Durante el segundo ciclo de la EGB, al estudiar el período de la Argentina criolla, se hace constante alusión a la frontera criollo-indígena como un espacio de separación y enfrentamiento entre ambas sociedades. Los textos escolares refuerzan tal imagen al referirse casi exclusivamente a la línea de fortines, los malones y las campañas organizadas por los blancos para conquistar tierras indias. Pero, como dice el investigador Carlos Mayo, la frontera fue un mundo de vivencias y prácticas cotidianas en el que ambas sociedades tuvieron puntos de contacto y focos de mutua atracción. Esto significa que la guerra no fue la única forma de relación entre indios y "blancos". Fue seguida y acompañada por no menos intensos intercambios comerciales y algunos encuentros amorosos. El temor, el recelo y el rechazo no fueron la única manera de percibir al otro. La frontera separaba y ligaba a la vez; era un espacio de encuentro cultural, un ámbito donde la línea divisoria del "ellos" y el "nosotros" no siempre estuvo clara y definitivamente trazada.
La selección bibliográfica que presentamos a continuación permitirá enriquecer y complejizar la imagen de mundos opuestos y enfrentados.
Buenas relaciones e interpenetración cultural
Parece que era bastante común que, durante las largas travesías por las soledades de la pampa, los
soldados y los viajeros "blancos" saciaran su hambre y su sed en las tolderías indias. Es
interesante observar cómo se interpenetraban esas culturas, así, hay indicios de estos intercambios en
la vajilla y en los tipos de comida (lo único que parece rechazar el "blanco" es el bofe).
El hambre y la sed del viajero desaparecían al llegar a la toldería. Allí reaparecían, en
forma regular, el agua y la comida. Entre los ranqueles, Mansilla fue agasajado con puchero de cordero, choclo y
zapallos, carne de vaca y de yegua asada, patay, carbonada de zapallo, mazamorra, algarroba, pastelitos y un plato de
bofe, que el coronel comió sin quejarse para no desairar a sus anfitriones.
En el festín que dio un cacique con de su casamiento, los soldados que asistían pudieron degustar
picana de caballo, fiambres, sangre de yegua cortada en pedacitos como gelatina, alones de avestruz y ocho
costillares de potro asados con cuero. Allí en las tolderías el sobreviviente de la travesía,
como le ocurrió a Mansilla en el toldo de Espumer, podía volver a encontrarse con un mantel, plato,
cubiertos y vasos, como en la "civilización".
Mayo, Carlos. "La frontera: cotidianidad, vida privada e identidad", en: Devoto F. y Madero, M. (dir.). Historia de la vida privada en la Argentina. País antiguo. De la colonia a 1870, tomo I. Taurus, Buenos Aires, 1999.
Relaciones comerciales
Indígenas y "blancos" comerciaban activamente, en distintos puntos de la pampa y de la
Patagonia.
Así es como, generalmente al empezar el otoño, partidas de aonikenk [tehuelches del sur] llegaban hasta
la cordillera del sur del Neuquén, lugar donde en esa época del año venían indios de
distintas partes; algunos arreaban ganado para vender en Chile y otros aprovechaban la llegada de viajeros para
ofrecer distintos productos. Todos tenían algo para dar y recibir: telas, herramientas, ropas, armas, bebida,
comida. Los tehuelches traían bolas de boleadoras [...], pieles de guanaco, plumas de "avestruz" y
quillangos, y a cambio se volvían a su tierra con caballos, tejidos de lana, piñones y manzanas
silvestres de la cordillera y cuchillos, sables y herramientas que llegaban, desde las lejanas fronteras con los
"blancos", a esta verdadera feria.
[También iban hasta algunos pueblos de los] ... blancos: durante el siglo XVIII caían siempre a Puerto
Deseado y Puerto San Julián, dos establecimientos españoles en Santa Cruz, donde se aprovisionaban de
tabaco, yerba mate, bebidas alcohólicas, comida, telas y cuentas de vidrio, a cambio de carne de guanaco,
pieles y servicios como guías o mensajeros, o por préstamo de caballos. En esa época y
después también, iban para lo mismo al fuerte de Carmen de Patagones, en la desembocadura del
río Negro; más adelante, en las colonias galesas del Chubut y en la localidad chilena de Punta Arenas
(sobre el Estrecho de Magallanes), conseguían, además de alimentos, bebidas y telas, sus armas de fuego
y municiones, en pago por plumas y pieles.
Palermo, M. A., "Los Tehuelches", La otra historia, tomo 8, Libros del Quirquincho, Coquena, Buenos Aires, 1991.
¿Mundos tan opuestos?
Blancos de la frontera e indígenas tenían, en verdad, muchas cosas en común. La caza y la
cría de ganado constituían actividades fundamentales para la supervivencia de ambos grupos, el caballo
era para ambos un medio indispensable para desplazarse por las extensas planicies y, además, no había
mucha distancia entre el toldo indígena y el rancho cuadrangular de madera y paja donde se apiñaban los
pobladores "blancos" de la frontera. Todo ello facilitaba la integración de muchos blancos en la
sociedad indígena.
Existía todo un universo de ["blancos"] que habían optado por vivir entre los indios, que
habían llegado a la toldería voluntariamente y allí vivían refugiados. Eran los
renegados, los que se habían pasado a los indios. [...] Martín Alfonso "habla la lengua de los
indios como ellos, tiene mujer propia y vive con ella. Es domador, enlazador, boleador, pialador. Conoce todos los
trabajos de campo como un estanciero..." Es además eximio baqueano y, entre los indios, ha llegado a
capitanejo. Ha vivido entre los cristianos y los aborígenes alternativamente.
¿Cómo era posible que estos "españoles" se hicieran "indios"? Para
Martín Alfonso, y otros hombres de la frontera de su condición, adoptar la toldería no
había comportado un cambio radical en sus circunstancias de vida material. La distancia entre un toldo y un
rancho miserable podría recorrerse sin dificultad y ambos mundos, el de la frontera hispanocriolla y el
aborigen, eran mundos ecuestres que giraban en buena medida en torno del ganado, de manera que las destrezas camperas
de ese peón renegado le servían admirablemente bien entre los indios.
Carlos Mayo, op. cit.
A continuación le presentamos una guía de preguntas para trabajar esta selección de textos en el aula y enriquecer la información brindada por los textos escolares.
Para profundizar aún más el estudio de estos temas, el docente podrá consultar alguna de las siguientes obras:
Mandrini, R., La sociedad indígena de Las Pampas en el siglo XIX, en Lischetti, M. (comp.),
Antropología, Eudeba, Buenos Aires, 1982.
Mandrini, R., Indígenas y forasteros. Los araucanos de las pampas en el siglo XIX, Centro Editor de
América Latina, Buenos Aires, 1984.
Mansilla, L. V., Una excursión a los indios ranqueles, Centro Editor de América Latina, Buenos
Aires, 1980.
Palermo, M. A. y otros, La otra historia, Libros del Quirquincho, Coquena, Buenos Aires, 1991.