los siguientes casos:

4. Diseño de campañas específicas

También en la segunda mitad de los ochenta, junto con informaciones y campañas dirigidas a la población en general, comienzan a desarrollarse campañas preventivas destinadas a informar sobre las vías de transmisión y las medidas a adoptar para la protección.

A la vez que se desarrollan estas campañas más "objetivas" subsisten otras que siguen tratando el tema en un sentido moralista, asociando la enfermedad a personas o prácticas censurables.

5. Popularización del preservativo

Dada la creciente importancia de la vía de transmisión heterosexual del VIH, generalizar el uso del preservativo se convierte en el objetivo prioritario de las campañas en todos los países en los que se realizan.

Se observan diferencias entre los distintos países, según su grado de liberalidad. En los menos liberales se utilizan mensajes más románticos y se alude sólo indirectamente al acto sexual.

6. Sida, un problema de todos

La aparición pública de Magic Johnson como seropositivo y reconociendo el origen heterosexual de su infección facilitó la aceptación de la idea de que la transmisión del VIH no depende "de lo que uno es sino de lo que uno hace".

7. Las campañas sobre el preservativo cambian de orientación

A principios de la década del 90, y dado el desarrollo creciente de las enfermedades de transmisión sexual, se aconseja el uso del preservativo, no sólo como prevención del sida, sino como medio de prevención de todas las enfermedades de transmisión sexual (herpes, sífilis, gonorrea, etc.). Se recomienda practicar lo que se denomina "sexo seguro".

8. Sida y escuela

Se comienza a insistir en que la escuela es un lugar donde pueden convivir niños afectados por la infección del VIH con niños que no lo están. Se plantea que no existe ningún caso de infección por VIH que se haya adquirido en la escuela.

Las campañas no se dirigen sólo a la no discriminación de los niños afectados sino que se alienta también la educación para la prevención en el ámbito escolar.

9. Sida y trabajo

Ante el registro de situaciones de discriminación y rechazo en el lugar de trabajo las organizaciones de lucha contra el sida y los sindicatos toman partido en favor de la integración laboral del trabajador seropositivo.

Se pone el acento en que:

10. Un nuevo lenguaje sobre el sida

La antigua imagen de SIDA=MUERTE da lugar a la de SIDA=ENFERMEDAD CRÓNICA. Se enfatiza que el sida es una enfermedad de desarrollo lento, susceptible de ser tratada clínicamente, que se transmite de persona a persona en situaciones muy especiales.

11. Solidaridad frente a segregación

Los contenidos de los afiches confluyen en mensajes de solidaridad que resaltan la necesidad del apoyo de la población a los afectados por la enfermedad. Ejemplos de dichos mensajes son: "Por favor, abrázame aunque tenga sida"; "Si soy seropositivo ¿puedo hablarte?"; "Todos tenemos una lucha común, solidarízate".

Cronología acerca del sida, de los principales mensajes preventivos y de las etapas de los afiches de prevención

Años Cronología Tratamiento en los medios Etapas de los afiches
1980
  • Primeros pacientes con déficit inmunitario severo
  • Se desconocen las causas del mal
El sida se asimila a Muerte. Aparecen artículos sobre el "cáncer gay" Los primeros años
1981
  • Se reconocen los primeros casos, entre homosexuales masculinos
  • Se realiza el 1er. encuentro científico sobre el tema
1982
  • Se registran casos entre heterosexuales y toxicómanos
  • Se adopta el nombre de sida
1983
  • El Profesor Montagnier, del Instituto Pasteur, de París, descubre el virus causante de la enfermedad (VIH)
Se asocia el sida con los mal llamados "grupos de riesgo" La mala interpretación de los llamados"grupos de riesgo"
1984
  • El Profesor Gallo en Estados Unidos confirma los resultados franceses
  • En Madrid se crea el 1er. Comité Ciudadano AntiSida
El sida empieza a ser tratado también como un fenómeno social
1985
  • Muere Rock Hudson
  • Se realiza la 1ra. Conferencia Mundial de Sida en Atlanta, Estados Unidos
  • Se realizan los primeros ensayos clínicos con el AZT
  • Surge la prueba de detección de anticuerpos
1986
  • Se adoptan las siglas VIH para denominar el virus causante del sida
Se publican informes sobre "sexo seguro" Comportamientos de riesgo
1987
  • Estados Unidos y Alemania exigen equivocadamente la prueba del sida a inmigrantes
Se realizan las primeras campañas en los países desarrollados Campañas sobre lo que transmite el VIH y lo que no lo transmite
1988
  • Declaración de la Organización Internacional de los Trabajadores sobre los derechos de los trabajadores con VIH/sida
  • La Organización Mundial de la Salud fija el 1° de diciembre como Día Mundial del sida
Se diseñan campañas para públicos específicos
1989
  • Comienzan en los países desarrollados campañas de prevención específicas para jóvenes
Se populariza el uso del preservativo Popularización del preservativo
1990
  • Se conocen casos de discriminación escolar de niños enfermos de sida en varios países
El sida es planteado como un problema de todos
1991
  • Magic Johnson hace público su diagnóstico de seropositividad
El sida, problemade todos
1992
hasta la
actualidad
  • Las Organizaciones No Gubernamentales proponen que la infección por el VIH sea declarada enfermedad crónica
  • Se avanza en el tratamiento de los enfermos de sida, prolongándose su esperanza de vida
Se realizan campañas de concientización en la escuela y en el trabajo Solidaridad

Las etapas acerca de las representaciones sociales sobre el sida y sobre los diferentes acentos puestos en los mensajes preventivos nos llevan a considerar que la prevención no puede soslayar estos datos.

En torno a la cuestión de la prevención, la pregunta clave es ¿qué es lo que hace que las personas, conociendo las vías de transmisión del VIH y los modos de protegerse, adopten comportamientos que pueden calificarse objetivamente como riesgosos? Planteado de otro modo la pregunta podría formularse del siguiente modo: ¿qué es lo que hace que se aparten de la lógica sanitaria? Desde estos interrogantes la conducta de riesgo es categorizada como "irracional" con respecto al cuidado de la salud.

En esta conceptualización se presupone que la protección de la salud es lo más importante para un individuo. Se dejan de lado así otras "racionalidades" posibles que pueden explicar tal conducta, como el temor a la soledad, la presión del grupo de pares, etc. Ellas provienen de sus grupos de pertenencia, que transmiten valores y normas.

Es posible así aceptar que existe toda una gama de estrategias de adaptación al riesgo que deben tenerse en cuenta. En el análisis de estas estrategias de prevención, el enfoque cultural permite comprender que en determinados contextos, especialmente en aquellos en los que se verifica una acumulación de marginalidades sociales, económicas, sexuales y/o afectivas, la salud no sea la opción número uno.

En estos casos, la persistencia de comportamientos de riesgo no es el producto de la falta de percepción de riesgo o de información, sino de la presencia de otros códigos.

Es importante tener en cuenta diferentes tipos de estrategias que los individuos adoptan como modos de protección de la infección por el VIH. Ellas comprenden fundamentalmente:

  1. Las estrategias que intentan evitar una relación sexual que podría ser riesgosa, que incluyen la elección de las parejas y la disminución de su número.
  2. Las estrategias que intentan evitar la transmisión del VIH en el marco de una relación sexual (uso del preservativo, abandono de la penetración) prevalecen entre los jóvenes.
  3. La estrategia de reasegurar al sujeto, después de haber adoptado alguna conducta de riesgo, a través de la realización de la prueba del VIH.

En lugar de negar todas estas estrategias, aferrándose a la línea de conducta que preconiza el "sexo más seguro" como única práctica posible, las políticas preventivas deben tratar de entender la lógica que subyace a estas "otras" maneras de gestión del riesgo.

El sida ha conducido a redescubrir importantes aspectos relacionados con la educación para la salud. Por ejemplo, la evidencia de que el conocimiento de los peligros no es suficiente para adoptar cambios en la conducta en dirección a la prevención, o la idea de que la conducta no está regida por la racionalidad. Se ha puesto en evidencia que hay prioridades que pueden no ser la salud; que hay diferentes modos de percibir el riesgo; que el riesgo puede ser definido de diferentes modos; etc.

También surge claramente la importancia de las normas grupales en la adopción de la conducta preventiva. Ellas están presentes en los jóvenes, entre quienes se ha verificado un cambio importante en la adopción regular de conductas preventivas.

Sin embargo, persisten ideas que llevan a conductas de riesgo, por ejemplo, la convicción de que es posible clasificar a las personas en una tipología de "seguras" o "inseguras", en base a su cercanía con grupos o prácticas de riesgo.

Con respecto a la información, ha surgido claramente que si bien la población tiene en una alta proporción un conocimiento básico acerca de las vías de trasmisión y de los modos de protección, se trata de un conocimiento superficial, con el que coexisten importantes lagunas informativas.

En particular llama la atención la creencia de que las relaciones anales y orales son menos riesgosas que las genitales. Este es uno de los aspectos, pues, que las intervenciones preventivas en nuestro medio deberían retomar.

Los diferentes estudios llevados a cabo permiten afirmar que las variables que definen el apoyo social, la red de relaciones y las normas son las que más influyen sobre la adopción de la conducta preventiva.

Podemos concluir que el sida se desarrolla en varios escenarios que tienen cierta autonomía entre sí.

En el caleidoscopio de representaciones sociales acerca del sida se acepta la simultaneidad de representaciones teóricamente incongruentes: el sida es por un lado una enfermedad de los "otros", los que asumen prácticas de riesgo, pero al mismo tiempo es visto como una enfermedad de fácil contagio, a través de contactos casuales. Es un "problema de todos", pero afecta a los "otros". Según dichas representaciones, el amor y la confianza salvaguardan contra el riesgo de la infección, mientras que el sexo, la droga, la homosexualidad y las prácticas médicas que incluyan la sangre son escenarios que implican riesgos.

Todos estos aspectos deben valorarse a la hora de diseñar intervenciones preventivas, si ellas pretenden ser exitosas.