La llamada sociedad postindustrial -también conocida como sociedad de la información, sociedad
globalizada o sociedad del conocimiento- está profundamente marcada por el impacto de las tecnologías
de la información y la comunicación (TIC). Todo parece indicar que estamos viviendo una época de
transformaciones tan profundas como las que marcaron los tiempos de la invención de la imprenta. Por mencionar
sólo algunas de ellas nos encontramos con:
- Transformaciones del sistema productivo, que van desde una economía centrada en la producción
industrial territorializada como actividad económica principal a una economía con modelos productivos
que se apoyan en la tecnología, requieren menos mano de obra, pero más especializada, y se vinculan a
una creciente desterritorialización de la economía: bienes y servicios -incluidos los culturales- se
producen y comercializan pensando en un mercado global, los procesos productivos se desarrollan
simultáneamente en diversos lugares del planeta y son ensamblados y comercializados en otros.
- Transformaciones geopolíticas: en mundo globalizado, en el que el protagonismo de los Estados nacionales
es menor, aumentan las migraciones, surgen comunidades de naciones, fundadas en acuerdos comerciales y
políticos (Mercosur, Comunidad Europea).
- Nuevos modos de producción y consumos culturales: la tecnología de la digitalización no
sólo crea nuevos formatos -como el arte digital o la música electrónica- sino que nos permite
entrar en contacto virtual con materiales de la cultura clásica (desde las bibliotecas hasta los museos
digitales, desde el MP3 hasta las experiencias de educación virtual). Las grandes producciones de Hollywood
o algunos fenómenos editoriales como la continuación de Peter Pan se planifican a escala
planetaria.
- Nuevas formas de organización social: los movimientos sociales -en parte reaccionando contra secuelas de
la globalización, en parte nucleados en torno a problemas que trascienden las problemáticas locales,
como las cuestiones medioambientales, cuestiones de género, problemas de discriminación religiosa o
racial- han encontrado en las nuevas tecnologías una herramienta invalorable para comunicarse, organizarse,
difundir propuestas, etcétera, sin depender de los medios masivos y con un alcance potencialmente
mundial.
- Nuevas brechas socioculturales determinadas por el acceso a los recursos tecnológicos y a los saberes
necesarios para sacarles provecho. El hecho de que se haya acuñado la expresión
"alfabetización digital" es un indicio bastante sugestivo del peso que se asigna a estos
conocimientos.
- Nuevas formas de sociabilidad y entretenimiento: desde los videojuegos hasta el chat, desde los mundos
paralelos hasta la posibilidad de bajar films y programas de TV y radio de cualquier lugar del mundo.
- Nuevos circuitos de circulación de la información: evidentemente, todos los puntos mencionados
más arriba están asociados de uno u otro modo a las nuevas modalidades de producción,
circulación y acceso a la información que permite internet.
Estamos en presencia de una cultura planetaria. Hoy las personas de buena parte del mundo realizan consumos
culturales muy similares: miran los mismos programas de televisión, las mismas películas, se visten
igual y consumen alimentos parecidos. Cuando vemos recitales por TV, encuentros deportivos mundiales,
olimpíadas, formamos parte de una audiencia global de cientos de millones de personas.
Además de ser un medio de comunicación con rasgos propios, con sus propios géneros y sus
lenguajes específicos, internet contiene a los medios tradicionales y les ofrece nuevas formas de
difusión y de vínculo con sus lectores/consumidores.
Cada tecnología genera sus propias formas de lectura. Antes de la invención de la imprenta, por
ejemplo, la escasez de ejemplares hacía que lo normal fuera la lectura en alta voz. La llegada de la imprenta
permitió que cada lector disponga de un ejemplar del texto y la lectura silenciosa se impuso como nueva
costumbre. En el próximo apartado veremos que también con la presencia de internet nacen nuevas formas
de lectura, distintas de las que determina la linealidad del texto impreso.
Rayuela y el hipertexto
En su novela Rayuela, de 1963, Julio Cortázar planteaba como ideal literario intentar un texto que no
agarre al lector sino que lo vuelva obligadamente cómplice al murmurarle, por debajo del desarrollo
convencional, otros rumbos más esotérico.
El tipo de lectura que nos invita a hacer internet -más por las posibilidades tecnológicas que por
inquietudes literarias- se parece bastante a esos recorridos "esotéricos" que postulaba
Cortázar.
Cada internauta, al deslizarse de un sitio a otro, construye un recorrido particular, no preexistente. El
resultado de estos itinerarios es un hipertexto: el usuario, siguiendo las diferentes bifurcaciones que el laberinto
de la red abre, genera un texto nuevo:
Puede arrancar en la portada de un matutino, detenerse en noticias de su interés y enviarlas a colegas o
amigos, buscar temas asociados, migrar luego a un fragmento de un programa de TV y derivar hacia una emisión
de radio con sólo hacer un clic en aquellos puntos que despiertan su curiosidad.